5. Primera dimensión.

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Después de que ella desmaya en frente de aquella puerta, parecía haberse quedado dormida; era el mejor instante para poder continuar su viaje a la siguiente dimensión, y justamente, fue así.

Ella se despertó y se dió cuenta de que no era un rápido tiempo; de seguro no se llamaba así. Visualizó algo parecido a un campo abierto, en donde la brisa pasajera era el único sonido que podía percibir. Era súper iluminado, y hubo un momento en donde pareciera como si estuviera en una caminadora, pero sin caminar, no se podía mover de aquel lugar, algo la ataba; su pelo suelto y ondulado se movía sin detención alguna, hasta un momento en donde esos movimientos como de caminadora se pausaron... podría decirse que su cabello terminó afro, pero se acomodó.

Algo pequeño cayó desde el cielo y pegó en la cabeza de Sharloth, al momento de que resbaló, se dió cuenta de que era un pequeño muñeco, era como un muñeco de alguien conocido para ella... no lo recordaba, simplemente no lo recordaba, era como un recuerdo sombrío, tapado entre nubes negras...

Se esforzó por saber quién era. Al fin pudo darse cuenta de la identidad de aquel muñeco.

La imagen de ese muñeco era de un muy viejo amigo, era de una amigo de su infancia. Él había muerto en un incendio que hubo en su casa, un accidente casero que terminó con la muerte de él, aunque estaba solo, su madre siempre se culpó por salir aquél momento, no debió haber salido, siempre lo dijo, siempre se culpó y debe estar culpándose todavía.

En ese momento Sharloth se acordó del incendio del castillo de Norte... ¿cómo se quemó?, ¿por qué aquel espíritu mensajero jamás nombre el incidente del castillo?, era algo intrigante.

Por otra parte Sharloth tenía escalofríos al recordar esa escena, pero aquel muñeco tenía algo diferente en su rostro; estaba sonriendo, era algo raro para ella, ya que aquel niño debería estar triste, por haber muerto y no despedirse de sus seres queridos.

--¡Hola Sharloth!, hace mucho tiempo que no te veo, como has crecido!, te extraño mucho.

Sharloth estaba más que sorprendida. Aquel muñeco se había convertido en el espíritu de una niño... ese niño, su amigo. Sin querer, estaba feliz por haberlo visto, pero aterrada sin saber lo que verdaderamente quería élo en su presencia.

--¿Qué quieres?.

--Necesito ver a mis Padres, creo que ya vienen por mi, los voy a volver a ver, pero no puedo aguantar más, quería saber si me ayudabas a estar presentable para cuando vengan. ¿me ayudarías?.

Ella quedó estupefacta. ¿A qué se refería ese niño en que ya vienen a verlo?, ¿acaso se habían muerto?.

--Te ayudo...

--Mira, -le ayuda ella a levantarse, se podía volver a mover- vamos a entrar a mi casa.

Aparece como en un tris una casita como de niños... bueno, él era un niño todavía.

--¿Esa es tu casa?.

--Sí, vamos a que me ayudes a escoger la mejor ropa.

--Claro que te ayudo, ¿pero me puedes responder algo antes?.

--¿Qué?.

--¿A qué te refieres qué ya vienen tus padres?

--Ya vienen porque sí, ya me pueden visitar, ya no tienen su cuerpo, lo que les impide venir.

Sharloth estaba aún más temerosa, no sabía que decir al respecto...

--¿Cómo así?

--Como lo oyes, ya dejaron su cuerpo, me llegó una carta que ya vienen porque ocurrió una accidente en la otra dimensión, creo que ocurrió un tsumani en esa zona, entonces ya dejaron su cuerpo.

Ella solo sentía pesar por el niño, pero se acordó de que él ya había muerto. No tenía que darle sus condolencias, aunque, de todos modos, ella ya no tiene familia viva a parte de ella.

Se acordó que ya había entrado a tal casa y se estaba arreglando el niño.

--Entonces me pongo esto, ¿qué te parece?

--Quedaste espléndido, perfecto para resibir a tus padres. ¿ya están en camino?

El niño se queda mirando un punto fijo por un corto tiempo y al final le responde:

--Sí, ya vienen.

Ella intrépidamente le dice:

--¿Cómo consigo mi amuleto?

Aquel niño la miró fijamente, con unos ojos amenazadores, sabía que esa pregunta no cabía ahí, no beebió preguntar eso.

--¿Acaso sólo me ayudas por el amuleto?, ya te puedes devolver a tu casa. No tienes nada que hacer.

Sharloth dió un pequeño paso en falso de regreso, casi volteando, sabía que estaba mal, casi da tal paso y devuelve su pie.

--Ni creas que caeré en eso, ¿qué quieres con esto?.

--Sólo sé que tienes la sangre Real. Todo lo que te he dicho hasta el momento es una mentira, y como ya estás en mi pequeña cárcel, tengo la oportunidad de matarte y poseer tus poderes.

--Mala suerte, no estoy ni de regalo ni de venta.

--Ah bueno. Entonces te puedo matar; no puedes devolverte y no puedes salir.

No tenía ni la más mínima idea de qué hacer, estaba en peligro. Lo estaba. no tenía ninguna clase de poder como para defenderse... solo quedaba el ítem...

Dice mentalmente:

--Es hora amiguito.

Sharloth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora