Nueve

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«¡Estuviste fantástica, hermana!

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«¡Estuviste fantástica, hermana!

Apuesto que le callaste la boca al viejo, eres increíble.

Te quiero.»

Fuyumi sonrió al leer el mensaje que Natsu le había enviando a su teléfono. Tenía días que su hermano no se reportaba y ella se estaba preocupando. Natsuo le sacaba muchas excusas, y su abuela le había dicho que estaba yendo a terapias psicológicas.

Su padre había mencionado que Natsuo le había sacado un dineral quién sabe para comprar qué, pero que no le importaba.

A Fuyumi sí, se preocupaba por su hermano, era su tarea estar al pendiente de él como de Shōto a la vez que se centraba en sus estudios.

Los entrenamientos de Shōto habían aumentado un poco más, y su padre no le mencionó nada más que un «Hiciste menos ridículo del que esperaba» y no dijo más nada.

Shōto le felicitó solamente antes de volver a su cuarto.

—Hemos llegado, señorita Todoroki —anunció el chófer en la entrada de la preparatoria. Luego del festival de deportes les habían dado dos días de descanso y ahora Fuyumi podía volver a sumergirse en sus libros.

La chica agradeció y salió del auto. Cuando antes la habían mirado con indiferencia, ya que no era la única estudiante en llegar en algún lujoso auto (aquí habían niños de familias adineradas también), ahora todos la miraron sabiendo perfectamente quién era.

Fuyumi se encogió agarrando las correas de su bolso. Escuchaba los murmullos de sus compañeros, de chicos que no conocía. Estaba al tanto de que era posible que ahora no pudiera pasar desapercibida, de que tal vez algunos quisieran codearse con ella por la fama de su padre. Tal vez algunos aspirantes a héroes buscando facilidad para la agencia de su padre o algo.

Fuyumi debía ser discreta, seguir en su camino solitario hasta salir...

—Hola, Todoroki —se detuvo antes de levantar la mirada y encontrarse con los ojos dorados de Ryu. Tenía una amplia sonrisa que provocó una calidez en el pecho de Fuyumi.

—Hola —saludó ella con una sonrisa nerviosa.

—Solo pasaba a preguntarte si querías almorzar conmigo hoy —las mejillas pálidas de la chica se colorearon de rojo.

"Quiere ganar ventaja"

Dijo su mente. Fuyumi apretó los labios, nerviosa jugando con la punta de su trenza. Ryu la miró con atentos ojos dorados.

—Oye, si crees que quiero ganarme una ventaja con tu padre, enseguida te digo que no.

—¡No! No es eso —mintió Fuyumi dándole una sonrisa nerviosa—, es que nunca...

—Solo es sentarnos a almorzar —dijo el chico soltando una risita—. No te conocía hasta antes del festival y me caiste bien. Peleaste increíblemente y solamente quería conocerte más —el corazón de Fuyumi se calentó. Luego de dos días en casa, escuchando los gritos de Shōto, estando preocupada por Natsuo, ahora lo que necesitaba era la sonrisa sincera que Ryu le estaba ofreciendo en ese momento.

Los hijos del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora