Capítulo 2

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—¿QUE ES ESO, tío Bautista?

—¿Eso... ? Luis que pasó al galope, rumbo al ingenio. En­tró en las cuadras pidiendo el mejor caballo que hubiera por­que tenía que ir, por orden del amo, en busca de Juan del Diablo.

—Conque mandaron a buscar a Juan del Diablo...

—Sí, el amo tiene mucha urgencia de hablar con él... Vamos a ver qué regalo le ofrecen ahora a ese pordiosero que para nada sirve.

Junto a la ancha arcada del portal que da acceso a las ha­bitaciones del ala izquierda, Bautista da rienda suelta a su có­lera, a su despecho. Acaba de salir de las caballerizas, donde la última orden de Sofía le confinara. Crecida la barba, revuelto el cabello, cubiertas de fango las altas botas y el látigo en la mano, es algo bien diferente del otro tiempo omnipotente ca­pataz de Campo Real. Junto a él, atenta siempre a los meno­res ruidos, en aquel espionaje que es su vida entera, queda Yanina alerta a todo ruido y movimiento, y comenta pensativa:

—Lo único que quieren Noel y doña Sofía es que Juan del Diablo se vaya para siempre; pero hay alguien que no quie­re dejarle marchar...

—¿A quién te refieres?

—Ya lo verás... ya lo verán todos. Te dije que tuvieras paciencia... Cálmate, tío.

—No me da la gana de calmarme. En las venas me hierve la sangre de ver lo que veo... Soy menos que un perro en esta casa, pero el primer sirviente que vuelva a contestarme mal va a saber quién soy, aun cuando me hayan quitado el mando pa­ra dárselo a un cualquiera. 

—Calla. Estáte quieto un momento. ¿Ves?

—No veo sino a la señora Aimée que se asoma a la venta­na de, su cuarto.

—Todo el día ha estado en él, pero Ana ha entrado y sa­lido más de cien veces... Es su confidente... su criada de ab­soluta confianza. Seguramente cuenta con ella hasta para los encargos más íntimos... ¡Oh, mira! Ana sale Otra vez...Algo va a pasar esta noche, y apostaría a que sé lo que es.

—¿Pero qué locura... ?

—Baja la voz... Ana se acerca... no, va para el otro pa­tio... Voy tras ella. Algo va a pasar esta noche...

Ha echado a andar en pos de Ana. Bautista, preocupado, la sigue. Muy cerca está el enorme carretón que debe salir rumbo al ingenio. A él enfila sus pasos Ana, mientras el rostro de Bautista se descompone de cólera, al protestar:

—¿Adonde va esa imbécil? Ese es el carro que va para el ingenio;

—Naturalmente. Ana va a buscar a Juan del Diablo, va a llevarle un encargo o un recado de Aimée de Molnar, estoy segura de eso. .

—No va a llevar nada, porque no va a subir a ese carro. Está prohibida que las mujeres vayan en los carros del ingenio. Soy el jefe de las caballerizas, doña Sofía me nombró ayer, y bastantes ganas tengo que ajustarle las cuentas a esa... —Se ha dirigido con pasos rápidos al encuentro de Ana, y gritando enfurecido, la conmina—: ¡Fuera de ese carro... abajo... fuera.! ¡Bájate o te bajo arrastrando, ladrona!

—¡No soy ladrona... y no me bajo! Tengo que ir para el ingenio.

—¿Que no te bajas... ? Te bajarás de cabeza

—Esteban va a llevarme... La señora mandó que fuera...—protesta Ana, forcejeando con Bautista, y alzando la voz, gri­ta angustiada—: ¡Esteban.... Esteban.. .!

—He dicho que no van mujeres en los carros del ingenio —recalca Bautista imperioso, mientras sujeta a la mestiza sir­vienta—. Esteban, maldito pollino... Coge las riendas y lárgate de una vez. ¡Que te largues, dije. o vas a arrepentirte! ¡Largo!

Mónica (Corazón Salvaje: libro 2) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora