Las vastas estructuras naturales recubiertas de nieve en los Andes acompañado de sus tan salvajes temperaturas forman un entorno peculiar para Aura. Su familia de tan pocos integrantes se resguardo en aquellos lugar para ocultarse de los ataques del español, en las partes mas frías para que el enemigo no se atreviera a darles cara. Un arma de doble filo, pues eso aseguraba su seguridad, pero la esperanza de vida había disminuido a veinte años.
Sin vecinos, hundidos en la soledad y con un molino que intentaba asegurar una granja de vegetales que pudieran permanecer en bajas temperaturas; intentaron en vencer a la muerte haciendo que su tatarabuelo buscase las mas tiernas y fuertes llamas de los altiplanos del Perú. Regreso dos meses después con catorce llamas, siete machos y siete hembras; solo para enterarse del fallecimiento inoportuno de su esposa y decir el último adiós para acompañarla.
-Hija -dijo Chat, su padre. El hombre de la casa con mas de cuatro décadas cargados sobre sus hombros-. Ven a ayudarme a recoger las cosechas y la leña.
Su madre, Izara, ya no había de encontrarse en pie debido a una muy rara enfermedad. Dormitaba en un lecho anteriormente ocupado por una de las crías cubierta con una de las mejores frazadas que había hecho la abuela. Antes los deberes de la casa lo hacia Chat, pero cuando el cuerpo de Aura se baño en el néctar de la adolescencia no tuvo mas remedio que cooperar con el.
Había de recordar las historias casuales que le contaban, mas de mil y una. Una de sus favoritas era la que padecía su futuro: decía que el primer primogénito de la quinta generación de la familia seria el mas especial del hogar, que podría tener la habilidad de hablar con animales y demás. No lo creyó del todo hasta que un día gran parte de la tropilla se encontraba alterada e hiperactiva «A nosotros no nos toman en cuenta» escucho retumbar en su mente «Nos despojaron de nuestras tierras a la fuerza y ahora tenemos que convivir con ustedes, una familia de ignorantes y cobardes». De ahí en adelante, Aura se encargo de que una vez al mes cada llama tuviera la oportunidad de visitar a sus cónyuges y semejantes. Supo que ella era la especial.
-Padre -dijo mientras recolectaba algunos palos-. Presiento algo en el horizonte.
-¿Que cosa?
-Los rastros de la revolución y el deseo de libertad
Parecía ser un hecho completamente absurdo, pero Chat empezaba a recobrar aquellos momentos en los que su suegra le decía que algún día había que dejar de esconderse «Sus hijos habrán de conocer la verdadera realidad, ver las doncellas, viajar en las carretas y manejarse en el mundo. Lucharán a la mano de San Martín y Bolívar para expulsar a la monarquía española». Sus ojos se llenaron de nostalgia y tan pronto como pudo, emprendió el viaje para ir a conocer el dulce de leche y tomar todas las tardes mate cebado con su esposa, la cual, llevaron en una carpa móvil cubierta de lana cargada por Aura y el. Pensaron en dejar las llamas con sus tropillas provenientes «Gracias» dijeron yéndose velozmente como si las hubieran sacado de una prisión.
-Tengo miedo padre -decía Aura, la verdad es que esta un sentimiento común de la familia.
-No tienes de que preocuparte, sea donde sea que vayamos, estaremos bien
En el primer día del trayecto, los acontecimientos fueron frustrantes, tenían que pasar por las muy abstractas estructuras de la montaña. Casi abandonan la misión y regresan a molino. El segundo fue mas tranquilo, estaban en plena bajada cubierta de nieve con temperaturas abrumadoras. Sin embargo el tercero fue el mas maravilloso, se encontraban a no mas de quince kilómetros de las laderas; el cielo se había despejado quitando la neblina que hacia imposible la vista al cielo hasta el punto de olvidarse que existía algo así. Era tan magnifico, que parecía ser una pintura con montones de salpicaduras celestes, blancas y azules. Aura se había obsesionado con la celestialidad de los astros.
-¿Falta mucho padre? -preguntó. Las provisiones no daban mas de diez días.
