CAPÍTULO XXV

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[Editado]

Punto de vista de Odd Wallace¿Que tal te va con las mujeres?

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Punto de vista de Odd Wallace
¿Que tal te va con las mujeres?

Ricardo y yo éramos primos por parte materna, éramos los mejores amigos que en una familia podía existir. Unidos como el árbol a la tierra, nos gustaba pasar tiempo juntos, salir juntos, jugar juntos y teníamos los mismos gustos. Los mismos gustos hasta con las mujeres, eso era lo malo.

Recuerdo pelear con Ricardo porque le hablaba a la cajera del supermercado, sabiendo que a mi me gustaba. Eran peleas de niños pequeños pero siempre al final del día lográbamos perdonarnos y volver a casa sonrientes.

A medida que íbamos creciendo, las peleas se volvieron más fuertes, ya no solo era por chicas que nos gustaban, era por novias que ya teníamos. Ricardo no respetaba lo que era mío, empezando por mi propia comida, siempre metía la mano en mi plato y eso me enfurecía.

Nos dimos cuenta que nuestras madres se hacían pasar por mejores amigas cuando en realidad no se soportaban, hablaban mal de ellas mismas con nosotros. Nuestros padres siempre fueron amigos, hasta el día de la entrega de la herencia.

Ambos padres repartirían las herencias a sus respectivos hijos. Ricardo y yo habíamos cumplido la mayoría de edad y estábamos listos para todo. Por un lado era heredar las empresas de la familia o heredar los terrenos extranjeros, claramente ambos queríamos la empresa pero solo sería para uno.

La decisión fue tomada y yo Odd Wallace me quedé como dueño y director de Wallace Enterprices mientras que Ricardo tuvo que viajar al extranjero a trabajar en los terrenos.

Crecimos apartados así que casi no nos veíamos. Llegó el día en que una mujer experta en economía solicitó trabajar en mi empresa. Yo acepté.

La contraté pero al verla fue amor a primera vista, esa mujer me había flechado, estaba enamorado.

No podía esconderlo así que le confesé mis sentimientos y claro, soy Odd Wallace nadie se negaría a mi. La hice mi novia y al paso de los días nuestra relación se fue fortaleciendo.

Un día Cecilia y yo trabajábamos en un proyecto cuando se anuncia la entrada de un familiar a la empresa, acepto la entrada y aparece Ricardo frente a nosotros.

Mi estómago se revolvió, verlo me traía malos recuerdos.

Ricardo se alojó en mi empresa por unos días por trabajo, pero por detrás de mi hablaba con mi novia. Hablaba con Cecilia a mis espaldas poniéndola en mi contra, contándole cosas que no eran ciertas. Cecilia lo creyó todo.

Nos fuimos distanciando hasta el punto que ella pasaba más tiempo con Ricardo que con migo.

La encontré en la cama con mi primo. Esa noche todo en mi cambió. Entré en depresión, saqué a Ricardo de mi empresa, descuidé mi trabajo por una estupidez.

Caímos en bancarrota, la empresa iba de mal en peor, hasta que la empresa vecina Aldridge Enterprices, ofreció su ayuda para levantar mi empresa, ya que hasta la mejor economista que tenía se había ido.

Aldridge Enterprices nos ayudo, a cambio de que me casara con la hija del dueño, Katrina Aldridge.

Claramente acepté, era una relación sin sentimientos y yo quería recatar mi empresa. El tiempo pasó y Katrina se volvió mi novia en público, lo que nadie sabía era que fingíamos, al menos yo lo hacía.

Katrina se volvió más como mi polvo rápido que otra cosa, la mujer no era fea pero no era mi tipo y pues...ya saben lo que pasó después.

Colette apreció y Katrina desapareció, aunque es un poco sospechoso ya que Katrina jamás se aleja de algún problema, algo trama y descubriré lo que es.

—¿Que haces aquí Ricardo?—pregunté frunciendo el ceño en su dirección.

—¿Esa será tu bienvenida?

—No eres bienvenido, corta el juego. ¿Que haces aquí?—no tenía paciencia para lidiar con el.

—Pues vine a ver que tal estaba tu actual novia, o quien sea que esté contigo ahora—lo vi sonreír en dirección a Colette.

Respire profundo, no me enojaría.

—Ricardo, habla claro acerca de tu presencia aquí o llamaré a seguridad.

—Tranquilo primo, vine porque así quiso Stanley, estoy aquí por fuerza, pero no te molestaré, lo prometo.

Me crucé de brazos y moviéndome un poco a la derecha para tratar de bloquear su mirada hacia Colette.

—Te ubicaré lejos de esta planta del edificio.

—No importa cuánto me alejes, ella siempre caerá en mis manos igual que Cecilia.

—Hijo de puta...—fruncí el ceño

—Ella también será mía, nos vemos Odd, nos vemos nena.

Guiñando un ojo salió de mi oficina pero yo no podía contenerme.

Estaba de espaldas a Colette pero no quería verla.

—¿Odd...—sentí que quiso acercarse pero me alejé

—Vete...—exigí en voz baja pero no se movió.

—Odd, no te...—no pude dejar que termine de hablar cuando mi boca dejó escape un grito—¡Vete!—había salido como rugido.

Adler notó el nivel de mi enfado y lo escuché decir—Colette, será mejor que vayas a tu oficina, déjalo solo.

Dicho eso, ella se alejó y entró a su oficina. No fue tan difícil hacer caso.

—Odd debes relajarte, Ricardo ya obtuvo lo que quiso, hacer que pierdas el control.

—Tienes razón—dije sentándome en el sillón.

—Claro que la tengo, además, le has gritado a Colette, deberás disculparte.

—Adler...—gruñí hacia el, yo no me disculpaba.

—No seas animal, deberás disculparte por haberle gritado. Por cierto, ya me tengo que ir pero no dejes que Ricardo te ponga mal.

—Estaré bien.

Adler asintió y salió de mi oficina no sin antes decir—Puedo jurar que cuando entré tenias una erección, ten cuidado que algún día los cacharán.

Con eso salió haciéndome recordar a Colette frente a mi, oh Dios, que maravilloso recuerdo.

Mi cabeza giró instintivamente hacia la puerta de la oficina de Colette debatiéndose en si debería de hablarle. No me decidí, en cambio me levanté del sillón y salí de la empresa.

Debía aclarar unas cosas con Stanley, el no sabía el problema entre Ricardo y yo, pero hoy me escucharía.

Entre al lujoso lobby de la empresa mayor encontrándome con la recepcionista.

—Buenos días, ¿En que puedo servirle?

—Buenas, vengo en busca de mi padre, Stanley Wallace.

ODDIO [REESCRIBIENDO][18+]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora