Cazador. •Malec•

(42)

— Mira, no porque esté sufriendo tienes que venir a consolarme, los Nephilim nos enfrentamos a todo, lo superaré brujo.

El niño Herondale se ha negado a tomar el líquido borra memoria que me costó preparar, al contrario lo ha hecho estallar por el suelo para que nadie lo haga dejando que se pierda una bebida por la cual trabaje por horas en una habitación donde estaba traspirando hasta el último pelo de mi cabellera. No me he molestado, no he dicho nada, solo lo he limpiado y he tratado de repetirme que está sobrepasando una situación fuerte, trato de hacerle el favor a su Parabatai que me pidió consolarlo, pero ahora este niño se está comportando como un verdadero idiota al rechazar cuando vine a ofrecer mi ayuda, creo que solo lo voy ignorar y lo ayudaré cuando en verdad lo necesite o solo me dará un mal rato si sigo con esto.

— Tus ancestros han dicho lo mismo, creo que lo harás, eres un Herondale— me resigno— puedes irte a llorar y lamentar en silencio en unas de las habitaciones, y después salir con un pensamiento nuevo, diciendo que ya nada te hará sufrir otra vez, que tú corazón se cerrará a todo los sentimientos, que no mereces ser amado, bla, bla y bla.

Levanto mis brazos para indicarle con una mano que las habitaciones están por el pasillo de al frente, la habitación que está al lado de donde se ha ido a quedar Isabelle, esta vez he tapado todas la ventanas y he puesto alarmas por si alguno más se me escapa, nadie saldrá de esta casa sin que yo lo note, los voy traer de vuelta y los voy encerrar en una jaula para que se queden quieto si es necesario. Al no ver reacción de su parte suspiro y me vuelvo a sentar a su lado, esta vez hablaremos serio, somos los únicos en este lugar ya que mis niños están ocupando mi habitación y no creo que sea utilizable después.

— ¿Sabes cuántas pérdidas he tenido yo en esta vida?— le pregunto— ¿Sabes con cuantas personas me he cruzado en esta vida inmortal que llevo?

— ¿Muchas?

— Diecisiete.

— ¿Diecisiete?— pregunta asombrado— ¿Enserio diecisiete? ¿En toda tu inmortalidad?

— Mucho más que eso niño, más que eso— respondo— y muchos de ellos he sido testigo de cuando se han ido, han muerto, he visto su muerte justo cuando los han atrapado, pero a pesar de ser el gran brujo de Brooklyn nunca he estado solo para el consuelo. No debes cerrarte a este sentimiento, no lo hagas como tus ancestros, si tienes personas a tu lado que quieren apoyarte. Alexander me ha pedido que te consuele.

Tenemos una charla un poco particular, ha hablado a su manera, a su ritmo y no lo he apurado, los Herondale a cambiar de tiempo, de cuerpo, de mundo, siempre tienen esa particularidad de tomar su tiempo para soltarse cuando el dolor los tiene acorralado y más alguien con la vida que vivió este niño antes de llegar a las manos de los adultos Lightwood, sé que en sus sangre corre pura sangre de ángel, porque sé que es un experimento más de Valentine, lo descubrí a ver sus runas brillar, aún no se cómo ocurrió, pero algún día lo descubriré. 

Termino sabiendo el amor que sentía por la niña Morgenstern, como se conocieron, lo que vivieron y detalles que no quería saber pero no pude interrumpir, también supe el dolor que sintió a descubrir la traición de ella hacía él y lo que le paso por la cabeza a la hora de matarla, la ira de la traición frente a su cara, solo no quería verla en los brazos de sus hermano, ese que estuvo escondido en las sombras, toda la verdad que le mostraron a sus ojos se volvieron afirmativa en ese momento en que movió su mano con la espada hacia la espalda de la chica. En ese momento volvió a quebrarse y llorar diciendo que debía hacerlo, no podía parar y era verdad, nadie puede no parar cuando todo los funcionamiento de la cabeza se han apagado, solo quedan la ira, el enojo, te controla por esos minutos hasta que todo se acaba.

— No te diré que no dolerá, porque dolerá más que los infiernos, pero esta vida sigue niño, esta vida sigue por las personas que te aman y amas— le digo— no tengo consejos, porque el dolor de la perdida de muchas personas al sobrepasar por mi siguen aquí, en mi corazón, pero como lo hice con tus ancestros algún siglo atrás o décadas, ofrezco mis oídos para escucharte y mi voz para aconsejarte si lo necesitas.

— Gracias brujo, digo Magnus ¿Puedo llamarte Magnus?— pregunta— creo que te merecemos dar una disculpa por los daños que hemos causado, aún sigo sin creer que hemos estado al lado de estas personas, los verdaderos culpables.

— Si, puedes llamarme así— sonrío— todos nos equivocamos algunas vez, lo bueno es que lo estén remediando, tú y tu Parabatai harán un nuevo mundo, el mundo de antes, si todo va bien para mi gente entonces todo estará bien conmigo.

Hablamos de sus ancestros, no sabía de ellos y le había dado la curiosidad de porque los alababa tanto, si los hubiera conocido, si hubiera conocido a Will Herondale se daría cuenta el parecido de comportamiento, de conducta, de gesto, de palabras que tienen como si se hubiese pasado en generación en generación, es algo que se marca muy bien, les conté de los Lightwood y la diferencia que hay entre ambos apellidos. 

Le respondí a la dudas de mis diecisiete parejas, diciéndole que no solo eran parejas, algunos eran amantes o solo encuentros, y que en verdad se definía en diecisiete mil personas que he cruzado frente a mí, en cierto rato hablé de mi familia, la familia Fell fallecida y se lamento por haber participado en aquello, hablamos de los Morgenstern y sus actos, de sus antecedentes y del primer círculo, de cómo fue derrocado pero no castigado, y que este levantamiento había sido más fuerte, con el apoyo de todos los Nephilim importantes. 

Y en un momento inconsciente hablé de su Parabatai, pero solo por un momento cuando me di cuenta que lo había clasificado como una buena y encantadora persona al conocerla, de las cual entraban en mi mirada de interés por sus rasgos físicos que tenía. Creo que ha sido culpa de los tragos que he hecho aparecer al comienzo de la conversación, sí, eso debe ser.