Sospechas

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Narra Diedre

Sus brazos refuerzan el abrazo y su nariz se inunda en mi cuello. Titubeo al sentir tal cercanía lo que hace que me separe con brusquedad.

-Em...Yo...T-te veo en el desayuno- habla antes de alejarse y hacer la intención de irse. Pero le cojo de su brazo metálico evitando que lo haga.

-Barnes, no le digas lo que ha pasado a nadie. Nadie puede saber lo que ha pasado esta noche- le hablo demandante. Él mira al suelo una fracción de segundo antes de volver a mirarme.

-¿El qué ha pasado?

Sonrío satisfecha y le dejo libre para que él se marche a paso rápido. Suspiro exajeradamente mientras le observo ir escaleras arriba.

-¿Diedre?- una voz masculina hace que me sobresalte. Me giro a enfrentar al dueño de esa voz y pestañeo varias veces.

-H-hola Steve- tartamudeo rezando a los dioses para que no haya visto a Barnes.

-¿Qué haces a estas horas despierta?- pregunta con una leve pincelada de preocupación en su voz.

-Quería rememorar viejos tiempos- miento mientas le intento sonreír. Pero extrañamente me sale una mueca.

-Ya veo...- habla con una pequeña sonrisa.

-¿Dámos un paseo? Aún ha amanecido, no creo que el desayuno esté aún- habla mientras extiende su brazo queriendo que me agarre.

-Conozco un sitio genial para ver el amanecer, además está cerca- comento después de unos segundo de silencio.

-Me encantaría verlo- comenta con una sonrisa. Imito su acción y los dos prendemos camino hacia una pequeña colina a 100 metros detrás de palacio. 

-Debemos darnos prisa si queremos verlo- informa Steve divertido antes de cojerme de la mano y empezar a correr exajeradamente rápido.

-¡Por todos los dioses! ¡Ese suero es milagroso!- grito mientras intento seguirle el ritmo. Cosa que me es imposible.

Corremos colina arriba, y al llegar a la cima el sol comienza a asomarse dejando tonos anaranjados en el cielo. 

-Sin palabras ¿eh?- comento, recupernado aire, al ver como Steve mira el cielo.

Los dos nos sentamos en silencio en la colina en completo silencio.

-Steve- le llamo después de varios minutos de silencio. Él se gira a mirarme con sus ojos azul cian. Iguales que mi ojo izquierdo.

-¿Cómo conociste a mi madre?

Mi pregunta al parecer le pilla desprevenido ya que tarda bastantes segundos en responder.

-Yo era un chaval enfermo. A los 27 años pesaba 40 kilos y media metro cincuenta- comienza a narrar con una sonrisa triste.

>>Cuando llegó la guerra quería entrar al ejército de cualquier manera. Falsifiqué mis datos cinco veces pera intentar entrar. Hasta que una noche, la anterior a que Bucky se marchara junto al 107...Sorprendentemente me aceptaron. A la semana siguiente me encontraba en una base militar entrenando junto a los demás cadetes. Y allí es donde ella estaba- deja de narrar lanzando un leve suspiro.

-La primera vez que la ví ella se presento como la mujer que nos entrenaría. Uno de los cadetes comenzó a burlarse por ser una mujer...Los hombres éramos imbéciles en ese tiempo. Pero bueno, ella se mantuvo firme le hizo ponerse al frente y le pegó un puñetazo lanzándolo al suelo- habla con una sonrisa orgullosa mientras hace la acción del puñetazo hacia el aire. Haciendo que suelte una carcajada.

Born to die (Bucky Barnes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora