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—Señora, disculpe ¿Esta es la casa de Derek Shepherd?
Nadie espera escuchar esas palabras en una solitaria noche. Menos si vienen de un policía que puede notificar cualquier cosa, sin importar lo buena o lo terrible que sea.
Pero me tenía ahí, paralizada en el tiempo, deseando escuchar que Derek no hubiese cometido ningún error.
—Sí, es mi esposo.
—Lo lamento, señora Shepherd. Pero su esposo tuvo un accidente automovilístico, tiene que venir con nosotros.
Si tan solo me hubiese podido quedar paralizada en el tiempo. No habría deseado querer matar la angustia con tantas ganas.
(...)
Llegar al hospital llevando una carriola empujada con una mano y sujetando a Zola fue complicado. No hubo tiempo de llamar a alguien, o pedir ayuda. Salí de inmediato de casa, sin pensar en nada más que en Derek.
Una trabajadora social se acercó con una amable sonrisa y se ofreció a llevarlos, los deje ir.
Una doctora pelirroja se acercó, debió estarme esperando.
—¿Señora Shepherd?—Asentí—. Venga conmigo.
La seguí, con el corazón en las manos y las piernas queriendo desfallecer ante los nervios.
Todo lo que podía pensar es que estaba muerto y que me estaban preparando para entrar ahí y despedirme. Tenía que ver su cadáver, o su cuerpo sin reacción alguna.
—Soy Penelope Blake, la interna que estuvo trabajando en el caso del doctor Shepherd. El doctor Shepherd fue arrollada con un camión, sufriendo múltiples heridas...
La interna describió el proceso, debió pensar que quería saber cómo fue todo. Pero no era así, solo quería saber si vivía o no.
—Hicimos un TAC, le salvo la vida. Logramos tratarlo a tiempo, de no ser por eso lo habríamos perdido por muerte cerebral.
Todo volvió a su sitio, Derek seguía vivo y no tendría que entrar a reconocer su cadáver. Solo a encontrarme de nuevo con él.
—Gracias. Muchas gracias—fue lo único que dije, la interna tampoco dijo nada más. Debía estar satisfecha, su intervención le salvo la vida.
Entré a la habitación, encontrando a Derek con sus múltiples lesiones, la frente vendada y conectado a unos cuántos catéteres. Tardo en reconocerme, pero su sonrisa encantadora y adolorida fue lo que esperaba.
—Hola...Creo que esta es la forma más brusca de sorprender a alguien.
—Lo has hecho. ¿Qué paso?
—Sé que estabas a punto de llorar. Ven acá.
Llegué a la camilla y me recosté a su lado, poniendo la cabeza con cuidado en su pecho, mientras él acariciaba mi cabello. Estaba lleno de heridas, pero no le impidió tenerme cerca.
Olvidamos todo en ese momento, solo éramos nosotros dos.
Sentir su corazón latir fue la máxima prueba de que mi cabeza no estaba creando ningún escenario falso para ocultar una realidad trágica.
—¿Ahora sí puedo saber?
—Hoy fue un hermoso día para salvar vidas. Salve a cuatro personas de un accidente en la carretera y luego me distraje. Ese camión vino de la nada y estrelló el auto. Afortunadamente, la mujer de allá—Señaló a la interna Blake—, insistió en que me hicieran un TAC a tiempo, si no hubiera sido por ella ahora estaría muerto por culpa de esos incompetentes.
—Entonces pudo pasar cualquier cosa.
—Siento haberme ido.
—Ya no importa, Derek. Volviste.
—Tú y los niños son toda mi vida. No quiero volver a ir tras las cosas que me apartaron de ustedes. Jamás, no me iré, Meredith.
Suspiré, sonriendo y disfrutando aún del latir de su corazón. Sé que no volveríamos a perseguir las cosas que nos apartaron, teníamos una vida juntos que mantener.
Haciendo todo de nuevo, tal vez cometiendo mismos errores, pero también aprendiendo de ellos.
Una vida juntos, amándonos.
Y también, con un nuevo bebé en camino. Fueron dos grandes noticias para un mismo día.
