Para Adrien toda la semana había sido agitada. Incluso antes de que Marinette recibiera el premio para la master class fue caótico para él.
Desde pedirle la ayuda a Chloé para que convenciera a su madre para que él pudiese elegir uno de los ganadores, hasta convencer a su propio padre que quería asistir de propia voluntad al evento que Madam Audrey iba a auspiciar.
Cosa que realmente al principio le pareció extraño.
― Es ridículo, Adrien ― Gabriel casi se traga sus palabras al escucharse hablar como ambas mujeres Bourgeois. Adrien se mordió la lengua para no reír.
― Padre, siempre dices que debo interesarme más en mi futuro y eso es lo que estoy haciendo. Asistir me dará conocimiento sobre lo que viene detrás mío y de lo que puedo aspirar, además, estoy seguro que muchos talentos estarán presentes ¿No es buena manera de ir conociendo el futuro de la moda? ― Mintió con tanta seguridad que incluso le dio un poco de pavor.
Las palabras de Max resonaron en su cabeza, todo se le comenzaba a ir de las manos, pues había descubierto que no tenía ninguna clase de escrúpulos a la hora de mentir.
Con esas palabras y un par de segundos de reflexión del mayor bastaron para que le otorgara el permiso y hablará con Audrey para incluirlo en el evento.
Aun así, debía pagarle el pequeño favor a Chloé ayudándole, o más bien, haciéndole su tarea durante una semana entera, de ahí que convenciera a Marinette de dormir temprano, así no tendría que preocuparse mucho y además le debía unas horas de sueño.
Estaba ansioso, pues de un modo u otro la conocería por fin.
No sabía cómo era, ella nunca se describía físicamente, y si lo pensaba bien sería más extraño aun.
Pero sí sabía su nombre, al igual que el asiento que ella ocupaba.
Su boleto había sido foliado como el número doce, por lo tanto ese sería su asiento, gracias al cielo Madam Audrey era una especie de buena persona con él, pues no había puesto peros a la hora de pedirle elegir su asiento; Él número trece.
Antes de que se diera cuenta, su teléfono sonó con insistencia, era un mensaje de Marinette donde le llamaba su amuleto de buena suerte. Sonrió satisfecho ante ello, para después guardar su teléfono en el bolsillo.
Desde que despertó ese día sentía sus nervios a punto del colapso, pues de un modo u otro ella estaría a su lado, no simplemente escucharía su voz atravesó de su teléfono.
Y si bien no era la manera correcta de hacer aquello, se intentó convencer de que de cierta manera todo era por ella, pues sabia los anhelos que tenía para incursar en el mundo de la moda como diseñadora, la conocía bien.
Era algo bueno para Marinette, se repitió mentalmente.
Sin saber que de cierta manera se comenzaba a mentirse, pues todo aquello lo había montado de forma egoísta.
Aun así, nunca lo admitiría.
― Realmente estoy feliz de que quisieras asistir, tú padre no dejaba de atolondrarnos a mí y a André sobre tu falta de vocación. Yo le comenté que era altamente ridículo que eso sucediera, y como siempre, el tiempo me da la razón ― Dijo orgullosa, inflando su pecho con un ego falso, a pensamiento de Adrien.
― Estoy realmente feliz de estar aquí, Madam, y de que me permitiera invitar a una amiga. Sé que ella no le decepcionara ― Comentó con una sonrisa, logrando que la mujer riera de forma sarcástica.
― Hay, pequeño, por día me llevo más de veinte decepciones, sí tu amiga lo hace no será la gran cosa ―.
Y si bien Adrien no había visto ningún diseño de los tantos que Marinette le comentaba que hacía al terminar el día, debido a la emoción con lo que le contaba aquello estaba seguro de que era realmente buena.
Pensó internamente de que esperaba que realmente fuese tan buena dibujando como decía uno de sus viejos correos, aquel que recordaba haber leído allá por Junio.
Los pasos de las personas entrando a la sala de conferencias. Tragó secó, evitando desviar su mirada hacia las personas e intentando seguir la conversación de forma natural.
Aunque no pudo evitar mirar de forma discreta cada tanto mientras las personas ocupaban sus lugares.
Y entonces, ahí a un lado del asiento con las grandes letras en negro que marcaban el número trece, pudo ver a una chica que ocultaba su rostro entre sus manos.
Su rostro enrojeció de repente al caer en cuenta de que en efecto ella estaba sentada en el asiento número doce, y que, aquella reacción fue precisamente por verlo ahí.
Después de todo, a Chat le había expresado levemente su preocupación.
Y realmente no supo cómo sentirse al respecto.
Se despidió de Madam Audrey, excusándose de que iría a tomar su lugar a un lado de su amiga, a lo que la mujer hizo un gesto de aprobación, indicándole que se marchara.
Cuando se sentó a su lado, no pudo observarla fijamente durante unos segundos, sintiendo como su respiración era inundada por un intenso olor a cereza.
Un aroma que solo podía provenir de una chica tan dulce como ella, pensó.
― Hey ¿Estas bien? ― Se atrevió a preguntar, usando todo su autocontrol para evitar titubear.
Entonces ella levantó su rostro y fue capaz de verlo.
Es hermosa, fue lo que su mente repitió en varias ocasiones, ignorando el hecho de que en realidad, ella lo miraba con desconcierto. Incluso algo de miedo.
Él entendió rápidamente que ella conocía todo de él. Ella podía saber su estado de humor solo por unas simples fotografías ¿Por qué no lo iba a saber estando frente a frente?
No le quedaba más de otra que fingir que su belleza no había golpeado su corazón fuertemente.
No le quedaba de otra más que fingir que no ansiaba verla ahí.
No le quedaba de otra más que fingir que aquello había sido un golpe de suerte, y que todo aquello no había sido creado.
[...]
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¿El fin justifica los medios?
Adrien, como que nadie te enseñó que esta muy mal mentir.
Y hacer todo eso.
En fin, hasta aquí la parte de hoy. Para Adrien este momento era crucial, pues es la primera vez que sabe como es Marinette, y sin lugar a dudas quedó prendado de su belleza.
Por otra parte, Gabs, que manipulable eres. Softchild of mine.
¡Muchas gracias por todo su apoyo! ¡Un besote!
¡Hasta mañana!
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Fanática [Miraculous Ladybug AU][Drabbles]
FanfictionMarinette es la típica adolescente que tiene un amor platónico en una celebridad, tal como sus amigas, tal como otras chicas. Se considera una fanática por excelencia, al igual que una enamorada empedernida. Quizás, lo lleva un poco al extremo consi...