New York

166 17 5
                                    

El universo y personajes de Shingeki no Kyojin le pertenecen a la malvada llama asesina, digo a Hajime Isayama. Yo sólo juego con ellos.

El fic participa en el «Concurso "Cuéntame un cuento de Navidad Shingekero I"»

El reto consiste en crear un cuento de 500 a 1200 palabras, incorporando los siguientes elementos:

Personaje: Mikasa.

Poema: La aurora de Federico García Lorca.

Objeto: Paraguas.

El eterno agradecimiento a Sasha, por bancarse mis quejas. ¡Nos leemos abajo!

AU. Mikasa centric.

_____________________________________________________

.

New York

El mundo es un lugar frío, desgastante y sin voluntad.

Su hogar (o la decadente casa donde residía con otros huérfanos) era un lugar donde sueños rotos y esperanzas ilusas, eran el pan de cada día.

Las fechas pasan en apenas un parpadeo, pues es atemporal aquella estancia, carente de vida o decoración.

Excepto en navidad, cuando hombres trajeados de negro llegan con obsequios, ropa y comida caliente. Y siente que es brevemente feliz, hasta que algunos pequeños desaparecen y no vuelve a verlos.

Y teme algún día seguir ese desgarrador destino de inocencias corrompidas y cuerpo despojados, porque ha escuchado las obscenidades a las que son sometidos los niños que un día fueron sus compañeros. Por ello se esfuerza en esconderse tras un cabello suciamente descuidado y una expresión de muerte.

Hace frío afuera, empieza a perder la sensibilidad a cada paso, le han quitado sus zapatos por no traer dinero suficiente, los beneficios desaparecieron y camina sin rumbo, tal vez esperando que un auto se desvíe y termine con ella como lo hicieron con sus padres.

Vaya mentiras se inventa. Ojalá la ausencia de sus padres fuera un accidente y no un brutal asesinato que presenció.

Los trapos rotos que sus cuidadores llaman vestido se han vuelto de papel.

Nadie presta atención a los huérfanos que rondan la ciudad, sabe que tienen mala fama (y tampoco los culpa, tienen que cumplir con una cuota sin importar los medios). Se detiene agotada, entumida y con los labios resecos. Observa los colosales edificios donde cientos de personas entran y salen sin un objetivo real.

Se cuestiona que si sus padres vivieran, ¿sería como esos niños abaratados de cosas innecesarias y ficticia felicidad?

Trata de pedir una moneda. O un trozo de pan. Aunque prefiere lo segundo para llenar el vacío que la atormenta desde el día anterior que fue castigada.

Ve trajes rojos, hombres de barba blanca, pequeños hombrecillos de trajes verdes muy extraños, por aquí, por allá. Risas, cascabeles y alegrías.

Todo lo que tuvo y le fue arrancado sin previo aviso.

Tiembla. No sabe si es de frío, impotencia o enojo. Y tampoco importa, porque no puede hacer nada para solucionarlo.

Suelta un suspiro que vuelve su aliento una nube de vapor. Y recuerda que todavía es una niña pequeña de nueve años.

Busca desesperada el sol para arroparse de una desgarradora realidad. Levanta la mirada, encontrándose con grandes nubes que la privan de su única fuente de calor. Escucha truenos y ve relámpagos. Y no quiere volver con las manos vacías, porque será golpeada y echada. Otra vez.

ColeccionistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora