Un día, Alizee Davies pide un deseo que lo cambiará todo. ¿Quién creería que desearle a la luna que sacara a Cole Sprouse de un fanfic se haría realidad?
Alizee no entiende la gravedad de las cosas hasta que entera que el Cole Sprouse de su realida...
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Alizee observó a Cole con la misma intensidad con la que él la observaba. Estaban cerca a la entrada del supermercado en donde Alizee venía ha hacer las compras de comida mensuales (mercado), él la siguió sin decir ninguna palabra y ella se dio cuenta llegando. Ella estaba empezando a creer que tenía poderes para no ser notado.
- ¿Por qué tomas todo tan a la ligera? - pregunta ella, dejando salir el aire que estaba reteniendo y retoma el camino hacia el supermercado.
- Porque no me quiero amargar, Al. Nos quedan diez días juntos, ¿por qué no aprovecharlos? - le pregunta el muchacho, luciendo un adorable puchero. Ella lo miró por el rabillo del ojo, y se enterneció.
- ¡Porque te descubrirán y es lo que menos quiero! - exclama en un susurro apenas audible para él, y él rueda los ojos.
Entran al supermercado, y le pasa el carrito a él. Ella saca su lista de compras y empieza a buscar, Cole iba detrás de ella sin decir palabra alguna. Al llegar a la sección de chocolate, Alizee echó un paquete de golosinas, pero Cole agarró otras tres y las dejó caer junto a las otras, Alizee lo observó con el ceño fruncido mientras devolvía los tres paquetes a su lugar, pero Cole volvió a dejarlos ahí.
- ¡Cole! - exclamó Alizee.
- ¡Alizee!
- Deja de hacer eso, no llevaremos más golosinas, ya pasó mi mes de dulce, lamentablemente.
- ¡Sólo es dulce! ¡No puedes rechazarlo!
- ¡No lo hagas más difícil para mí!
- Aw, que adorable pareja - exclamó una señora pasando.
- No somos pa...
- Muchas gracias, señora, soy muy afortunado.
- ¡Ay, que muchacho tan lindo! Así eran en mi época, románticos. ¡Mi esposo era así cuando me estaba conquistando!
- Gracias - sonríe Cole, mientras Alizee estaba roja de la vergüenza.
- ¿Son esposos? Porque deberían estarlo.
- NO, no lo somos - ríe nerviosa Alizee -. Muchas gracias, Doña, que pena, tenemos que seguir comprando, que tenga una linda tarde.
Alizee se despide rápidamente y hala a Cole lejos de ahí, dejando los cuatro paquetes de dulces en el carrito sin importarle. Cole se reía atrás de ella, causándole más incomodidad. ¡Sí de por sí ser novios era algo irreal para ella siquiera en su mente, esposos era otra cosa! ¿Cómo podría ilusionarse con ser esposos is sólo quedan diez días? ¿Cómo casarse en diez días? ¡No! ¡No pensaría en eso!
Acabó rápido con las compras y se apresuró en llegar a su apartamento. Trató de esquivar la mirada del muchacho lo más que pudo, pero al terminar de guardar las cosas en los estantes, él la abrazó por la espalda. Ella cortó su respiración por unos segundos, antes de volver a ella y rezar para no emocionarse demás.
- A veces eres un poco...
- ¿Fastidiosa, seria, amargada, buena para nada?
- ¡No! Tímida. Eres muy tímida, Alizee, deberías dejar esa faceta de lado. ¡Eres hermosa, inteligente, independiente, femenina! Estoy seguro que cualquier chico con tres dedos de frente se dará cuenta lo hermosa que eres, lo tanto que vales, joder.
- Entonces todos son ciegos - dice ella con un hilo de voz.
- Para mi suerte, al menos por lo que resta de tiempo. Me dolerá irme...
- A mí también, Cole. A mí también me dolerá verte ir.
[...]
La Luna volvió a ella. Con una sonrisa triste, pero igual de radiante con su vestido blanco.
Alizee caminó hacia ella, que se encontraba en toda la mitad delo gran salón iluminado por hermosos candelabros que colgaban del techo. Todo lucía hermoso, decorado de los Diamante más brillantes del mundo.
- Ay, Alizee, lamento informarte que ahora se complicarán más las cosas, lo lamento, de verdad, ¡se ha salido de mis manos!
- ¿Qué?
- ¡No soy capaz de decírtelo! ¡Te darás cuenta pronto! ¡Lo lamento!
- Señora Luna, por favor explíqueme. Ayúdeme a entender, ¡por favor!
- ¡Te enterarás pronto! ¡Sólo aguanta los siguientes días, Alizee! Después todo habrá terminado, lo prometo.
- Señora Lu...
Alizee se levantó de un sobresalto, y se dejó caer de nuevo en la cama. Se volteó en busca del rostro de Cole, pero la cama estaba vacía. Ella se bajó de ésta, y corrió a la sala.
- ¡¿Cole?! - lo llamó.
- ¡Acá estoy! - se anunció desde la cocina y ella corrió hacia allá, abrazándolo.
- Me diste un susto de muerte - dijo ella, aún entre sus brazos.
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Les juro que ésto sigue siendo un sueño para mí, ¡no me lo creo! Jamás pensé que conocería lectoras tan agradables, cariñosas y confiables como ustedes. ¡Gracias por leerme, por votar, por comentar, por estar ahí para mí! ¡No soy nada sin ustedes!
