«Capítulo 20»

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Escuché cómo tocaban la puerta para proceder a abrirla. Era Marcus.

En cuánto lo ví, me le avalancé encima y empecé a golpearlo mientrás lágrimas se escapaban de mis ojos.

—¡¿Dónde coño estabas?!
Le grité.

—Cálmate Anni, por favor...

Seguía golpeándolo sin piedad alguna hasta que él me empujó levemente contra la pared y sostuvo con medida fuerza mis manos.

—Cálmate porfavor...

Dijo en un susurro.

Mi pecho subia y bajaba. Mi cuerpo temblaba frenéticamente y sólo lloraba. Lo miré a los ojos y lo abracé cuándo él me soltó.

Él me respondió al abrazo y me susurraba que todo estaría bien y yo le quería creer.

—Tuve que hacer algo que no quería porque pensé que si Louis te llamaba te iba a descubrir en el armario...

Dije en llanto calmado y abranzo mis rodillas.

—Yo... Lo siento.. Me fuí en la noche cuándo dormían.

Dijo apenado y con lastima en sus ojos.

—Anni.. No te voy a pedir que me digas que hiciste. Es más... Toma.

Me acercó un plato de comida china con una coca-cola muy fría.

Empecé a comer decesperadamente mientrás Marcus me miraba con lástima.

—No me mires así.

Espeté dejando de comer, su mirada cambió a una confusa.

—Si no me vas a ayudar a salir de aquí y sólo me vas a traer comida y ver cómo me pudro... Entonces no me mires así.

Dije con furia en mis palabras. Estaba arta de todo. Arta de Louis. Arta de esta situación. Arta de Marcus y su mirada de lástima.

—Anni... Yo.. Si te quiero ayudar.

—¿Ah si? Entonces usa tu jodida profesión para meter a mi tío a la carcel, tú tienes las pruebas que conseguí con mi exnovio.

—Me ves todos los días y me traes comida, es más... Grábame. Graba las condiciones en las que me encuentro.

—Anni yo...

—¿Lo ves? No lo vas a hacer. No te atreves a revelarte contra Louis. Le temes. No tienes los putos huevos bien puestos.

Marcus se paró de golpe y su expresión ahora era una de enojo. Se frotaba la cara en decesperación de no saber que hacer.

—Si yo.. Si yo quisiera lo hundiría, ¿entiendes? ¡Le arruinaría su jodida vida!

—Pero no quieres...

Sus ojos me miraron con decisión.

—Eso se acabó.

Una sonrisa se asomó por sus labios y me contagió.

Sacó su teléfono y me dijo...

—Empecemos a grabar.

¿La esperanza es lo último que se pierde no?

VioladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora