Mundo fabricado [KSJ+MYG]

Epílogo: La parte más increíble

"Fue así como, después de 500 años de infortunio para la familia Kim, Kim Seokjin rompió la maldición que los mantenía esclavizados. Y aunque no pudo cambiar el destino escrito para él, pasó su último día con Min Yoongi, como si hubieran caminado de la mano toda su vida.
Dos jóvenes le enseñaron al universo, que el amor idealizado en un mundo fabricado, jamás sería tan valioso como la difícil creación de un vínculo real. Y, por lo tanto, para los dioses no hubo un amor más grande que ese.
Desde entonces, no existió amor más real que el que Seokjin y Yoongi compartieron."

Jungkook cerró el libro, mirando al pequeño grupo de niños que había seguido la historia con absoluta atención. Sin importar cuántas veces la contara, los ojos de todos siempre lucían tan expectantes como la primera vez, intentando imaginar un mundo donde los dioses del amor, castigaban a aquellos que intentaban imponerse sobre ellos y bendecían a quienes demostraban amor verdadero. Como en los cuentos de hadas, pero sin finales felices. O al menos, la mayoría de ellos, no sabían si considerar feliz tal final.

―Tío Jungkook ―una niña se atrevió a alzar su mano―. ¿Qué pasó con Yoongi y Seokjin después? ―quiso saber―.

―Lamentablemente, no lo sabemos, Seri ―admitió con una sonrisa melancólica―. Sin embargo, estoy seguro de que, donde sea que estén, ellos siguen amándose como lo hicieron en vida. Así es el destino de las almas gemelas bendecidas por Anteros. Sin importar qué, sus almas volverán a encontrarse, una y otra vez

La niña sonrió, conforme con la respuesta, imaginando una historia de amor que solo podía compararse a la leyenda del hilo rojo. El hilo rojo podía enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse, pero jamás romperse. Si Seokjin y Yoongi habían sido bendecidos por el dios del amor correspondido, probablemente este se aseguraría de unir sus vidas por dicho hilo.

Jungkook se despidió del grupo de niños después de eso, saliendo del orfanato donde, un día hace varios años, Yoongi fue a parar. Diez años después de su pérdida, aún intentaba buscar cosas que lo unieran a él. Y entre esas divagaciones, creyó que el mayor habría sido feliz de que hiciera servicio social para aquellos que lo necesitaban. ¿Qué era una tarde a la semana con esos pequeños, comparado al apoyo que recibió Yoongi en aquel entonces? Jeon sentía que ni el trabajo de mil años, recompensaría el bien de las personas que habían sido parte de la vida de Min.

Porque, aunque fue corta, ¿no había logrado superar las adversidades gracias al apoyo indicado? Estaba seguro de que su mejor amigo lo habría visto así.

―¿Se portaron bien hoy? ―preguntó Taehyung, quien lo esperaba afuera del edificio―.

―Tal y como siempre ―rozó sus labios en un beso, entrelazando sus dedos después―. ¿Cómo va la campaña de navidad?

―Perfectamente, solo que tendrás la difícil misión de ayudarme a seleccionar los regalos de este año. Sabes que Jinsoul está demasiado ocupada ahora que es madre ―jaló de él, emprendiendo el camino hacia la parada de autobuses―. Por cierto, ¿les contaste esa historia de nuevo? ―se atrevió a preguntar, recibiendo un asentimiento automático del menor―. Todavía me parece increíble que hables de ellos como si fueran una leyenda ―rió escéptico, aun sintiendo una pequeña espina en su corazón, cada vez que pensaba en su primo―.

―Hyung, ¿sabes cómo trascienden las leyendas? ―preguntó, mirándolo fijamente―. Son relatos tan populares, que pasan de voz en voz, de generación en generación. Pero, alguien debió comenzarlas, ¿no? Me aseguraré de inmortalizar a Seokjin y Yoongi, para que, cuando no estemos, el mundo todavía sepa cuánto se amaron los dos ―dijo con decisión―. Y, ¿quién sabe? Quizás esos niños tengan hijos y les contarán esta historia. Esos niños tendrán hijos también, y continuarán pasando la voz. Entonces, en unos años más, puede que exista otro Seokjin y otro Yoongi, que, tal como en la leyenda, se conocerán y amarán