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Los ojos de Jeongin estaban posados en aquél pelinegro que recién se había unido a la empresa. Su cabello se veía suave y caía delicadamente a los costados del rostro del mayor. Yang parecía embobado mirándolo, faltaba que abriese un poquito la boca y la saliva comenzase a caer para que Seungmin se burlase de por vida de él. 

—¡Jeongin! Pobre Hyunjin, va a pensar que querés comertelo.

—No tendría problema, pero todavía no —el más joven rió bajo la mirada seria y asqueada de su mejor amigo. 

Ató lo cordones de sus zapatos y esperó parado a Seungmin, mirando como su amigo se tomaba todo su tiempo para guardar los libros en su mochila y tomar su botellita de jugo. 

—¿Cuándo vas a empezar a traer agua y miel? Siempre traes ese jugo de pomelo y ya te dijeron miles de veces que te hace mal a la garganta —Jeongin reprochó al pelirrojo, quien solo lo miró y llevó la botella a su boca para tomar un largo trago.

—Si como miel, pero en casa, y agua tomo cuando tengo sed; y no tengo sed cuando canto. 

El pelinegro rodó los ojos y se dirigió a la clase de baile. 

—Va a darte sed mientras entrenemos.

—Entonces vas a compartirme un poquito de agua —pasó un brazo por sobre los hombros de su amigo y lanzó una bonita carcajada. 





Jeongin entró corriendo a la sala, esperando encontrarse con las únicas personas que solía ver allí en esos momentos; todavía faltaban diez minutos para que la clase comenzase.

—¡Felix! ¡Chris! —gritó al momento que bajó la vista y apoyó sus manos en sus rodillas para tomar aire— No saben lo que pasó hoy, hay un chico nuevo y —levantó los ojos y no pudo hacer nada más que guardar el insulto que estaba a punto de soltar— ¡Ay! ¡Por tus pecas!

—¿Jeongin? —Park Jinyoung, uno de sus compañeros más grandes, se acercó a él y colocó una mano en la frente del menor— ¿Estás bien? Te pusiste pálido como si hubieses visto un fantasma.      

Yang apenas fue capaz de decir algo, aquél chico nuevo llamado Hyunjin estaba en la misma clase de baile que él. ¿Qué hacía él ahí? Se dirigió a su lugar luego de asegurarle a Jinyoung que estaba bien y no tenía fiebre ni había visto a un fantasma allí, aunque la segunda opción era la que más se acercaba a la realidad.

Se sentó al lado de Felix y Chris, quienes casualmente se encontraban hablando en inglés de algo que, probablemente, solo sabían, o debían saber ellos.

—Hola, el bebé del grupo llamando a los australianos —saludó el menor agitando su mano frente a los dos pares de ojos extranjeros.

—¡Innie! —el peligris lo tomó entre sus manos y lo estrechó como si de un muñeco se tratase— ¿Qué pasó cuando entraste? 

—A Jinyoung casi se le cae la peluca cuando te vio pálido. Pensó que ibas a desmayarte y salió corriendo en tu búsqueda —Felix rió a carcajadas solo.

—Jinyoungie no usa peluca, de todas formas —volvió su atención a Bang y habló más bajito que de costumbre, borrando su expresión sonriente, cambiándola a una preocupada—. Es que quería contarles del chico nuevo, suponiendo que solo ustedes estaban acá, y resulta que el chico del que les quería hablar también estaba acá. Me muero, Chris. Ayuda. 

Jeongin comenzó a toser con sus manos en el pecho, ganándose miradas confundidas de los dos australianos y una llena de miedo de Park . Una vez hubo terminado, se recostó sobre Chris y dejó caer sus brazos a los costados de su cuerpo y sacó la lengua exageradamente.

—¡Christopher Bang! —Jinyoun gritó y se acercó al pequeño Yang— ¿Podés cuidar mejor a Jeongin? Sos un peligro. Miralo, pobrecito. 

Seungmin se acercó y dejó caer la mitad de la botella de agua de Felix sobre la ropa de su mejor amigo.

—¿Quién fue el descarado que me mojó todo? —gritó levantándose a la velocidad luz y señalando su remera.

—Está vivo y gritando, no te preocupes —el pelirrojo dio una palmada en la espalda de Woojin y dejó la sala. 





Jeongin había conseguido reemplazar su remera mojada por un buzo súper grande de Felix, quien rió al verlo con aquella prenda que tenía escrito en inglés "Amo a mi abuelita". Ese, definitivamente, no era el día de Yang Jeongin, y pensaba que ya nada malo podría pasarle. 

El profesor entró, dejando la sala en un incómodo y repentino silencio. Jeongin sintió el frío de tener el pecho húmedo, Jinyoung y Chris dejaron de pelearse sobre quién cuidaba mejor a los menores del grupo, Felix dejó de hacer bromas con Jisung, y Seungmin dejó de tomar jugo de pomelo. El único que parecía no estar en sintonía con lo que pasaba era el desconcertado y descuidado Hyunjin.  

—Hoy recibimos un nuevo alumno. Fue lo suficientemente bueno para llegar a esta clase con una recomendación, así que espero todos estén a su altura —posó su vista en Hyunjin—, y viceversa. 

Los ojos de toda la clase estaban posados en aquél chico pelinegro nuevo, en especial los de Jeongin. 

—Bien, ¿podrías presentarte? —el profesor miró a Hyunjin con una sonrisa más parecida a una mueca. 

El pelinegro se adelantó unos pasos y comenzó a hablar. Sentía que el cuerpo le temblaba aunque no estaba bailando y la lengua se le trababa. 

—Soy Hyunjin... Hwang Hyunjin y... no sé, me gustan las personas con lunares. 

Todos, hasta el profesor, lanzaron una risa entre dientes.

—Bien, chico de los lunares, empecemos con la clase. ¿Te gustaría mostrarnos tu talento? 

Hwang asintió cabizbajo, y se colocó en el medio de la sala para comenzar a bailar. Su cuerpo se movía suave al principio, siguiendo una melodía que Jeongin no pudo reconocer. Pero cuando la canción se volvió brusca y rápida, igual lo hicieron los movimientos de Hyunjin. Cortantes como un cuchillo y exactos, perfectamente exactos. Bailaba como un dios. Su cabello brincaba, y sus ojos se cerraban para sentir mejor el ritmo. Era arte. Arte en su estado puro, y a Jeongin le encantaba.   

LUNARES ━ HYUNINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora