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-¿Qué haces aquí tan temprano?- preguntó Len, al entrar al departamento y ver a la pelirrosa cocinando.

-Ah, hola Len, Rin. Me dieron vacaciones de 3 semanas así que por obvias razones estoy aquí ¿no crees?- dijo ella, sarcástica.

-Y a mí que me gustaba la casa sola..- dijo Rin, desanimada notablemente.

-¿Qué haz dicho?!- Dijo la pelirrosa, con cuchara de madera en mano.

- Nada... Nada...- dijo Rin justificándose, con ambas manos delante de ella.

- Bueno, yo tengo que irme a mi entrenamiento de fútbol- afirmó el rubio, corriendo a su habitación para cambiarse al uniforme de dicho deporte.

Len era uno de los capitanes de su equipo, pues era un muy buen jugador.

-Rin, ¿Podrías cortarme las papas?- pidió la pelirrosa, pasándole unas papas a dicha rubia.

-Sí, Luka-sama- aceptó .






-Ga...Gakupo-Kun...- Saludo la pequeña Gumi, entrando a la habitación de dicho pelimorado.

La pobrecita se había quedado llorando en silencio fuera de la habitación, no quería hacer eso, no quería, pero todo por su hermanito, Gumo.

-Hola Gumi- saludo normalmente Gakupo- ¿Por qué te toca a ti cuidarme, eh?

-Órdenes de la jefa.

-Ah... 3 semanas, ¿no?

-Sí.

La peliverde empezó con el tratamiento de Gakupo al pie de la letra como decía un papel con las instrucciones que Ann le dio, le daba sus medicamentos, antibióticos, etc. Cuando terminó, ella se sentó en la cama de Gakupo y se le pego al hombro, cosa a la cual Gakupo respondió quitándoselo.

Pasaron los minutos, Ann entró.

-Gumi, ¿puedo hablar contigo, linda?- dijo ella con un falso tono de amabilidad.

-Sí Srta. Ann

Ann sacó a Gumi de la habitación y se pararon no muy lejos.

-Mira, niña. Lo pensé y he llegado a la conclusión de que te la voy a poner más ligera. No tienes porque enamorarlo, solo tienes que hacer una escena frente a esa maldita, ¿feliz?- le dijo Ann, con molestia.

-So... Solo eso...- dijo ella, cabizbajo.

- Exacto... O prefieres seguir con el A.

-No... Está bien...

-Bien, sigue.- dio media vuelta y volvió a su despacho.

Lagrimas cristalinas volvían a llover de sus verdes.

Entro de nuevo a la habitación, cabizbaja, fingiendo buscar algo en su maletín, pero no, Gakupo era un paciente, pero no era tonto.

-Gumi... ¿Estás llorando?- preguntó dicho sujeto, con cara de extrañeza.

-No... Estoy bien- dijo ella, fingiendo sonreír.

En parte, estaba aliviada, ya que ya no tendría por qué seducir y acercarse tanto a Gakupo, pero por otra parte, veía el vaso medio vacío, ya que, Luka le había caído excelentemente y hacerle esa gran maldad era algo bastante repugnante.

Todo por mi hermanito Gumo

Ann, en su despacho, lloraba, lloraba, lloraba. No paraba de pensar en lo infiel que su esposo se atrevió a ser, dejarla a ella y a su hijito. Menos mal que ella estudio esa clase de medicina, sino, Olíver y ella, estarían viviendo "bajo un puente".

Se secó sus lágrimas ya negras a causa del maquillaje, y cogio el teléfono en su mano de seda y marcó al de Luka. Al de aquella maldita pelirrosa en la que su ex-marido se había fijado. La haría sufrir, eso haría.

-¿Megurine?

-Srta. Ann, ¿Necesita algo?- respondió la pelirrosa por el otro lado de la línea.

-Perdona las molestias, Megurine, es que hubo varios inconvenientes y Gumi no podrá venir más a partir de pasado mañana, ¿podrías venir a atender a Gakupo mañana?

-Claro, ahí estaré

-Bien, gracias.- dijo Ann para finalmente colgar.

El dolor que había en su rostro fue sustituido por una sonrisa de satisfacción.
Pobre Ángel rosa, no sabes lo que te espera.

Psychøløgicäl// GakuLuka// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora