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Maldita sea, porque no logro guardar para mí mis sueños en noche de borracheras, he sido descubierto y nada más que menos por Herondale, un chico que de seguro usará todo para burlarse y si quiere extorsionar, ya ha dicho la mitad de las cosas, no...

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Maldita sea, porque no logro guardar para mí mis sueños en noche de borracheras, he sido descubierto y nada más que menos por Herondale, un chico que de seguro usará todo para burlarse y si quiere extorsionar, ya ha dicho la mitad de las cosas, no puede decirle de la conversación que hemos tenido en medio de esa borrachera, creí que al estar ambos ebrios no se acordaría, ni yo lo haría, si ni quería decirlo, es como si las palabras solamente salieron de mis labios, sin cruzar por la razón a parar a analizarse si era válido o no. 

Solo salió como si fuera algo de corazón, pero solo ha sido agonías mías, agonías de un brujo borracho que debe aprender a no tomar más menos en esta épocas, puede pasar cosas peores y no quiero que niño chusma este agarrando todo lo que digo para su beneficio.

Miro hacia arriba viendo a Alexander y Jace camuflados en el árbol, hace solo minutos decidieron subirse allá arriba para mirar Alacante, algo que me quisieron ordenar a hacer pero no lo acepte, nunca voy a manchar el traje importado que llevo por eso, ni aunque esté en medio de una lucha, sé que no me cuesta conseguirlos, muchas diseñadoras preparan mis trajes solo y exclusivamente para mí pero no haré esto de arruinarlo, me encariño mucho con las telas para perderlo muy rápido, quien toque o rompa alguna de mi vestimenta tendrá un odio muy grande de mi parte y no voy a medir mis fuerzas.

— No puede ser— maldice Alexander— Magnus, están camuflados, vienen hacia acá.

— Eso es obvio niño Nephilim ¿Acaso no te acuerdas que tengo un localizador de ustedes en sus máquinas? Aunque sabiendo que no pueden trabajar en Alacante con ello, han salido a patrullar o tienen a Lilith diciéndole donde ando, aunque puedo jurar que es mi padre quien me ha vendido por unos sacrificios, le gusta comer Nephilim —digo— Puedo jurar que tú y todo tu equipo eran quienes controlaban eso.

Veo como ambos murmuran un poco molesto por aquello sobre mi comportamiento en estos momentos donde vienen a ataques, es que no estoy asustado, no creo que suceda nada, son Nephilim de bajo potencial, y yo soy un brujo, puedo con ello.

— ¿Y por qué no lo dijiste antes?— se mete Jace.

— Porque deberían saberlo ustedes, les he mostrado todo para que vean que Valentine trabaja con demonios.

Veo como Alexander le indica algo a sus Parabatai con sus dedos, son códigos para luchas que logró casi ver con lo escondido que están, y después cae de pie a mi lado, sacando su arma más utilizada, el arco y el saco de flechas que salen de su glamour cuando chequea los dedos cerca de ellas, en su cintura están sus espadas por si algo sale mal con los Nephilim que vienen camuflados, miro hacia arriba viendo como Jace ya tiene dos espadas en sus manos por si acaso. 

Aún no puedo creer que Alexander Lightwood se haya puesto en contra de su raza, no lo ha hecho en verdad, solo de aquel hombre que mató a su familia y esté aquí, preparado para una pelea si los Nephilim, siervos de aquel hombre, no paran, esto mueve cosas dentro de mí, no sé si es alegría o solo un poco de orgullo porque lo he logrado, he cambiado la mentalidad de los niños, los tengo de mi lado, esto hemos querido lograr con Ragnor por tanto tiempo. Han estado siguiéndome desde hace gran tiempo para asesinarme ahora son mis aliados.

— Quédate detrás de mí— me dice el ojiazul.

— Claro que no niño— respondo con una sonrisa— no eres el único que sabe mover espadas y luchar moviéndose en círculos. Aprendí de los Herondale en mis épocas, debería contarte de esas historias.

Hago aparecer una espada y saco mi chaqueta para dejarla colgada en una rama de un pequeño árbol, hace mucho que no hago esto, es más nunca he luchado, solo han sido años de prácticas donde después de que el Parabatai de Will fuera convertido en hermano silencioso, nos juntábamos en la casa del Herondale, Jem llegaba por un falso llamado de heridos y se quedaba viendo, con una diminuta sonrisa las prácticas de luchas, muchas veces gane por las indicaciones del ahora hermano silencioso Zachariah encontrando los puntos débiles de su Parabatai, era como si ocupará mi cuerpo para volver a ser un Nephilim una vez más, aprendí mucho de ellos dos.

— ¿Tú luchar? Lo único que haces es jugar con tu magia y atacarnos con ellas.

— Solo mírame hacerlo niño, puede que te sorprenda y veas que soy mejor que tú con las espadas.

— Ya, solo dejen de distraerse que le he perdido la vista— dice Jace— pensé que ya se les había ido el odio que se tenían.

Cuando estábamos por responder me percato de un movimiento entre los tronco de los árboles y me arrimo a Alexander, lo más cerca posible para darle la espalda, susurrando las localizaciones de donde he visto que pueden estar, mientras yo miro la otra parte de la arboleda, estos Nephilim deben estar ordenados a matar a los que supuestamente son traidores, y a mí me vienen buscando desde hace ya años. No sé porque estoy haciendo esto, si tengo magia, si puedo traerlos capturados hasta acá y no dañarlos, porque me trato de bajar al nivel de sus habilidades mundanas. 

Tirando la espada muevo mis manos hacia todo el círculo de arboledas de alrededor y aquel aura de magia se hace notar escuchando los gritos y después como caen al suelo a nuestros pies, las espadas han sido quitadas y Jace como Alexander les apuntan con sus armas por si quieren luchar a mano. Esto es lo que soy, un brujo, no uno de ellos, mi magia me da la ventaja para hacer todo más fácil, y con menos daños, podrían haber muerto si me hubiera colocado a presumir mis habilidades con la espada. Veo a los dos Parabatai revisar a los Nephilim, aproximado diez Nephilim, sacar sus espadas y después ordenarle a que se paren.

— Corran a Alacante, denle la noticia a Valentine que estamos buscando su cabeza, si los veo por acá haré que el brujo los mate sin piedad— dice Alexander— ¿Escucharon? ¡Ahora corra!

Los Nephilim desaparecen por las arboledas y puedo jurar que se han ido, están despojados de sus armas, creyendo que los licántropos están sueltos, están en su punto de vulnerabilidad.

— Muy bien Magnus, agarra la espada, quiero ver qué tan bueno eres con ella y que tan bien te entreno el otro Herondale— comenta Jace.

Y no puedo decir que no a eso, más cuando el niño rubio se está presumiendo sin saber que puedo dar una buena sorpresa. Tuve buenos maestros, mejores que de los siglos de ahora.

Cazador. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora