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>bip, bip, bip, bip, bip<

MI alarma ha sonado. Me froto los ojos, bostezo y me estiro. La veo dormida sobre mi pecho "Esto no es cierto"

La alarma interrumpe le doy un golpe y lo último que veo de ese aparato es la hora (12:00 am)

Debería volver a dormir, pero lo que he sentido, soñado, observado o imaginado me lo impide.

La vuelvo a observar (suspiro) y noto un libro; se ha dormido leyendo e libro que le regale. Lo cojo y lo abro y encuentro como separador una foto divida en tres. La primero que veo es aquella foto que nos tomamos cuando nos vimos por primera vez, lo segundo que veo es la foto de mi pequeña (las lágrimas ruedan por mis ojos y suspiro nuevamente) y por ultimo veo la foto de un amigo de ella que nunca se ha rendido.

Sentí punzadas por el lado izquierdo. Ella ya no es feliz cuando esta junto a mí, pero sigue a mi lado; ella nunca rompe sus promesas.

Vuelvo a dejar el libro en su lugar y con mucho cuidado la retiro de mi pecho, para dejarla soñar. La cubro bien, me levanto, me pongo mis zapatos y mi sudadera gris y es hora de una caminata nocturna.

Antes de salir de la habitación la miro por última vez y trato de no llorar; me acerco y le doy el último beso
>>Quiero saborear por última vez su piel<<

>Hace frió<

Estoy templando. Quisiera retroceder pero sigo caminando. Miro al cielo y no hay estrellas, ni luna; todo es claro.

He llegado a la parte de la ciudad que nunca duerme; música por todos lados, luces fosforescentes, ruido silencioso y la muerte se pasea como si fuera su hogar. Mi garganta me arde, mi corazón ha disminuido sus latidos, "necesito un trago amargo" para dejar de pensar en ella otra vez, pero sigo caminando.

He salido de la ciudad y me he encontrado con la iglesia principal. Estoy dudando en molestar al párroco, necesito confesarme, pero al final no lo intento. Lo único que hago es arrodillarme afuera del templo y por primera vez rezas después de mucho tiempo. Me levanto y sigo caminando.

A los pocos metros encuentro la casa que me vio crecer y que me vio convertirme en un asesino por primera vez. No ha cambiado en nada; el tiempo no le ha afectado. Veo una luz encendida y una silueta de una mujer ya vieja sentada en su mecedora en su habitación viendo a la calle como si espera a alguien. Sonrió, suspiro, vuelvo a llorar y sigo caminando una vez más...

>los perros ladran<

Y cada vez más fuerte. Estoy casi muriendo por el frió, me duele la cabeza y mis ojos lagrimean y arden. No siento mis manos y sigo caminando. He llegado al parque que ya no es el mismo. "todo ha cambiado" ya no se encuentra el kiosco, ni la fuente, ya no está el árbol de mango donde nos sentábamos y nos subíamos; y jugábamos que éramos libres cuando estábamos solos.

Ahora en vez de eso se encuentra una estatua de un supuesto héroe, pero no es más que un traidor, otro invento más.

>he llegado al lugar donde menos quería llegar<

>>llegue a nuestra casa<< está cerrada. No importa he brincado la barda. Estoy dentro. Camino sin rumbo esperando encontrar lo que menos quiero. Cae sereno y poco a poco va a aclareciendo, veo zopilotes durmiendo en los árboles y murciélagos que se esconden. Y una tumba me llama la atención; está abandonada, en sus alrededores crecer ortigas, la cruz está quebrada a la mitad, está sola.

Me acerco y empiezo a quitar la maleza. La tumba es pequeña, como la de un infante. Reviso el nombre. Me agarro el cráneo y el corazón, involuntariamente caigo.

Quiero llorar, pero las lágrimas no brotan. Sin embargo, no es impedimento para que la tristeza se apodere de mí.

»Aves planean encima de mi«

Me vigilan; cada vez están más cerca. Sin que me dé cuenta una baja y me rasguña con sus garras; nuevamente se eleva; vuelve a bajar. Las demás lo notan y lo imitan. Echo a correr. Las aves me persiguen, corro con todas mis fuerzas, me voy cansando y la respiración me falla; choco contra el piso, me quito la sudadera rápidamente, me hago bola y la pongo encima de mí. Las aves bajan en picada; en segundos hacen añicos la sudadera junto a mi playera. Estoy sangrando; las aves no dejan de picarme. Cada vez va aclareciendo más y las aves están a punto de dejarme desnudo.

Después de recuperar la mínima fuerza me levanto e intento correr, pero es en vano, ya no me persiguen. Tomo aire y sigo caminando.

»Estoy cansado«.

Estoy temblando como esqueleto; sangrando como estrellas en el cielo. Ya es madrugada y hay niebla. Estoy mareado. Sigo caminando.

He llegado a la playa y encuentro lanchas. Saco la más pequeña al mar; me trepo. Me acuesto; las olas me llevan dentro.

DesarriagoWhere stories live. Discover now