Baile de Máscaras

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Zoro abrió los ojos y su primera visión fue el rostro atento de Robin muy cerca de él. Se sentó de golpe.

- Hola... Un gran día le espera, su alteza. - Él la atrajo a la cama y la abrazó con fuerza.

- ¿Y si nos quedamos aquí, encerrados todo el día? - El rostro de la chica había quedado piel a piel en el pecho del príncipe. Pudo sentir la violencia de los latidos de su corazón.

- Me temo que eso no es posible... - Un grupo de empleados entró con toda la vestimenta para la ceremonia. Se mantuvieron con la mirada en el suelo.

- Como tú digas, Robin. - Se levantó por el otro lado dando la espalda a la chica.

Al parecer, Zoro solía dormir casi desnudo, cubierto sólo por un pequeño trozo de tela que dejaba entrever parte de su masculinidad y se paseaba con naturalidad por la habitación rumbo al baño. Esta vez sí que Robin no pudo cerrar la boca y abandonó la habitación roja como un tomate. En el pasillo la sorprendió Vivi.

- ¿Robin? ¿Qué te pasa, estás bien? -

- Ehh, sí. Sí estoy bien. - Mintió.

- Pues estás muy agitada - La menor sonrió. - Sanji dice que el desayuno de su majestad está listo. -

- Gra... Gracias. Va enseguida. -

- ¿Segura que estás bien? - Ya sonaba preocupada.

- Sí. Ve con Sanji, seguro va a necesitar mucho de tu ayuda hoy. - Le sonrió y Vivi abrió los ojos. - Ahora tú estás roja... -

- Es que Sanji-san... Es muy agradable. Es muy atento y... - Se estrujaba las manos algo nerviosa.

- Cariño, me cuentas con más calma cuando todo esto pase ¿Vale? - Le revolvió el cabello y ella asintió aliviada.

La ceremonia de coronación, comenzaba a la una de la tarde, luego un cóctel protocolar, en donde todos brindarían por el nuevo monarca. A eso de las siete, al atardecer, iniciaría el baile de máscaras. El día era una completa locura.

- ¿Cómo me veo? - Le preguntó a Robin cuando estaba listo. Usaba su uniforme real.

- Pues con los ojos. - Soltó una risa y al ver la cara que puso con su broma continuó - Se ve como todo un Rey, su alteza. - Observó que su pantalón rojo le quedaba bastante ceñido.

- Ya dímelo, parezco una maldita mariposa. - Una carcajada fue la respuesta de la chica. A él le encantó verla reír con esas ganas.

- Pues sí... es una linda... mariposa, su majestad. - Dijo con dificultades. Se acercó a ella que dejó de reír gradualmente. - Perdón, no pude evitarlo... - Reconoció algo apenada.

- No quiero que lo evites... - Su mano izquierda se posó en su cintura y la derecha en su rostro rozando su boca sutilmente con el pulgar. Se miraron unos instantes y el reloj se detuvo.

Puso sus labios sobre los de ella con suavidad. La morena lo aceptó. Comenzó un beso tímido, muy suave, que de a poco, se tornó húmedo e intenso. Una serie de emociones los recorrió al sentir ese contacto. Mientras la besaba, todo el mundo había desaparecido para él. Ella danzaba en las nubes. Se separaron sintiendo aún el calor del choque de sus alientos. Fue muy bello.

- Estarás a mi lado ¿Verdad? -

- Claro que sí. - Un toque de trompeta anunciaba el comienzo de la ceremonia. - Es hora. - Zoro salió con una gran sonrisa rumbo a su destino, ella lo escoltó de cerca.

El gran Salón del Trono estaba abarrotado de gente. Nadie en los alrededores quería perderse el gran acontecimiento. Entre los asistentes, destacó la figura de una chica con apariencia bastante refinada pero con una mirada de sospecha permanente. Se trataba de Tashigi, hermana de la difunta princesa Kuina.

Corazón de JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora