Noticias de París

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Zoro caminó casi por inercia a la habitación de Robin sin haber dormido nada. Llegó hasta la puerta y se detuvo antes de tocar. Ella no suele dormir tanto, pero dadas las circunstancias no quiso molestarla temprano.

Vivi se acercaba, seguro traía el desayuno pero luego vio que no. Al ver al rey se inclinó para saludarlo. En su rostro también se reflejaba la mala noche que pasó.

- Majestad, son casi las doce y Robin no ha dado señales de salir de su habitación. Tampoco contestó antes cuando vine, estoy preocupada... -

- ¿Viniste antes? -

- Sí, lo hice... -

Zoro abrió la puerta. Lo primero que vio fue la cama tendida y el anillo de compromiso brillando sobre ella. Al acercarse, advirtió la nota de Robin. Miró a la menor de las hermanas con las manos temblorosas sosteniendo el pergamino. Sus ojos se fueron directo a las líneas en las que pudo ver manchas de lágrimas que disolvieron parte de lo escrito en tinta.

Se desplomó en el piso. Y leyó con atención.

"Mi rey amado:

         Cuándo leas esto probablemente estaré lejos. Te ruego no me busques. Necesito pensar. Necesito paz. Encontrar mi camino nuevamente. Ver morir frente a mis ojos a alguien tan especial me ha dejado muy mal, espero tu comprensión.

          No te culpo por nada de lo que pasó, pero mis temores más profundos se hicieron realidad sin que pudiera hacer nada al respecto. Me siento muy confundida y creo que mereces a alguien que esté a tu altura.

          Zoro, te amo, de alguna forma extraña te amo, no lo dudes. Aunque debo reconocer, lamento decirlo aquí, que Trafalgar también ocupará siempre un importante lugar en mi corazón. Y la culpa me está matando.

            No sé si volveré, no sé nada aún y odio no tener mi mente clara y mi alma en paz. Te pido con humildad que no desampares a mis niñas. Ellas no tienen la culpa de mi decisión y si en algún momento no quieres tenerlas en el castillo lo entenderé. Sólo te ruego que no las dejes en malas manos o a la deriva.

              Sé que te estoy pidiendo demasiado, perdóname amor, pero por mi bien y el tuyo debo alejarme.

Robin"

- Vivi... - La chica lo miró durante todo el tiempo que le tomó leer la nota. - Se ha ido... -

- ¿¡Qué!? - Se llevó una mano a la boca cayendo de rodillas junto a Zoro.

- Mi Robin. Se fué... - Desvío su mirada de la cara incrédula de la chica para que no viera sus lágrimas. Sentía cómo su corazón se desmoronaba lentamente. - Vivi, la amo. No... No puedo vivir sin ella... - Golpeaba su pecho. - ¡Duele maldita sea! ¡Duele como el demonio! -

La chica trató de calmar al peliverde que se puso de pie paseando de un lado a otro. En eso apareció Nami que se llevó una mano al rostro en cuanto se enteró de la noticia. Luego miró a su alrededor y encontró las notas que Robin dejó para ellas sobre el tocador.

- Su majestad espere... - Leía rápidamente las líneas pero Zoro la interrumpió.

- Nami... ¿Me ayudarás a buscarla, no? - La pelirroja abrió la boca para decir algo de lo que se arrepintió enseguida. - ¿Tienes idea de dónde pudo haber ido? -

- Quizá volvió a casa de Mom, aunque sea de paso... ¡Espere su alteza! -

Zoro no se molestó en mirar atrás y salió corriendo hacia las caballerizas. Los mozos de cuadra, al ver que el rey se acercaba, partieron a ensillar su caballo purasangre pero él no esperó aquello y montó a pelo al noble animal que con sólo un toque de su amo partió al galope.

Corazón de JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora