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Me bajé en la parada cercana a mi casa, Justo a media cuadra del canal, el cual surca la zona residencial para dividirla en dos y finalizar en el parque de la ciudad.


Me dirijo hacia mi barrio, es una zona de departamentos estudiantiles, por llamarlo de alguna manera... A medida que fui conociendo a mis vecinos me doy cuenta que la mayoría son viajantes y todos universitarios, creo que tanto yo como algunas pocas somos estudiantes de otras ramas, como por ejemplo, yo estudio un profesorado en danza, después están las chicas de filosofía, los chicos de educación física y algunos de música que, por cierto, dos son mis vecinos y siempre me despiertan con un sólo de clarinete o bien un ensayo de piano, es mutuo, ya que ellos soportan mis ensayos con música a todo volumen.


Creo que debo ser la única de todos ellos que vuelve un domingo a la madrugada pero no de una disco, aunque no voy a negar que gran parte de mis vecinas son gente grande, siempre nos miran con mala cara, claro ¿Acaso es un castigo ser joven? ¿No pueden caer en conclusión de que uno o una salió a trabajar?... No sé, solo murmuran diciendo frases como "La juventud es un desastre" o "Como se nota que los mantienen los padres"... bla bla bla.


Siempre me saluda mi vecina Doña Marta la cual siempre riega las plantas a la misma hora. Voy a describirla de esta forma simple a mi vecina de enfrente: Es una mujer, anciana, solterona, gorda, con el pelo de color naranja (Creo que nadie le dijo que eso no es rojo.) Su única acompanía es solamente de su obeso y gigante gato Donato, no tengo nada contra él pero la única vez que quise tener plantas él las asesino.. En fin, luego de su cálida y falsa sonrisa que efectúa al saludarme, una vez adentro de mi departamento comienza a murmurar en voz alta sus supuestos acerca de mi vida. La vieja me odia, lo sé, pero debe ser tan imaginativa que de seguro piensa que dentro de esta mochila debo tener varios atuendos de stripper... ¡Claro! Porque en su época de la danza era mal vista, Quizás crea que soy una especie de Mata Hari en potencia.


Mi departamento no es un penhouse pero es un lugar acogedor como para una persona, la cocina-comedor vendría a ser la entrada, atrás tengo mi cuarto y tengo un baño bastante amplio, ni más ni menos... No necesito mucho, lo único que quería era llegar y acostarme.


Les soy sincera, no dejé de soñar con ella, no dejé de pensar en ella, era como si invadiera mi mente todo el tiempo.


Lo que hice, lo hice como una locura o un acto de repente de provocación, besarla, ese instante efímero, se repitió una y otra vez en mi mente... Me siento traicionada por mis propias convicciones.


No miento al confesar que no me desagradó en lo más mínimo, aunque muchos dirán, que su actitud chocante, soberbia y la forma que la conocí no la deja muy bien parada... Porque ,si bien se mira, con las cosas que están pasando en estos dias lo que hizo fue una total locura.


No dejo de pensar en sus labios suaves, carnosos y con un sabor que no sabría cómo explicarlo... Me recordaba mucho a las cerezas.


¡Por Dios!... ¡Me desconozco! ¡No puede ser que de tantos hombres con los que he estado, una mujer me ha estremecido y me haya provocado tantas cosas en mí que ningún hombre pudo lograr!


Mi celular sonó, era Flor.


- ¡Hola, Candy! - Pregunta asustada.


- Hola, soy yo... Aún lo soy. - Le contesto manteniendo firme postura acostada por lo que solamente hacer que el celular a mi boca.


-¡Ay gorda! ¡Porque tan así! - Exclamó Florencia y continúa. - ¿Como estás?... No me digas que te desperté otra vez.


- Estás en lo cierto Florencia. - Afirmé su suposición, manteniendo un mi postura de "Estoy durmiendo"

Ensayo de Chicas (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora