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-...¿Quién eres tú?...- dijo seriamente el pelimorado.

La chica se quedo callada, tenía un nudo en la garganta,
pues ahí estaba, en frente suya, el paciente 83,
el hombre que podría ahuyentar al mismo diablo
de tan solo pensar lo ruin e inhumano que pueda llegar a ser.

-¿Quién eres tú?!.....- preguntó el encadenado, un poco más irritado
al no obtener respuesta de la mujer.

Luka volvió en sí y dejó escapar de su boca palabras amenazantes.

-Yo soy Megurine Luka, a partir de ahora, tu cuidadora, así que a mí no me hablas de esa manera.-
dijo de manera desafiante la doctora para imponer autoridad con el paciente.

El pelimorado se quedo callado unos instantes, admirando la
figura de la mujer, sus curvas casi perfectas, sus ojos azul cielo mezclado con
un verde claro, casi todo de aquella mujer en frente de él.

-¿Cuál es tu nombre?...- Preguntó el pelimorado algo perplejo
con la mujer, de todos modos tendría que saberlo; era su cuidadora después de todo.

-¿Acaso eres sordo? Te lo dije apenas segundos atrás, Megurine Luka...-le respondió duramente al
pelimorado, para proseguir a abrir el maletín y sacar varios objetos que estaban
fuera del entendimiento del pobre pelimorado.

Le aplicó todo lo que se suponía debía darle, pastillas, medicamentos, etc.
para luego cojer una bandeja con comida para darle de comer al paciente.

Aquello no era amor a primera vista.

La pelirrosa debía de darle la comida en la boca al paciente,
pues él estaba encadenado de las dos manos contra la pared, por lo tanto,
él no podía agarrar los palillos y comer.

El paciente sufría, pero ese día él fue muy afortunado, su comida fue un
Ramen; años, casi siglos, sin probar buena comida.

En la cara del pelimorado, se mostraba una sonrisa de satisfacción.

-Pareciera que nunca hubieses comido ramen...- dijo algo fría la pelirrosa.

-... Claro que he comido....- la sonrisa del pelimorado se borro de su rostro.

-¿Entonces?

-Tengo 22..... No como una ramen así desde los 18....-La pelirrosa se tuvo que tragar sus
palabras, tuvo un ligero sonrojo, no por qué le haya gustado o porque haya venido Cupido
a lanzar alguna de sus flechas contra ella, no, le había dado vergüenza la respuesta de Gakupo
acerca de su comentario.

Era un defecto de ella, era muy orgullosa, casi siempre quería tener la razón
en todo, ello aveces la molestaba pero que podía hacer, nadie es perfecto
después de todo.

Pero esta vez admitió su error.

-... Lo siento, no sabía...- Se disculpó ella, dándose cuenta de su error.

-... No te culpo, de todos modos, ¿tú no eres la "Reina orgullo" de por aquí?-
Dijo en tono burlón, el podía ser un chico con transtornos psicológicos,
pero era muy sociable.

Luka era buena entendiendo el sarcasmo, así que le respondió siguiendo el juego.

-Sí, lo soy, ¿y tú? ¿No eres el "Encadenado de Notre Dame"?- Era un chiste tonto pero,
que se la va a hacer.

El podría ser un pobre diablo con transtornos y ella una chica con su futuro arreglado,
pero eso no impidió que pudiesen entenderse y reírse todo el rato que estuvieron allí.

Hasta las 8:34 p.m

Ya estaba oscureciendo y Luka encendió las luces de la habitación.
Ellos se habían llevado tan bien, que Gakupo le ofreció su habitación 83
para que ella pudiera cuidarlo, ella debía ir a el despacho de su jefe para que
el le diera el permiso. Su jefe se iba a las 9:30 p.m.

Toco la puerta, oyó un adelante por parte del jefe, así que accedió a su
despacho.

-Oh, Luka, ¿qué se te ofrece? ¿Haz tenido algún problema con el paciente?

-No, realmente no, vengo a pedir un permiso.

-¿Un permiso?-El jefe parecía muy extrañado, Luka nunca en su hospital
le había ido a pedir permiso para algo.

-Sí, un permiso para dormir en la habitación de Kamui...
Para poder estar más al pendiente de él.

Su jefe se quedó pensativo un buen rato ¿dormir en el hospital, con un paciente "peligroso"?
Él no sentía nada por Luka, pero era una de sus mejores doctoras y se preocupaba,
pero él asumió que así si el paciente 83 tenía algún inconveniente serio
durante la noche, con Luka ahí se resolvería más fácil y rápido.

Le concedió el permiso.

La pelirrosa fue rápido a su departamento y busco las sabanas y la almohada.
Su departamento era pequeño aunque acogedor.
Era la cocina, un baño, su cuarto donde estaba la TV y la sala de estar y el comedor, que eran
prácticamente lo mismo. Volvió al hospital y se dirigió a la habitación 83.

-¡Llegaste!- exclamó Gakupo al verla entrar.

-¿Me extrañaste?- dijo ella en tono de burla y al vez, sarcástico.

Se quedaron hablando un rato eterno, pero esa felicidad no duró.
Él transtorno de Gakupo se hizo presente. Aquel pobre diablo no dejaba de gritar
improperios a Luka, no era su culpa, no era él. La pelirrosa corrió a su maletín,
tomó una aguja de inyectar, le colocó el remedio e inyectó a Gakupo en el brazo;
se tranquilizó un poco, para luego, volver en sí.

-Yo.... Yo lo siento, no fue mi intención-se excusó Gakupo.
-No es tu culpa,no veo de dónde viene esa disculpa- Le dijo Luka, prácticamente aceptando el
perdón del pelimorado.
-Luka...
-Dime.
-Si este es un hospital de alta tecnología ¿Por qué necesito cadenas?-Esa pregunta dejó
perpleja a la pelirrosa.
Era cierto ¿Por qué de ello? Ya mañana le preguntaría a su jefe, pero por el momento
ella estaba muy cansada.
-No lo sé, descansa, Gakupo...
-Descansa, Luka-sama
¿Luka-sama? Nadie nunca le había dicho así, solo los chicos que
ella cuidaba los fines de semana, pero daba igual, le gustaba ese sobrenombre.

Psychøløgicäl// GakuLuka// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora