-nueve

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Jeongin salió de su hogar con los auriculares puestos y la música taladrándole los oídos. Las manos en sus bolsillos de su enorme buzo negro, combinados con un jean rasgado del mismo color. Se sentía tan nervioso, asustado y ansioso por el simple hecho de ver a Hyunjin luego de lo que había pasado. Ese día no se había molestado en pintarse aquellos lunares; él único al que quería impresionar era al pelinegro, y si ya sabía que eran falsos, no eran necesarios. Se sentía tan estúpido. 

Seungmin se había quedado en la casa del menor, pues aún no era tiempo para sus clases de canto, mientras que Yang debía realizar la prueba para la presentación en la que interpretaría Wow; Kim había logrado adaptar la canción de Chris y su squad, 3racha, a la perfección para él. 

Jeongin entró al salón de rap, emocionado al ver que aún no había nadie y podría dar una última repasada a su canción en paz. Sacó la hoja de su mochila y comenzó a rapear, imaginando que frente a él, estaba Hyunjin escuchándolo y sintiendo cada palabra que pronunciaban sus labios. 

Una vez terminó, unos aplausos se oyeron desde la puerta de entrada.

—¡Chris!—el menor sonrió al verlo y corrió a sus brazos.

Sin decir nada, Bang lo recibió; Yang rara vez era así con él, y el hecho de tenerlo entre sus brazos, sintiendo como hundía su rostro en su pecho, hizo que se diera cuenta de lo frágil que resultaba ser el menor en ese momento, pidiendo por cariño y atención.    

—Mis lunares eran falsos, y Hyunjin lo descubrió—explicó sin alejarse del pecho del australiano—. Por cierto, tu perfume es rico, Chris. 

—¿Vamos a mi estudio?

—Tengo que practicar.

—Lo haces excelente, no hay nada que corregir ni cambiar—susurró peinando el cabello negro de Yang—. Y el profesor no va a notarlo. Tengo dulces y jugos de varios sabores para convidarte. 

Jeongin se separó del abrazo y asintió sonriendo. Los dulces eran y serían siempre su debilidad.





La torta de frambuesa que Chris guardaba en el pequeño refrigerador de su estudio estaba deliciosa. Jeongin casi que olvidaba los problemas con Hyunjin mientras comía sin descanso, apenas dándose tiempo para tragar y no ahogarse. 

—Los arreglos de Wow quedaron geniales, Jisung y Changbin van a amarla—comentó el australiano con la mirada clavada en Yang.

—Cuando te la pedí no sabía que ellos eran parte de 3racha. Pensé que eran chicos que no conocíamos, de un aura oscura y rapera—Jeongin rió mentalmente frente a lo que iba a decir—. Pero son como tus bebés. 

La puerta se abrió repentinamente y un muy enojado Changbin entró seguido de un indignado Jisung.

—¡No parezco un bebé, pequeño niño tierno!

—Seguro decís eso por mis cachetitos preciosos, ¡eh! 

—Yo...—intentó disculparse Jeongin, pero la estruendosa voz de Felix entrando en la habitación no se lo permitió.

—¡Jeonginnie! Hyunjin te busca, está en el patio bajo el cuarto árbol contando por la derecha. Adiós.

Sonrió, y antes de dejar la habitación, tomó la muñeca del pequeño Changbin para llevarlo con él. 





Las manos de Jeongin temblaban. Hyunjin quería verlo a él. ¿Le diría que estaba muy enojado porque le mintió? Antes de salir al patio, acomodó su buzo y un poco su cabello, y reflejándose en la pantalla de su celular, cuidó no tener ninguna miguita sobrante del pastel de frambuesa en la comisura de sus labios.     

Hyunjin estaba parado, apoyando su espalda contra el árbol mientras miraba desinteresadamente algún punto en específico. Sus manos reposaban en los bolsillos delanteros de su pantalón. Al ver a Jeongin acercarse lentamente hacia él, su postura cambió de forma drástica.

—Hola—saludó bajito el menor, realizando un apenas perceptible movimiento de cabeza.

—Hola, Jeongin.

—Em... Yo quería pedirte perdón... por haberte mentido sobre mis lunares—dijo luego de que un incómodo silencio se haya instalado entre ellos. 

—Iba a esperar a que me lo dijeses, pero como no lo hiciste lo dije yo—llevó una mano a su nuca —. Quería saber por qué lo hacías, que te motivaba a pintar tu bonito rostro con un marcador marrón. 

El corazón del pelinegro menor dio un salto, a pesar de haberle mentido, seguía diciendo que su rostro era bonito. ¿Por qué Hwang Hyunjin tenía que ser tan dulce? Yang pedía tregua para su pobre corazón. 

—Jeongin, ¿vas a responderme?—la voz de decepcionado de Hyunjin era más grave que de costumbre, y el menor se sentía tan débil sabiendo que iba dirigida hacia él.

—Cuando te presentaste dijiste que te gustaban los lunares... Y yo no t-tenía ninguno, y vos me gustabas mucho y a Felix se le ocurrió que si me los dibujaba yo te iba a gustar, y Jisung dijo que era una buena idea, y Jinyoung dijo que no, pero no le hice caso. Y después apareció Soomin, con todos sus lunarcitos hermosos y te dio muchísimos besos y él es mucho más lindo que yo; aparte tiene lunares, y yo no, los míos son falsos, de mentira. 

—Ey, ey. Alto ahí, pequeño—las manos de Hwang se posaron en los hombros de Jeongin, provocando que este levantase un poco la mirada hasta encontrarse con la contraria—. Cuando te vi llamaste mi atención, pero nada más que eso. Aunque cuando hablamos por primera vez sentí algo tan profundo por vos, y quise acercarme y conocerte a fondo, saber tus miedos y tus gustos. 

—Hyunjin...

—Nunca debiste pintar esos lunares en tu cara, Nini. Sos precioso así.

Sonrió y sus manos subieron, acunando el rostro del menor entre ellas. Sin darle tiempo a Jeongin para reaccionar, plantó un suave y corto beso en sus labios, para luego separarse y mostrar la bonita sonrisa que se había formado en sus ojos.

—Te quiero, Jeongin. Y me gustas así.

—Yo también... También te quiero, Hyunjin.         


LUNARES ━ HYUNINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora