Ocho

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Querido Touya:

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Querido Touya:

El terapeuta me sugirió que te escribiera unas cartas desahogandome, dado que aún me culpo de tu muerte.

Me dijo que te contara todo lo que pasaba, que me desahogara, aunque no entiendo porque a ti, ya que no puedes leerlas.

El luto es complicado. Hay personas que en el duelo intentan negar que su ser querido está muerto.

Yo sé que lo estás. Lo he aceptado hace mucho, pero aún mantengo ese sentimiento de que fue por mi culpa, por la discusión que tuvimos horas antes de que murieras.

Sí, estoy asistiendo a un terapeuta. Algo que definitivamente debimos haber asistido años atrás, desde que Enji comenzó con sus maltratos, algo que debió asistir mamá para no quebrarse cuando lo hizo, pero fue tarde para ella.

No me van a encerrar en un psiquiátrico. Eso es bueno.

Me cuesta decirlo, pero el doctor dice que tengo depresión, siempre pensé que eso daba más grande, pero él dice que no hay edad para tenerlo.

Nadie lo sabe.

Ni la abuela.

Ni Fuyu.

Ni Shōto.

Ni el viejo.

Él solo me manda el dinero, ni siquiera sabe que estoy asistiendo a un terapeuta, la escuela me pagó las primeras consultas (fueron en contra de mi voluntad).

La abuela me dijo que Fuyu visita a mamá constantemente, y que ella aún no sabe sobre tu muerte. No he querido ir, yo si le diría entre lágrimas que moriste.

Fuyu entró a la UA hace unos meses. Dice que nadie sabe que es hija de Endeavor y por eso no han dicho nada ni se han burlado porque entró en cursos generales. El viejo me va a obligar a mí también a hacer el examen de la UA, no quiero hacerlo, me recuerda que eso fue lo que empeoró tu salud.

Además, no quiero ser un héroe.

No si aceptan que héroes como Endeavor sean exitosos.

Los entrenamientos me están matando, y he entrenado dos veces con el viejo porque me han arrestado por utilizar mi quirk en la calle. Digamos que esos fueron los días en que los antidepresivos funcionaron bien.

No he sabido nada de Shōto, lo veo en la escuela, pero parecemos más desconocidos que hermanos.

Debí haberte escrito esta carta hace un mes, cuando el terapeuta me lo dijo. Pero no me atreví. Ahora son las tres de la mañana y no he podido pegar el ojo. La migraña me está matando y me puse a llorar, me levanté y decidí escribirte esto.

Los hijos del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora