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Ha pasado casi una semana de aquel encuentro con ella, siento que una parte mía la espera y creo que sería capaz de salir corriendo a buscarla por la ciudad gritando su nombre (Aunque nunca se lo pregunté)

¿Qué me pasa?... ¡Es una mujer!... ¡No puedo estar enganchada por un simple e infantil beso y encima por accidente! ¡No soy una nena!

Esta ilusión de volver a verla se ha vuelto una tortura, pues la he buscado en desconocidos que cruzaban la calle, me latía muy fuerte el corazón ante cualquier sombras que simulaba ser ella la cual me decepciona al ver quién era el dueño de la misma.

¿La volveré a ver? No sé... ¿Por qué estoy esperando eso?... Me desconozco a mí misma, sufro ante la ausencia de una desconocida.

Mi mente necesita sumergirse en otra clase de pensamiento, esos que me mantienen lejos de las confusiones. Esa noche preferí quedarme sola ensayando... Sí, ya sé que Flor me ha dicho para juntarnos pero me conozco muy bien, si voy puede que la conversación va a recaer en la chica de aquella vez, no por culpa de ella sino por mi causa. No dejaba de ver las paredes del salón buscando su ausencia como si presintiera que iba a parecer en algún momento. ¿Qué estúpida, no?

A cierta hora de la madrugada comienzo a escuchar ruidos, miré para ver de donde provenían... Nada. Sigo ensayando.

Retomé la coreografía que estaba ejecutando, quizás con otra energía: algo tensa y asustada por decirlo de alguna manera y, nuevamente escucho ese mismo ruido, pensé que era algún bromista que al parecer no tenía nada mejor hacer, pero al analizar los golpes que sonaban repetidas veces eran como los que se emplean para saber si hay alguien en la morada ¿A estas horas?

- Hola... ¿Hay alguien? - Pregunta y al no escuchar respuesta alguna continúa. - Escuche, música y pensé que había alguien... Sé que suena tonto pero busco a una chica que hace danza.

Me acerque contra la ventana y no corrí las cortinas que cubrían los enormes ventanales que evitaban que entre luz exterior, me asomé por una leve abertura que provocaban estas para ver de quien se trataba... Era ella, cruzada de brazos moviendo la cabeza intentando buscar algún hueco que le permita poder ver hacia adentro. Estaba vestida igual que la última vez

- Soy yo... ¿Quién te dijo que ensayaba a esta hora? - Pregunte.

- En realidad no lo sabía, estaba pasando por acá, escuche música y tuve una corazonada de que estabas acá. -Me contesta ella.

- Bueno, me encontraste. - Le dije.

- Pase un día y pregunte si había un grupo de danza pero... No sabía cómo explicarles que te buscaba a vos. - Me explica ella.

- Te entiendo... Debe ser difícil buscar a quien no conoces. - Agrego.

- Solo venía para agradecerte. - Me dice intenta decir ella pero decidí interrumpirla.

- Espera... ¿Estás sola? - Pregunte.

- Sí, estoy sola. - Contesta.

¿Querés pasar mejor? - Le sugerí.

- ¿Estás segura? - Pregunta ella.

- Si... No le veo nada de malo aparte, es más cómodo que hablar con pared de por medio. - Le dije.

- Bueno, ¿Te espero? - Pregunta.

- No, acércate a la puerta así yo te abro, es la que está al lado de la marquesina. - Le aviso

Ella me dice que si con una sonrisa y fue hasta la puerta casi a la par mía, llámenme paranoica pero, quería asegurarme que ella venia sola... Porque puede que ella se muestre dulce y amable pero a veces, los lobos se visten de corderos, eso dicen.

Ensayo de Chicas (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora