Once

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Dos años después

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Dos años después

La pata del robot que había despedazado el otro chico, casi le cayó encima, pero Natsuo logró esquivarla.

«Bien, solo esquivar y huir. No hagas nada de héroe.», pensó el albino corriendo, alejándose de todo el desastre.

El viejo había seguido insistiendo, pagando su entrenador, alguna que otra vez entrenándolo él de castigo, todo para obligarlo a tomar este maldito examen.

Pero Natsuo no iba a darle el gusto a su padre, no iba a dejárselo fácil. Contestó bien el exámen escrito, para asegurarse un lugar en el departamento de estudios generales, pero estaba dispuesto a sabotearse el examen de prueba.

No había hecho ningún punto, de eso estaba seguro.

Se había dedicado a esconderse y escapar, demostrando no ser ni un poco material para héroe.

Cuando la alarma sonó, y los robots se alejaron, Natsuo salió de su escondite y salió del lugar en donde se hacía la prueba. Luego de volver a colocarse su uniforme, volvió a casa de su abuela que lo esperaba expectante.

—¿Y? —ella preguntó cuando él abrió la puerta. Ella había estado nerviosa, y Natsuo solo sonrió cuando vio que su paquete había llegado y estaba en la mesa del comedor. Corrió hacia él, pasando a su abuela de largo.

—Fue bien, supongo —anunció para luego dirigirse a su habitación. Su cama crujió cuando se lanzó a ella recordándole que ya no era tan pequeño. Que ya la pubertad le había agarrado fuerte y se había estirado aún más y, por supuesto gracias a sus malditos genes y jodido entrenamiento, había obtenido un poco de músculo y definitivamente, si no fuera por su cabello blanco, se parecía a su padre.

Era irónico.

Abrió su paquete y sonrió ante la fabulosa chaqueta de All Might que había comprado con la tarjeta de su padre. Él en su última visita a casa, había robado la tarjeta y había anotado los números para luego devolverla. Había comprado bastante mercancía de All Might solo para joderle la vida a su padre.

Se sentía estupendo hacerlo.

Revisó su teléfono notando algunos mensajes de Fuyumi pidiendo que se encontraran en una cafetería cercana, Natsuo frunció el ceño, sin duda ella quería hablar de su examen... pero era Fuyumi, y nadie podía decirle que no.

Se duchó rápidamente y, luego de cambiarse, se colocó la chaqueta que había llegado. Bajó para avisarle a su abuela, la mujer frunció el ceño y negó con la cabeza en desaprobación cuando lo vio.

—Voy a salir con Fuyu —anunció. Tomó sus llaves y su billetera, y salió.

La cafetería en dónde Fuyumi le había citado no quedaba muy lejos de donde su abuela así que caminó con tranquilidad observando cómo los árboles comenzaban a florecer con la llegada de la primavera.

Los hijos del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora