“Nunca nada había válido la pena. Bueno, tú eres la única excepción”.
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—¿Parque de diversiones? Pensé que iríamos a un bar o algún sitio de la ciudad. Como solemos hacer cuando hay días libres.
—¿Habría sido mejor?—inquirió Nico, sonriendole a Levi.
—¡No! Es que no parecía de tu estilo algo tan clásico, creo.
—No, no suele ser así. Pero pensé en lo que te gusta a ti.
El rostro de Levi se iluminó, él era el que siempre se preocupaba por las cosas que le gustaban a sus anteriores parejas. Siempre había dado más amor del que recibió, así que un gesto como ese, aunque fuera tan mínimo, seguía siendo motivo para sentirse conmovido.
—¿Enserio? ¿No te habían hecho una cosa de estas antes?
—No, siempre las trate de hacer yo pero no salían bien—Levi se rio, como siempre, tratando de minimizar las cosas que no le gustaban de su vida—. Hubo un punto en que me acostumbre a la soledad, creo. No lo recuerdo desde que estoy contigo.
Nico tocó la mejilla de Levi y se inclinó. Tocando sus labios en un tierno beso.
—Hay que entrar.
(...)
—Escuche una vez que tus gafas cayeron dentro de un paciente.
Mencionó Nico, haciendo que Levi perdiera la concentración en uno de los juegos. Era el clásico juego de feria, lanzar pelotas a unas botellas que debían caer para ganar un premio.
—Oh, sí, fue cuando me empezaron a llamar glasses. Cayeron dentro de un niño que operaba la doctora Wilson, ha sido uno de los peores días de mi internado. Y esos han sido muchos.
—Y vendrán más.
Levi frunció el ceño, esperaba recibir palabras de consuelo del mayor. Pero Nico no era del que suavizaba verdades, sabía que sólo con honestidad podría darle apoyo para todo lo que vendría.
—Sólo que cada vez aprenderás a sobrellevarlos, hasta que te hagan mejor.
—¿Tú crees? Soy sensible, nervioso y todos suelen decir que soy muy dulce como para un trabajo así. Tal vez me habría venido mejor ser maestro de preescolar.