-No lo se hija
Izara acostada estaba, recordando el día en el que se extravió en la montaña a los dieciocho años de edad intentando encontrar de forma independiente algún tesoro que podría haber escondido los Incas por aquellas zonas y venderlo. Sin ayuda, se fugo de los limites de la nación pasando el llamado «Paso de Jama», a las tres semanas de su expedición se había quedado sin recursos y su cuerpo no daba mas. Si no fuese por el casual paso de Chat en una de sus muchas expediciones para traer vicuñas de la puna de Atacama, no se sabría nada de ella y tampoco habría rastro alguno de Aura. Por aquellos tiempos Chat era un simple joven de veinte años, con una poderosa fuerza y un cuerpo lleno de pasión por la adrenalina. Era el único hábil del molino, sus padre ya se encontraban en sus últimas horas, el encuentro con Izara sucedió unos meses antes de que partieran a mejor vida. Fue caótico y preocupante para ellos, pues no sabias que harían con ella y temerosos del riesgo que podrían correr si bajaban la hicieron quedar allí «Te mataran y llegas a bajar» le decían. Les creyó ignorantemente, lo cual hizo que con el tiempo se fuera enamorando poco a poco.
-Se va a hacer de noche, sera mejor que entren como sea en la carpa y no piensen en dormir afuera -decia-. Las nubes dicen que lloverá esta noche.
Pasaron unos días y el éxodo los dejaron destruidos. Luego de traspasar las frías laderas de la cordillera, el viento empezó a calentarse extremadamente hasta el punto de que se tuvieron que sacar los gorros y ponchos, pero en la noche las cosas cambiaban, el aire se enfriaba de tal manera que hacían lo imposible para mantenerse calientes. Mas tarde se encontraron de forma misteriosa unas dunas pequeñas pero llamativas, fuese como fuese, se sentían derretir como la sera de una vela; luego con unos árboles increíblemente enorme que no parecían tener fin y por último unos cerros puntiagudos que tenían marcado unos caminos.
-Los vientos susurran suavemente -dijo Aura.
-¿Y que dicen? -pregunto Chat
-Que esto es la puna y que pronto llegaremos al pueblo.
De pronto se escucho un ruido estremecedor que asusto a todos, miraron y vieron que en las proximidades del abismo se encontraban las luces del cielo que crecían ferozmente hacia ellos «Nos hemos muerto» dijo el padre «Para nada» decía Aura. A medida que se acercaba, mas se podía ver que no era una luz, sino dos que tiraban ruidos marrillantes cada vez mas fuertes. Todos se alejaron de forma instintiva, y al hacerlo, los ruidos pararon.
-¿Que era eso?
-Las piedras han de presumir que se llama «Automóvil»
Siguieron por los senderos que habían de estar marcados, atentos a la escucha de otro de esos ruidos martillantes. Al cabo de dos días la familia pudo encontrar lo mas parecido que había al hogar abandonado en aquellas cumbres remotas. El misachico había terminado concluyendo con unas estructuras mas altas que los árboles, mas llamativas que las dunas y mas puntiagudas que los cerros. Habían llegado a una cuidad.
-Los pájaros comentan que este lugar ya no pertenece a España, ahora es de otro país al cual llaman Argentina
Ya no había carretas y tampoco doncellas, habían automóviles. Ahora las personas ya no se vestían con trajes formales y sombreros de copa, la gente ahora vestía con ropas raras y llena de colores. Y sobre todo, ya no había rastros de esclavitud y colonialismo, todas las personas era libres a independientes.
Ya no tendrían que vivir en las montañas, temerosos de ataque invasor. Y eso los hacia felices.
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Hola, espero que les haya gustado este pequeño cuento basado principalmente en la imagen del principio e incorporando algunas palabras del dialecto de mi país. Fue un poco difícil pero salio bien, supongo.
¡Nos vemos!
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Cuentos Y Demas
RandomCosas que salen de mi mente y quedan plasmadas en letras novatas, no miren mucho porque sino su fragilidad de quiebra, como una copa de cristal.