“Algún día cuando me dejes, apuesto que aquellos recuerdos te perseguirán”.
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La relación entre Addison y Alex escaló rápido, empezando como una titular y un residente con problemas para trabajar juntos y luego siendo amantes, se necesito de una sola noche en un bar para explotar la tensión entre ellos. No fue la clásica transición del odio al amor, tuvo un intermedio de pasión antes de que terminará uno y empezará lo otro.
Fueron incontables encuentros, unicamente para saciar la necesidad de ambos. Parecía que sería una relación corta, que pasaría desapercibida, hasta que tomó un par de meses y el rumbo cambió.
Las cosas habían salido bien, bastante bien. Hasta que Alex de repente recordó su tipo de relación y lo aburrido que empezaba a ser tener solo una compañera de cama. Aveces pensaba en una mujer con sus mismos planes de vida y ambiciones. No una que tenía por ratos y luego la perdía.
Sabía en el fondo que Addison también tenía sus propias ambiciones, pero no eran con él. No se puede pasar de ser un amante al hombre de los sueños de una mujer. Si fuera ese hombre, entonces ella se habría comprometido a seguirlo.
Él también sabía que no era competencia ante hombres con historias profundas como Mark y Derek. Addison nunca se enamoraría así de él.
Había aprendido a soltar antes, una vez más no haría la diferencia.
(...)
Llegó a ese lugar, el mismo hotel, la misma hora. Pero parecía que ambos sabían que ese día algo cambiaría, el aire se sentía pesado en una mezcla de tensión e incomodidad.
Pero eso no definió el rumbo de las cosas, apenas emitieron un par de palabras antes de despojarse de las penas y sus ropas. Ni siquiera eran ellos, lo que hablaba era la necesidad de tenerse por una última vez.
No había que resistirse, después de todo este era el fin.
(...)
Tembló debajo suyo, mientras que sucumbia al calor del cuerpo contrario. Alex beso su cuello y se dejó caer a su lado, sudando y jadeando por el intenso encuentro.
Permanecieron escuchando la respiración del otro, hasta que Alex decidió hablar.
Tal vez aún quedaba algo que rescatar.
—Deberíamos salir de esta ciudad. ¿No has pensado en una vida fuera de aquí?
—Claro que sí. No pensé que tú también lo pensarás, tienes tu vida aquí, yo perdí parte de ella.
—¿Eso significa?
—Que no he pensado en nosotros, si esa era la pregunta.
—Claro, yo sé las condiciones de esta relación. Yo solo soy el tipo con el que te acuestas, pero no quieres nada más.
Addison suspiro y se dio la vuelta, dándole la espalda. Lo venía sospechando e incluso se preparó para ese momento, sabía que la diferencia entre ellos en cualquier momento se asomaría.
—¿Acaso no fui clara? Eso fue justo lo que acordamos. No te obligue a nada, hiciste todo por tu cuenta.
—Sí, lo hice porque así lo quería antes. Pero ha pasado tiempo, creí que las cosas podrían ser distintas.
—¿Qué seríamos novios? ¿Nos casariamos? No quiero comprometerme a nada y te lo dije, tú lo sabías.
Alex se sentó en la cama, molesto. Addison dio la vuelta, no podía ser sincera sin mirarlo a la cara.
—Supongo que ahora es el momento en que piensas que accedere a lo que me pidas porque te enamoraste—Addison rio sin gracia, al final negando con la cabeza—. Enamorarse cuando no había nada, solo esto.
—Pues pasó.
Addison podía desearlo, pero el querer algo no ameritaba soportar estar bajo condiciones. Fue clara desde un inicio, no cambiaría nada por Alex.
—Y lo tendrás que olvidar. No cargare con ninguna responsabilidad ¿Me oyes? Ambos sabíamos lo que hacíamos y lo que implicaba. No eres una víctima y yo no te engañe.
—No te estoy culpando de nada. Estoy confesando lo estúpido que fui al pensar que tenía oportunidad de algo más.
Addison bajo la guardia, ese era el momento de decir el otro motivo por el que vino.
—Es cierto, nunca tendremos una oportunidad. Es la verdad. Me voy a ir a Los Angeles, quiero una nueva vida y tú no eres parte de ella.
Alex quedo sin palabras, sabía del carácter fuerte de Addison pero esta era la primera vez que recibía un rechazo tan frío.
Pero en ese entonces seguía siendo el mismo tipo que se molestaba ante la menor provocación. No tardo en levantarse y empezar a vestirse con rabia.
—¿Ah, sí? No importa. Pues yo también vine a terminar contigo. Te crees mejor que yo y nunca me has respetado.
—Yo solo soy un capricho, Alex. No diré nada más que eso.
Alex finalmente se resignó, no quedaba nada que salvar.
—Mierda, ahora entiendo todo lo que decían de ti. Eres un infierno, Addison.
—Bien, terminé con esto. Vete, no quiero verte más.
Alex se mordió la lengua para no insultarla como deseaba hacerlo, sólo terminó de vestirse y camino a la puerta, no sin antes deshacerse bruscamente de cosas que estaban en la mitad.
Llegó a la puerta y la miró por sobre el hombro, una última mirada llena de resentimiento aunque no fuese culpa de ella.
—No importa, mi recuerdo te perseguirá. No habrá día que no sientas el remordimiento por esto.
Addison negó. Su decisión era madura, no lo estaba ilusionando y finalmente le dio libertad.
Habría sido más cruel dejar que avanzará y doliera más después.
—Creceras, Alex. Vas a entenderme cuando dejes de necesitarme.
Cayó de espaldas en la cama, soltando un suspiro. Lo último que escucho fue la puerta cerrarse con fuerza.
Se iría a buscar una nueva vida, todo lo demás dejó de importar.
(...)
El tiempo pasó, un par de años en Los Angeles le dieron a Addison lo que quería para empezar una vida más emocionante, mientras que Alex siguió en Seattle afianzando su carrera y descubriendo otras personas.
Addison tuvo razón, él creció y se dio cuenta de que nunca habrían tenido oportunidad. Hizo lo correcto, ambos ahora lo sabían y tal vez hasta lo agradecían.
Aunque...
Algunas veces ambos pensaban en el pasado, recordando la pasión intensa con la que vivieron y la despedida ácida que los hizo terminar en cenizas. Nunca volvieron a verse o saber del otro, porque así era mejor, pero siempre podían tener una pequeña memoria viviente: Entre sueños y anhelos de una época más salvaje.
