Me encontraba en el mismo lugar de siempre, columna dos fila siete, pensando en todas esas cosas que pasan por mi mente, no sabia que podia encontrar mas allá de aquellos pensamientos que alberga y como es que podía yo vivir el dia a dia con todo aquello. Desde que entré a la secundaria los días no volvieron a tener un tono más alegre que la escala de grises. Siempre los dividía de esa forma, algunos eran blancos, cuando medianamente pasaban cosas buenas; algunos eran negro, cuando parecía que el universo entero no podía estar más en mi contra o las cosas de por si no salían como esperaba; y el gris más intermediario entre esos dos colores, cuando parecía el dia tan monótono que cubría toda una barrera de infinidades interminables yacentes en un gran espacio de posibilidades.
Como ven, no mucho había que contar, un dia me encontraba bien al igual que mal, algunos solamente me hacía la razón, unas extrañas penumbras en lo más recóndito de un pensamiento cínico y de poco compresión ajena. Ese mecanismo fluvial, una cadena de seres habitando en mí, terminó por un día por seducir al gran hermano del destino para luego presentarme a otra persona que también estaba en una situación parecida a la mía, pero que no separaba todos y cada uno de estos días en colores como yo lo hacía, simplemente merodeaba de aquí para allá con pequeño monstruo que habita en los más lúcidos de sus sueños, que se confundía mutuamente con una pesadilla atroz pero que no dejaba de ser la alusión del lugar más oscuro, extravagante, podrido y repugnante para cualquier ser humano.
No habitaba en la vida real, no era alguien de existencia visible, pero tampoco completamente ficcional, al menos para mí. Daba lo mejor de sí en un libro no más grande de cuatrocientas páginas, o sea que su cuerpo no era más que un murmullo de letras y palabras de un escritor desconocido que nunca veré su rostro, que solamente me lo pusieron enfrente de una estantería en una biblioteca bastante y que al momento de ver esa tiersa portada supe que acumulaba bastante arte consigo. Me lo llevé a mi casa y enseguida me puse a leer, así supe cada uno de sus pensamientos, que él también deseaba una mascota, que le gustaba hacer felices a los demás y también me mostró todo su pesimismo. Cómo pensaba que no llegaría a ser un humano ordinario y que solamente se quedaría como un don nadie. Al ver las primeras páginas supe lo mucho que aquél extraño protagonista, rodeado de demonios internos, se parecía a mí, que no sabía dónde dirigir su destino y que tampoco sabría si sus sueños se harían realidad, si se quedaría atrás lamentándose en un sinfín de llantos y pañuelos o triunfaría para luego quedarse solo e inexistente.
Sentí al protagonista y el autor, sentí pensamiento de ambos y en conjunto pensé que había crecido, no mucho, pero sé que juntos a todos esos párrafos y oraciones había crecido un poco más, que me había alejado un poco más del lugar en donde ya estaba, a medida que pasaban los capítulos sentí como el sufrimiento de cada persona se magnetiza hacia los míos, hacia mi corazón, para hacerme brillar una noche bastante oscura pero al mismo tiempo almacenada de un poquito de color. Sentí Incluso como el monstruo del protagonista de apoderado también en mis sueños y de mi mente me hacía catarsis cada vez que lo recordaba. Sentí como el aliento del ser llamado depresión calentaba mi oreja, me rozaba toda la piel y me hacía cosquillas. Sus innumerables patas pisoteaban toda mi columna vertebral traspasando los huesos para seguir con la médula ósea y como acto final afectar las neuronas de mi cerebro incentivando a mis manos desnudas e inocentes a tirar el libro y cubrirme con una frazada del pasado y que el tiempo siga.
Yo me rehusé a todas y cada una de sus propuestas cada segundo que pasaba frente a él era completamente distinto al anterior, como dije junto al libro yo había crecido, el protagonista me enseñó a cómo seguir adelante con la vida y que no se limitaba a ser plenos valores. Le escupí el monstruo, ya no podía verlo, ya no más. Canté lo más fuerte y variadamente como protagonista lo hizo en su momento y volví a dormir plenamente, tranquila y sin preocupaciones. Al despertar, en modo de chiste me miré a mí misma en un charco y dije:
—Hoy es un gran día Adam —y luego me reí sinceramente.
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La verdad es que no tengo muchas que decir en este apartado, nos vemos mas tarde 👋
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Cuentos Y Demas
AléatoireCosas que salen de mi mente y quedan plasmadas en letras novatas, no miren mucho porque sino su fragilidad de quiebra, como una copa de cristal.