Llegó cuando la gente ya bailaba. La diferencia entre la estridente iluminación del interior de la mansión y la oscuridad de la noche la cegó por momentos, y tardó unos segundos en acostumbrar sus ojos a la brillante luminosidad. La gente ya bailaba, y el sonido de la música y las ruidosas conversaciones de cine y política se fundían en el aire provocándole un extraño sentimiento de vitalidad.
Un chico, que no debía de tener más de diecisiete años, se le acercó y le pidió el abrigo, y ella se lo dio con una sonrisa mientras este, turbado, se alejaba sonrojado.
∞∞
Mario la estaba mirando ya desde una esquina de la gran habitación a través de las personas que bailaban. Había algo en aquella chica...una expresión de angustia y dolor disfrazada de indiferencia, que hacía que cualquiera que la viera quisiera protegerla. Pero él no debía sentir algo así. Lo único que tenia que interesarle de ella era el secreto que guardaba tras la barrera de su mirada. Esa era su misión. Además, ella solamente era una más, otra persona que manipular, nadie importante por quien valiese la pena sentir.
Vio como avanzaba cinco pasos por la habitación mirando alrededor, dio tres más con la cabeza gacha, se paró dos segundos, y un momento después levanto la cabeza mirándole directamente a él. Notó como un escalofrío le subía por la espalda. Su vestido era de color verde y verde era el fuego de sus ojos, que le miraban quemándole sin piedad como si pudieran leer lo que escondía en lo más profundo de sus pensamientos. Aguantó su mirada con los dientes apretados y entonces ella se relajó y sonrió. Él le devolvió una sonrisa forzada y apartó la mirada de aquella figura, que parecía tan obscura comparada con la luz de su alrededor. Y la gente bailaba.
Mario se recorrió la sala escuchando las conversaciones de las personas que en ella se encontraban. Suspiró. Eran tan aburridas esas fiestas, y todos los que a ellas iban; siempre los mismos temas, la misma gente, las mismas conversaciones vacías, siempre igual.
Miró a su alrededor pero ella ya no estaba, observó a la gente con la que se cruzaba y sonrió divertido al ver como apartaban los ojos sin atreverse a mirarle directamente. Eso era algo que la diferenciaba a ella de los demás, no le incomodaba aguantar la mirada y eso le había infundido respeto desde el principio.
- ¡Mario! - se giró hacia la persona que le llamó.
- Key - dijo en modo de saludo.
- ¿La has visto? - él, sabiendo por quien le preguntaba, asintió - Tengo razones para pensar que no es tan inocente como tú piensas y sospecho que está tramando algo.
- ¿Y eso?
- Me lo ha soplado una fuente de confianza.
- ¿La misma de la otra vez? - pregunto con ironía.
- La última vez tuvo suerte, nada más. Tú vigílala. - hizo una pausa y miro a su alrededor- Por cierto ¿Dónde está?
-Ha entrado hace un momento. Estará rodeada de gente preguntándole que qué piensa sobre algún tema sin sentido.
Key frunció el ceño con sospecha pero no dijo nada, se giró y se fue.
Mario suspiró y se pasó la mano por el pelo despeinándose, avanzó hasta salir de la habitación.
Revisó todas las habitaciones, pero no la encontró. Pregunto al muchacho de la puerta si estaba su abrigo y, por lo que le dijo, o seguía dentro, o se había ido sin su chaqueta. Siguió andando hasta llegar al pie de las escaleras, y miro hacia arriba. "Quizás ha subido al piso de arriba" pensó. Cogió aire y empezó a subir los escalones de dos en dos. Y mientras la gente bailaba.
∞∞
Removió los cajones hasta dar con él. Era más grande de lo que había pensado por lo que sobresalía una esquina por el escondite de su vestido. Pero no iba a estar mucho más tiempo allí y confiaba en que no se encontraría a nadie en su huida hacia la puerta.
Se aseguró de que todo estuviera como lo había encontrado y salió de la habitación si hacer ruido. Una vez en el pasillo miro a ambos lados y se alejó de allí. Se oía la música de la orquesta, y eso le daba a todo una sombra de ficción, como si estuviera dentro de un sueño. Era una música hermosa, las notas fluían en el aire y revoloteaban a su alrededor como mariposas. Caminó al ritmo intentando no hacer ruido.
- ¡Liane!
Cerró los ojos y maldijo por lo bajo.
∞∞
La vio al final del pasillo, gritó su nombre. Ella se giró sorprendida.
- ¿Qué haces aquí? - pregunto cuando llegó a su lado.
- Me he perdido - dijo intentando parecer convincente, pero la excusa sonó vana.
-Me refiero a que haces aquí arriba.
-Curioseaba la casa- en cualquier otra situación le habría parecido una tontería, pero allí había mucha gente que habría considerado la curiosidad como algo correcto y entendible. Aunque dudaba de que Mario lo entendiera de esa forma.
Mario rió:
-Vale- le ofreció el brazo- pero estás yendo en sentido contrario.
- ¿Seguro? Yo juraría que es por aquí.
- Pues jurarías en falso - dijo sonriendo- pero si tan segura estas ¿querrías apostar?
- ¿Apostar?
-Si ¿Qué estarías dispuesta a perder si el camino que dices no es el correcto? Si eres tú la que está en lo cierto yo también tendré que darte algo.
-Eres muy raro Mario.
- ¿Te incomoda la pregunta?
Ahora era él el que estaba serio y ella la que sonreía.
- ¿Y tú? ¿Qué me darías tú?-- pregunto ella con una media sonrisa.
- Mmm- fingió quedarse pensativo pero sus ojos grises le brillaban divertidos- Hagamos una cosa -cambio el peso de una pierna a otra- si yo gano me das lo que tienes en el bolsillo ese camuflado de tu falda y además te quedas a cenar, y si pierdo te vas sin darme nada.
Sonrió con malicia al ver la sorpresa que se pinto en la cara de ella. Dudó, y eso era lo que él esperaba.
- ¿Y si no apostamos?
- Entonces no me das nada pero te quedas a cenar.
Ella le miro cansada
- ¿Me vas a obligar a quedarme en esta aburrida fiesta?- si se quedaba la situación podía llegar a ser incomoda. Prosiguió -Si la gente ni siquiera sabe lo que dice. Sueltan palabras que suenan extrañas para impresionar a los que les escuchan, que son tan necios como los que hablan.
Él se balanceo en las puntas de los pies sopesando lo que ella había dicho.
- Si- dijo al fin- a no ser claro que quieras apostar.
-Dame un momento- dijo e intento esconder la esquina del cuaderno pero no lo consiguió, pero si mantenía el brazo estirado podía tapar la pequeña esquina del cuaderno. "Problema resuelto" se dijo.
Mario le ofreció el brazo con una sonrisa maliciosa , y ella con una mirada acusadora se lo tomó como signo de rendición y los dos caminaron en la dirección que Mario había tomado, hacia donde la gente bailaba.
∞∞
Espero que te haya gustado.;P Román
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Las fases de Venus
FantasiLa vida de Liane sufre un gran cambio cuando es secuestrada y llevada a la isla, un lugar donde la magia se hace realidad con ayuda de la ciencia. "Todos guardamos secretos" había dicho él, "incluso los dioses necesitan mentir y engañar" "Los dioses...