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· 13 de julio de 1997

Seokjin se paró en la parte más alta del resbalín, observando maravillado todo el parque desde ese punto. Con sólo 4 años, el mundo parecía inmenso para él, por lo que ansiaba conocerlo. La cima del resbalín siempre era el lugar indicado para los niños más valientes y aventureros, o así era en sus pensamientos.

Puso una mano sobre sus ojos, queriendo hacer sombra para ellos cuando la luz del sol comenzó a irritarle. Su mirada se posó en un niño que paseaba de la mano con su madre a los alrededores. Seokjin se preguntó si su vista estaba fallando entonces, porque él estaba seguro de ver un aura brillante alrededor del desconocido. Este parecía ser feliz mientras daba pequeños saltitos, señalando el arenero donde jugaban dos niños más. La mujer asintió, soltando su mano mientras le indicaba que estaría en una banca, y el niño corrió para saltar sobre la arena.

Seokjin, que no se movió de su lugar, hizo una mueca con los labios cuando los otros pequeños agitaron la cabeza, aparentemente negándole la oportunidad de jugar con ellos. Su brillante desconocido se sentó en una de las esquinas entonces, luciendo triste y solitario mientras comenzaba a formar un montículo de arena.

Seokjin estaba seguro de que esa era su señal para ir a jugar con él.

Se deslizó por el resbalín, apurando su paso hacia aquel niño, sintiendo la gran necesidad de hacerlo feliz. Sin embargo, cuando faltaba sólo un metro para llegar a él, su corazón comenzó a latir irregularmente, como en una clase de advertencia, como si este lo alertara de que algo terrible se avecinaba.

Seokjin cayó de rodillas en el suelo, sintiendo escalofríos dominar su cuerpo y su cabeza dar vueltas. Escuchó la voz alarmada de su madre dirigiéndose a él, más como un incomprensible murmullo. Y antes de siquiera poder hacer algo, se desvaneció en el suelo con el pensamiento de que no podría hacer sonreír a su niño de aura brillante.

Cuando Seokjin despertó una hora más tarde, estaba recostado en su cama. Frotó sus ojos con soñolencia, decidido a abandonar el cuarto para buscar a su madre. Bajó las escaleras silenciosamente, escuchando la voz alta de su padre quien parecía hablar por teléfono, pues no escuchaba a nadie responderle. Asomándose por la entrada del salón, el hombre justamente se despedía del desconocido al otro lado de la línea para encontrarlo a él. Su madre, quien también estaba ahí, parecía demasiado preocupada.

¿Su expresión se debía a su reciente desmayo? Él no quería ser el causante de la tristeza en los ojos de su madre.

―Oh, Seokjin, no debiste bajar en tu estado ―Reprochó suavemente la mujer. ―Ven aquí, cariño ―Lo llamó luego, y el niño no tardó en correr al sofá, tomando el lugar a su lado.

―Estoy bien, mamá ―Aseguró con una inocente sonrisa, esperando que las palabras fueran lo suficientemente tranquilizadoras, pero ella sólo sonrió escasamente y acarició sus cabellos.

―Hijo, necesito preguntarte algo ―Seokjin miró fijamente a su padre cuando este se arrodillo frente a él, presionando con delicadeza una de sus manos. ―¿Sucedió algo extraño antes de que te desmayaras en el parque?

―Sí ―Sonrió entusiasta. ―Papá, ¡había un niño brillando ahí! Él era igual que los otros niños, y creo que tenía mi edad, ¡pero él podía brillar igual que las estrellas! ¿Por qué yo no puedo brillar de esa forma? ―Preguntó, volteando hacia su madre luego, quien tenía lágrimas en los ojos. ―Mami, ¿estás llorando por mi culpa? De verdad me siento bien ahora ―Volvió a decir. ―Y el niño, ¿encontró un amigo para jugar? No pude ir con él ―Se lamentó.

Pero ninguno de sus padres respondió, sino que intercambiaron miradas entre ellos, aceptando el mayor de sus miedos: Seokjin había nacido con la maldición de Seokmin.

Mundo fabricado [KSJ+MYG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora