No se atrevió a volver a llamarla esa noche. La voz de Marinette sonaba quebrada, y todo era por su culpa.
Por qué él se había aferrado a un amor que había encontrado en letras, cuando su mismo corazón le decía que aquello no era un amor para quedarse con el.
No tenía nada con ella, como a la vez sentía que lo tenía todo.
No podía culparla, le había mentido de una forma tan descarada, y aun así no sentía remordimiento alguno. Habia planeado aquel encuentro con tanta antelación de forma egoísta, sin importarle que en el momento ella parecía tener un ataque de ansiedad.
Se estaba volviendo loco por un poco de Marinette, algo que ella no podía darle por su propia decisión.
Guardó tantas palabras en su garganta, tantas cosas que quería decirle en cuanto la vio con sus ojos llenos de ansiedad al tenerle cerca; Oraciones enteras que no pudo pronunciar cuando cayó en cuenta de sus actos egoístas disfrazados de una mentira que el mismo se esforzaba en creer.
"Te mentí en tantas cosas, incluso a mí mismo, todo por el simple capricho de querer tener tus palabras dirigidas solo hacia mí. Cuando escuché tu voz, quería que siempre hablaras conmigo. Cuando te vi, no te quise dejar ir.
Y aun así cuando vi el temor en tus ojos debido a que era yo, no pude hacerlo." Fueron las palabras que escribió de forma breve en un mensaje de texto.
Uno que no recibió respuesta esa noche, ni la siguiente.
Pronto se dio cuenta de que realmente no deseaba que Marinette contestara aquel mensaje. Se quería quedar en su mente con las últimas palabras que le había dirigido por teléfono, que si bien habían sido dolorosas, las había pronunciado con una dulzura que era capaz de terminar con su vida.
Max lo observó desde el asiento de su escritorio con una mueca que no pudo entender en un principio, dándose cuenta de que realmente no conocía a las personas de su alrededor como le hubiese gustado.
― Te dije que se saldría de tus manos. Era estúpido pensar que ella no reconocería tu voz, Adrien. Hablabas con ella prácticamente a diario ― La voz de él sonaba disgustada, o eso quiso creer Adrien. La verdad es que su cabeza daba muchas vueltas.
― Lo sé, todo lo que hice fue impulsivo ― Atinó a decir, colocándose una almohada sobre su rostro.
― ¿Qué planeas hacer ahora? ― Preguntó el moreno en medio de un gran bostezo.
― Nada ― Se limitó a responder Adrien, dejando caer sus brazos ― Marinette tiene razón, decirnos adiós es lo mejor. Le mentí, la manipule sin pensar en sus sentimientos, y ahora mismo entiendo por qué no quiso responder mi email ― Atinó a decir, haciendo una mueca, frustrado ― Ella entendió que lo que hacía estaba mal, y decidió quedarse con un grato recuerdo de mi respuesta ¿Por qué yo no pude hacer lo mismo? ― Preguntó, quitándose la almohada del rostro para después lanzarla hacia la pared.
El golpe sonó débilmente. Max se levantó hasta donde su amigo habia arrojado la almohada para después agacharse y tomarla entre sus manos, observándola como si se tratara de algo interesante.
― Desarrollaste una codependencia emocional a esos emails, Adrien. No es algo bueno, ni mucho menos justificable, pero es una de las razones ― Se explicó él, lanzando la almohada de regreso.
Esta cayó sobre el abdomen de Adrien, él no se inmuto.
― En mi mente lo imaginaba completamente diferente. Pero, nada bueno iba a salir de tanta mentira ¿Verdad? ―.
Max negó con su cabeza, sonriendo.
Adrien era un chico en su mayor parte solitario, quien en su vida llevaba más de un problema por más privilegiado que pudiese parecer a simple vista.
Alguien que con una simple muestra de cariño podía caer de rodillas, tal como había sucedido con aquella chica.
Su amigo necesitaba ayuda, lo sabía al ver aquella expresión demacrada en su rostro. Ahora que admitía que sus acciones habían sido incorrectas, tenía la leve esperanza que se dejara ayudar.
Adrien por su parte escuchó su teléfono sonar. Aquello lo hizo brincar durante un segundo.
Con dudas tomó el aparato entre sus manos, observando que un mensaje nuevo habia llegado.
Era de Marinette.
Y antes de que Max pudiese decirle algo, Adrien levantó la tapadera donde la pila del teléfono se encontraba, para después quitarla del lugar.
Por primera vez entendió lo que Marinette debió sentir ante su respuesta; Miedo.
Él tenía miedo de que lo odiara, mucho miedo de leer palabras que simplemente harían un hueco en su corazón.
Por qué él sabía que sus acciones habían sido las incorrectas.
Por qué necesitaba ayuda.
Por qué necesitaba decir adiós antes de volverse loco al recordar su mirada, y así poder recordar lo mejor de aquellas pláticas nocturnas.
Que, a pesar de todas sus mentiras hacia ella, eran lo más real que podía recordar de su vida.
Su risa era real junto con la de ella.
Habían tenido algo que ellos no sabían cómo identificar, a pesar de todo. Y deseaba recordarlo como el mejor momento de su vida.
Por eso debía decir adiós a esa obsesión que tenía hacia ella; Hacia sus palabras, hacia su voz.
[...]
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Adrien por fin se pone en los zapatos de Marinette.
Gracias a Dios que, a pesar de todo, no esta completamente solo.
Penultimo capitulo.
Mañana el capitulo final.
¡Ultimo hasta mañana de esta historia!
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Fanática [Miraculous Ladybug AU][Drabbles]
FanfictionMarinette es la típica adolescente que tiene un amor platónico en una celebridad, tal como sus amigas, tal como otras chicas. Se considera una fanática por excelencia, al igual que una enamorada empedernida. Quizás, lo lleva un poco al extremo consi...