III

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Estaba sola. Corría por un siniestro camino delimitado por dos filas de cipreses, me faltaba el aire. Miré hacía un cielo completamente negro. Hacía frio. Intenté correr más rápido pero los pies me pesaban y cada vez mi ritmo se ralentizaba más. Todo estaba borroso. Intenté mirar hacia delante pero mi cuerpo no me respondía.

Noté una presencia a mi alrededor y la voz de Mario que susurraba en mi oído "¿Que estarías dispuesta a dar?". Y entonces caí en un foso sin fondo.

∞∞

Se despertó tirada en el suelo. Notó sus pulsaciones aceleradas. Miró a su alrededor, todo seguía igual. Había despertado de una pesadilla para caer en otra, pero esta era real.

Se incorporó poco a poco, notaba los músculos entumecidos. Caminó a paso lento por la habitación.

No hizo lo de todos los días, ya que sabía que era inútil. Las cadenas que la retenían encadenada a la pared eran solidas y , por mucho que lo intentara, por mucho que estirara, nunca se romperían.

Suspiró dejándose caer,  apoyándose en la pared. Se estaba volviendo loca. Sentía que a veces su mente empezaba a delirar. Al principio había intentado vivir en la realidad, pero ya llevaba demasiado tiempo allí, y poco a poco había ido cayendo en sus propias fantasías, a veces llegando a confundir lo real con lo que no lo era.

Escuchó los pasos de Mario que se acercaban. Cerró los ojos queriendo desaparecer.

- Mañana partimos- su voz le llegó turbia, como si estuviera demasiado lejos.

Todo volvió a la oscuridad.

∞∞

Hace 15 años:

Una niña que no debía tener más de 5 años corría por una calle desierta. Un perro la seguía de cerca con la lengua fuera.

La niña tropezó por culpa de una piedra que sobresalía en la calzada y cayó. El perro se paró a su lado y comenzó a lamerle la cara. Y ella con un empujón lo apartó para poder fijar su atención en la herida de su rodilla, que sangraba.

Un hombre se acercó a ella, y esta levantó la cabeza para mirarle asustada. Al contrario que la mayoría de los hombres del pueblo llano, este no tenia barba. Además, tenía el pelo rubio cobrizo y los ojos azules, muy brillantes. La niña aparto la mirada, intimidada por aquel hombre. Él, en cambio, sonrió y se agachó.

-¿Te has hecho daño?- preguntó, y ella negó con la cabeza- ¿Te escuece?- ella lo miró una milésima de segundo y luego volvió a apartar la mirada y asintió- Tienes que lavarte- prosiguió el hombre- Ahí cerca- dijo señalando al final de la calle- hay una fuente ¿puedes caminar hasta allí?

Ella se levantó con torpeza y ando hacia donde él había señalado. Él camino a su lado y el perro los siguió con un trote alegre.

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Las fases de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora