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Viernes, 10:05 a.m.

El último día de la semana llegó marcando el fin de la tortura de muchos alumnos que aborrecían la escuela, y era más que claro que Aristóteles se encontraba entre esos. "Sólo son unas cuantas horas más, ¡aleluya!" Se dijo mentalmente al escuchar el timbre sonar a máxima potencia indicando el receso. Tomó su celular junto con su cartera guardando ambos en el bolsillo delantero de su pantalón mientras movía los labios por tararear una canción que había escuchado ayer. Una bolita de chicas chismeaban entre ellas acerca del Córcega más codiciado de la secundaria; lo de él y María no era muy conocido, pues llevaban nada más una semana de relación.

— ¿Saben por qué Carolina terminó con Aris? —María se limitó a guardar silencio para escuchar la explicación de esa chica que no le caía del todo bien. La mayoría negaron curiosas—. Porque creía que era gay, o tal vez bi, pero tenía acercamientos peculiares con los chicos.

— Aris no es así —todas giraron a ver a la novia del mencionado—. Aris ahora es mi novio y no lo he notado extraño.

— Pues cuídate de los machos querida, porque Caro no es la primera que dice lo mismo. Vaya suerte se cargan los gays; son los más guapos y les gusta lo mismo —Elena giró a ver a Simón soltando un suspiro, un chico que era abiertamente gay pero muy guapo.

— Pero hablando de chicos guapos, ¿conocen a Cuauhtémoc? Dios, está que se cae de bueno —el embobamiento de Luz se presenció; le gustaba ese chico desde que lo vio entrar por la puerta principal hace algunos meses atrás.

— Pero Yolo es su novia, ¿no? —María preguntó analizando todo; su pareja le había comentado que conoció a un tal Cuauhtémoc el cual poseía novia desde hace tiempo.

— Sí —atrapó una bocanada de aire siendo indicador de tristeza—, llevan ocho meses de relación, es una pena que esté con una chica tan podrida como ella. Debería de estar con una mujer de verdad.

Like you, whore? No soy podrida por only say what I think y defenderme de arpías como ustedes —todas giraron a ver a la de ojos de color que las fulminaba con la mirada, la mano de su novio se posó en su hombro.

— Amor, cálmate —las palabras de Temo le dieron simples cosquillas; claramente se opuso ignorándole por completo.

That I get chill? You're kidding me? Ellas me están insultando —el grupo que solía hablar de los demás estaban más que asustadas con un complemento de pena ya que Yolo había escuchado todo lo que le habían dicho. El color de la cara les desapareció por completo menos a María, pues sabía a la perfección que no había cometido nada malo. Temo intentaba con todas sus fuerzas calmar a su tan amada novia pero no podía; Yolotl Rey era una chica que había sufrido demasiado desde su infancia puesto que su madre los abandonó para irse con un millonario, y por ese motivo mantenía un gran rencor acompañado de fragilidad. Nunca fue una chica que mostrase cariño hacia los demás, al contrario, mientras más podía arruinarles la vida se sentía más satisfecha aunque esos pensamientos se vieron despejados al encontrar la pieza del rompecabezas que tanto le faltaba; Cuauhtémoc, el único chico que la apoyó sin importar cómo era con los demás, vaya que los López tenían un corazón enorme; se había ganado la lotería con ese muchacho. Ambos eran uno para el otro, o eso querían suponer.

     El Córcega de apenas quince años de edad daba cada paso con una seguridad y seducción tremenda a cualquier hembra que le mirara; siempre era así de coqueto, por eso no se le dificultaba conseguir a alguien nueva. Paró en seco. Tuvo una huelga de emociones al ver esa escena; sintió ternura pero molestia cuando notó la mano del chico tomar a la que lo había contratado. "Maldita sea, deja de pensar niñerías." Se maldijo internamente acompañado de un golpe mental. El de cabello quebrado giró su cabeza al sentir una mirada encima suyo; el rizado le sonrió saludándole desde lejos mientras caminaba hacia él. Sintió sus piernas flaquear y después tragó en seco, ese chico le ponía nervioso con una simple sonrisa o vista. "Eso está mal, tengo novia y le soy fiel." Cerró los ojos para repetírselo varias veces así mismo en su mente.

— ¿Qué onda? ¿Qué hay? —Aristóteles le dio un roce de labios a su novia interpretándolo como saludo para girarse a sonreír de modo retador al chico que acababa de conocer hace un día. Éste intentó ignorar aquella escena que tenía dedicatoria; y en efecto era para él.

— Nada bueno —Luz rodó los ojos—. La loca de Yolo que está armando un problema mundial —la que habló ya no se encontraba en la banca sentada, sino que destapó su botella de agua mientras la apretaba obteniendo que la americana se mojara. Las gotas también terminaron afectando a Cuauhtémoc pero no le molestó, lo único que quería era el bienestar de la Rey. Actuó por impulso y le puso a la chica por encima de sus hombros la chaqueta que era de su propiedad.

You're a stupid girl que sólo quiere arruinarme la vida. ¿Y sabes qué? It's so sad que no lo puedas hacer, you know why? Por esto —odiaba actuar impulsivamente, lo cual su novio tenía el puesto como el mayor apoyo que le ayudaba a controlarse en estas situaciones, pero como ella misma le decía "Es difícil, darling. Los seres humanos sometimes actuamos por impulso no porque queramos, así sentimos que es correcto aunque it isn't." No lo dudó dos veces antes de actuar; entreabrió sus labios tomando al castaño del mentón besándolo. Aquella escena parecía estar destinada para romper un sólo corazón, pero terminó rompiendo dos; Luz Valenzuela y Aristóteles Córcega.

[...]

— ¿La amas? —el de rulos le preguntó al quebrado con una media sonrisa.

— Eso me gusta creer —se encogió de hombros—. Y lamento aquella escena tan infantil de Yolo. Tiene problemas de contención con sus emociones. Es pesado lidiar con ella pero la —hizo una pausa dudoso— amo —de nuevo escuchó su corazón quebrarse.

— ¿Cómo estás seguro de que la amas y no es costumbre? —soltó sin previo aviso. Aristóteles mantenía la idea de que el amor era muy estúpido e ilógico; no le encontraba el sentido a amar a alguien que te iba a terminar lastimando, y si es así, ¿en serio te amaba esa persona?

— No lo sé, nunca lo había pensado —lo miró con una sonrisa triste para luego ver el lago. Cualquiera que los viese pensaría que estaban en una cita o algo por el estilo, pero para nada; sentados a la orilla de un lago con una distancia de unos quince centímetros entre ellos—. ¿Nunca te has enamorado? —el alto negó.

— Honestamente no. Veo a mi madre perdidamente enamorada del bueno para nada de mi padre y me causa náuseas —Temo se sorprendió al escucharlo expresarse de su padre de tal manera.

— Tranquilo, Ari. ¿Por qué te expresas de ese modo de tu padre? —lo miró intrigado y Ari correspondió a mirarle apreciando cada detalle del menor.

— Nunca tuvimos una buena conexión, es más, nunca hubo conexión. Mi madre es la exitosa en casa y mi padre no trabaja, pero aún así lo sigue amando.

— Ahí está la respuesta a tu pregunta, Ari —el Córcega le miró intrigado girando todo su cuerpo a dirección de Temo.

— ¿En serio? —asintió—. ¿Cuál es? —preguntó Aristóteles con interés.

— El amor es ciego, no se fija en la religión, o en el físico ni mucho menos en tu sexo. Te vas a enamorar de cómo es la persona, no de cómo se ve. Tal vez por eso tus relaciones no son estables —estaba siendo honesto—, andas con muchas chicas muy lindas pero muy huecas —rió para evitar la tensión—. Deberías intentarlo, y cuando te enamores vas a arrepentirte de todo lo que dijiste, porque ahí vas a estar todo meloso y pegado con esa persona. De mí te acordarás, Aristóteles Córcega —el mencionado quedó impresionado por la facilidad de expresión que mantenía ese chico, vaya que era de admirarle.

— ¿Y si el amor es ciego por qué está tan mal visto por la sociedad el amar a alguien del mismo sexo?

Clienta  [ ARISTEMO ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora