Última Oportunidad

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Un profundo silencio siguió a la confesión de la morena. Zoro pensaba cosas a mil por hora. Ella lo miraba preocupada, sabía que esto, a pesar de ser una posibilidad, no se lo esperaba. El peliverde por fin habló.

- ¿Estás segura? ¿Es verdad? ¿Estás...? - La miraba sin salir de su asombro.

- Tu prima me lo dijo y la verdad no me he sentido bien estos días. -

- ¿Quieres pastel de fresas con crema? - La pregunta la tomó desprevenida.

- ¿Eso te preocupa ahora? ¿En serio? - La verdad es que Zoro no sabía cómo reaccionar. Cuando Kuina le dijo que sería padre se hizo muchas ilusiones. Ahora no era distinto pero lo invadió el temor. - ¿Estás bien? Zoro estás pálido... -

- Yo... - Suspiró hondo. - Estoy bien, de verdad, me hace feliz la noticia... - Sonrió y la acarició para convencerla.

- ¿Pero? Tu cara no me dice lo mismo... -

- Pero nada Robin, es sólo que... Ya sabes. - Tenía miedo. Tenía miedo de pronunciar el nombre de Kuina, tenía miedo de que algo pudiera salir mal como pasó con ella. A eso, el peliverde le sumaba el hecho de que Robin no estuviera segura de amarlo. Aún la duda lo torturaba. - Tan sólo dime. ¿Te quedas por eso? Porque si es así te repito que sigues siendo libre Robin. - La chica guardó silencio. - No quiero obligarte a nada. Siento que fuí un egoísta. Entre tú y Law había algo y yo... -

- Zoro... - Ante la mención del cirujano, los ojos de Robin se llenaron de lágrimas. - Sí. Es cierto. Law me amaba pero nunca hubo nada entre nosotros. Yo lo quise mucho. Aún lo quiero. Pero siempre lo ví como un hermano mayor o algo así. Y él lo sabía... - Ella se incorporó para ver mejor el semblante del rey. - Si no te amara de algún modo jamás hubiese dejado que me tocaras... Pero debes tener claro que Law siempre vivirá en mi corazón... -

- De verdad, no quiero que te sientas presionada. Sea lo que sea que decidas, a tí y a mi hijo no les faltará nada. -

- ¿Hijo? ¿Y si es niña? - El eco de la voz de Kuina haciendo la misma pregunta resonó en su cabeza. - ¿Vas a quererla? -

- Si es niña... Quiero que sea como tú. Inteligente y por sobretodo valiente... - Dijo con un nudo en la garganta pero con sinceridad.

- Zoro... - Ella se acercó y lo abrazó. - No me iré a ninguna parte. No porque esté embarazada, sino porque te amo y creo que serás un padre maravilloso... -

- ¿Segura ésta vez? - Ella asintió. - Prometo darte todo el tiempo que necesites para que te recuperes de todo lo que ha pasado. Te amo Robin. - Sonriendo le dió un beso tierno acariciando su cabello.

- ¿Sigue en pie nuestro compromiso? - Él alzó una ceja y miró la cajita con la sortija. La alcanzó y se la ofreció a la chica.

- Esto te pertenece, ahora y siempre. Igual que mi corazón de jade... - Se dieron un beso cálido, cargado de dulzura.

La noticia de su embarazo se esparció como la pólvora por todo el castillo. En gran parte porque Zoro estaba feliz y se lo decía a quien quisiera escuchar. Hace mucho que no se le veía en sus ojos ese brillo y por otra porque todos en el palacio adoraban a la morena. Recibió la visita de casi todo el mundo, todos felicitando a la feliz pareja.

Sanji, estuvo el resto de la semana trayendo arsenales de pasteles de fresa con crema y de mandarinas. Por ahora, un ambiente de tranquilidad y alegría rondaba por cada pasillo de la casa real.

Todo lo contrario al ambiente del calabozo en donde Tashigi, que se había recuperado en parte de su herida, esperaba impaciente su condena. No temía, sabía que la iban a colgar por lo que hizo pero su rencor y odio seguían intactos. Su última esperanza, era que su guardia personal la rescatara. No se equivocaba.

Corazón de JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora