Capítulo 2

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Y todo estaba marchando bien, no había ningún extra en su rutina por lo que, cuando ya estuvo su desayuno y sentado en su viejo tronco de árbol y se preparó para comer, demasiado inmerso estaba. Hasta que el huevo había salido volando hacia en piso, quedó con la tasa en la mano agarrándola fuertemente. Logrando al fin escuchar las risas con tonos malvados, en las voces ya conocidas.

Debemos de comportarnos mejor muchachos, ¿qué son esos modales Steven? –rió Jared hacia su lame botas

No se Jared sólo pensé que era lo correcto -ríó burlonamente hacia la referencia y que entendiese Draco, junto a los demás animales, se creían manada y ni a cuarteto llegaban, solo eran tres pelados.

Además de bruto ni para comediante sirve al menos la charola, taza y cubiertos se llevaría, moriría de hambre, los monos de lo que ahora harían su trabajo serían un desastre.

Se disponía a levantarse hasta que el más salvaje se le cruzó enfrente, Jared Whokloskit, al pobre ignorante de primera, de la misma edad de Draco, sus padres tenían una familia de cuatro niñas y un “niño” Draco prefería el apodo de orangután sin evolucionar, era grande, no gordo, pero fuerte, sus hermanas estaban desnutridas, cuando llegó escuchó a Minerva no saber nada de ellas, y sus padres drogadictos, los confrontó pero al huir sin si quiera preocuparse por sus hermanas deambuló en las calles, hasta que llego a ser la pesadilla de Draco el muy egoísta.

¿Por qué tan rápido? ¿acaso dejaste tu libro estúpido en algún lado? ¿o te vas por qué quieres llorar con la Cenicienta? –rió volviéndolo a sentar y sin apartar su vista de la de Draco

¿Y tú por qué tan temprano? –Draco sabía exactamente el porqué, pero quería sofocarlo, era el único que se levantaba tarde y sabía que lo que ordenó Minerva desde ayer lo puso de malas.

¿Por qué será? ¿quieres que te lo recuerde o que te lo diga? Porque si es así –iba alzando cada vez más la mano –será un gusto…AAAAAAAAAA…. Maldito BAstArDOOO a por él, estúpidos que se quedan viendo lelos

El corazón le latía a más de los setenta latidos máximo que resultaba de cuando se trabajaba tanto con emociones o ejercicio. Así mismo corría, como nunca antes, forzándose a ser ligero, maldita sea cuando Minerva no pavimento la entrada, hacia más difícil creer que podía correr más rápido en el terreno de grama.

Si, Draco podía ser crítico, pero no cobarde y menos estúpido, eran tres enormes contra uno, sin embargo, eran los puños, contra el caliente de una taza de café que le había lanzado a Jared

No podía entrar a la casa, alzo su vista al cielo y vio ya un claro y despejado día, escuchaba los gritos, pero si volvía, se espantaría más, así que mejor fue correr, era de estatura promedio, pero sus largas piernas nunca les fallaron y tenía muy buena salud para no cansarse en al menos unos cuarenta y cinco minutos, suficiente para cansarlos. Minerva ya estaría despierta y verlo correr así preguntaría que había pasado y esta vez, tenia que reconocer, el inició.

Corrió bordeando la casa, tomando el camino derecho pasaba por muchas ventanas, todos estaban al parecer dormidos, pero lo que menos le preocupo era eso, sino los gritos de “ya te tengo bastardo, me voy a divertir contigo”.

Draco corría cada vez más rápido, tanto como forzaba a sus pies, como se mentalizaba que lo lograría, escuchaba su corazón en los oídos, exhalaba con fuerza, tomo un poco más de impulso, casi llegaba a la otra punta de la casa, estaría seguro con el escondite detrás de un arbusto de espinas que había hecho un nido para ese tipo de emergencias.

Escuchaba esas tres voces y a un palmo de distancia, hasta que en vez de escuchar insultos, fue un grito.

Ya estaba en la esquina, ahí fue hasta sentirse seguro que volteo, Jared estaba tumbado en el suelo, sollozando de dolor, al parecer se golpeó la cara con una ventana que habían abierto y también fue ahí hasta que Draco se percató que las enredaderas tenían un límite, que casi confundía con un largo y un poco alborotado cabello castaño.

Jared se seguía sosteniendo la cara con sus enormes manos y la chica preocupada insistía en que le iba a ayudar, Draco escondido casi detrás de la esquina, observaba el ahora casi visible perfil de la chica, después de apartar el cabello detrás de sus orejas, sus labios, ojos y nariz eran finos, pero con un poco de relleno, era muy bonita y se miraba de complexión inteligente y responsable.

Llamando más la atención de Draco, se acercó un poco más, le llamaba la atención, no se miraba como los demás padres, es más, no sabía ni qué hacer con Jared lloriqueando y moqueando como un niño pequeño.

Fue cuando por la aprensiva preocupación, al voltear a todos lados vio a Draco, lo miro atenta, en silencio, Draco estaba pálido, escuchaba levemente y con algo de dificultad que, en su llanto; Jared le acuso, que un niño rubio le tiro café e intentaba remediar el supuesto enojo sin razón del niño, pero el niño es muy odioso y le intento volver a golpear.

Draco cerraba los puños y frunció el ceño, pues seguía viendo a la castaña, ella asintió en modo de comprobar si era cierto, Draco fue sincero y meneo la cabeza en un tal vez. Y la señorita pelo de selva simplemente le indicó que se fuera y Draco se despidió con sus palmas juntas y una leve reverencia.

BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora