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Los ojos de Ji Yong se abrieron lentamente, sus parpados estaban tan pesados que parecían pegados el uno al otro. Una luz brillante iluminó cerca de su cabeza y este parpadeó lleno de dolor. 

Dio un quejido. ¿En dónde estaba? ¿Qué había sucedido? 

Ji Yong se presionó la sien con sus dedos y comenzó a observar a sus alrededores, tratando de colocar juntas las piezas del rompecabezas y averiguar qué sucedía. Le tomó un momento a su cerebro procesar lo que estaba viendo. 

Obviamente no se encontraba en la habitación de su hotel, ya que la cama de su hotel no tenía dosel. Sus ojos se movieron hacia las rosas doradas y escarlatas bordadas exquisitamente sobre las blancas cortinas de satín, cuyos flequillos dorados susurraban seductivamente cada vez que se movían. 

Una sabana acariciaba su piel, era de tal magnifica calidad y suavidad que por un momento deseó poder permanecer cubierto por ella por toda la eternidad. Pero una dulce fragancia cautivó su atención y como en trance, la siguió fuera de la cama. Pudo por fin ver bien la habitación en la que se encontraba. Le quitó el aliento. 

—No puedo creer esto, —susurró.

Un elaborado patrón de flores entrelazadas con hojas decoraba el cielo de la habitación en un remolino de color cobrizo y azul cobalto. Magníficas cerámicas y esculturas eran exhibidas en decorativas bases, demasiado caros para que Ji Yong siquiera intentara adivinar sus precios. Era aun más allá de lo que podía imaginar en su vida ordinaria.

Cristales expertamente cortados habían sido incrustados en cada uno de los pilares que se encontraban alrededor de la habitación. Y sobre cada uno se habían colocado floreros llenos de caléndulas. Esa parecía ser la fuente de aquella poderosa fragancia.

Un escritorio había sido colocado al lado de la ventana de la habitación, dos sillas acolchonadas a cada lado de él. Ji Yong caminó hacia la ventana de puntillas a través de la alfombra que cubría el piso. 

Lo que vio a través de la ventana lo impactó. 

Justo en el centro de un enorme jardín pudo observar una extravagante fuente la cual vertía agua de sus bordes creando una bruma resplandeciente. Un camino tan recto como una flecha atravesaba dicho jardín el cual era rodeado por arbustos y el hermoso cielo despejado creaba un bello contraste. 

Pero no fue el jardín lo que causó el impacto de Ji Yong. Era lo que se encontraba detrás de dicho jardín—nada. Nada interrumpía la línea del horizonte, ni el desierto extendiéndose en todas direcciones. 

¿Cómo llego a un lugar cómo este? Trató de encontrar respuesta en su confundida mente, tratando de recordar que le había sucedido.

Ji Yong trabajaba para el departamento de planificación de una empresa de comercio. Había tenido que ir a un viaje de emergencia a Inglaterra a solicitud una sucursal del departamento de ventas internacional que se encontraba en ese país. Los clientes estarían discutiendo las negociaciones en hebreo e inglés, así que necesitaban a una persona que fuese fluido en ambos idiomas, alguien de confianza. Escogieron a Ji Yong.

Había abordado el avión al día siguiente de haber sido nombrado, así que era claro lo urgente del asunto.

No le molestaba el viaje, el cual duraba más de diez horas. Solo se relajó, viendo películas y leyendo, y sin darse cuenta, se encontraba en Londres.

Alguien del departamento de ventas había hecho de su conocimiento que alguien le encontraría en el aeropuerto y que debía esperar en el lobby. 

Mientras esperaba un hombre lo llamó por su nombre. 

— ¿Sr. Kwon?  

El hombre le mostró a Ji Yong una identificación de la compañía (su nombre, según indicaba dicho gafete, era Hongil), así que Ji Yong lo siguió hasta una limosina. A Ji Yong le pareció extraño que Hongil lo haya ido a recoger en tan increíble vehículo. Quizás debió haber sido más cuidadoso, pero la amabilidad insistente con la que Hongil se presentó lo hizo imposible, así que obedientemente se sentó en el asiento de atrás. 

『 AMOR ETERNO 』 » GTOPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora