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Chrissie llevaba más de una hora intentando elegir un vestido perfecto de bodas.
Cosas como esta a Emma le estresan un montón y siempre agradecía no estar en la situación de Chrissie.
Siempre veía a su mejor amiga estresada acerca de la comida, decoración, invitados.
En resumen el estrés disfrazado en una literal fiesta.
-¿Sigues molesta? - la voz de su amiga se escuchaba de forma preocupada- En verdad lo siento, si te decía que el venía él no hubieses venido.
-Es una buena razón para no ir.
La cita que Chrissie le había dicho a Emma no era del todo como su amiga le había dicho.
Había omitido el gran detalle que Brian estaría allí y que también había invitado a Roger.
Emma al enterarse quiso marcharse pero por la voz de Chrissie supo que no era el momento de huir de su ex, sino que estar ahí para su amiga.
Chrissie y Brian les habían preguntado si podíamos ser su padrino y madrina de boda.
Por más molesta e incómoda que estuviese Emma no podía rechazarle aquella propuesta tan importante para su amiga.
El amor siempre iría antes que el enojo en aquella amistad.
-Vamos, Emma- Chrissie le golpeó levemente el hombro- no te puedes enojar para siempre...
-Solo espero que sea la última vez que suceda- le advirtió- sé que tengo qué verlo por obligación, pero espero que sea con alguna advertencia para que al menos el ambiente no sea tan incómodo.
Chrissie asintió como una niña pequeña.
-¡Ay! ¡Emma, eres la mejor del mundo!- su amiga la abrazó- De verdad que muchas gracias por apoyarme en todo esto, no se que haría sin tí, ni mi madre.
Y dicho esto se alejó de ella.
-Siempre estaré ahí para tí, Chrissie.- le acarició suavemente el brazo- ahora, ¡Ve a probarte tus vestidos!
