Ashton se había despertado en una habitación que no era la suya, aunque la conocía tan bien como si lo fuera, a su lado un lobo blanco dormía plácidamente sobre la cama, ocupando la mayor parte del espacio salvo la que él había usado antes.
Se levantó con cuidado de no despertarlo, aun sentía las piernas débiles por todo lo que hicieron durante la noche, esquivó los objetos regados por el piso hasta que dio con la silla del escritorio, donde Froy había dejado su camisa blanca.
Ashton la tomó y se la puso, le quedaba unas tallas más grande, y lo prefería así, su piel estaba pegajosa por el sudor y el semen y odiaba tener la ropa ajustada, pegándosele al cuerpo, cuando eso pasaba.
Al llegar al umbral de la puerta dio un último vistazo al lobo, este no se había percatado de su falta.
Salió con sigilo sin molestarse en cerrarla, cualquier sonido, por más suave que fuere, podía ser captado por los sensibles oídos de Froy.
Caminó lentamente por la casa de los Krathov cuidando cada paso, el lugar era enorme, y por mucho que ellos insistiesen en que se trataba de una simple casa, Ashton lo seguiría viendo por lo que era, una mansión.
Los ventanales ocupaban toda la pared y la vista daba al bosque detrás de la propiedad, alguna vez la oscuridad de este había inquietado a Ashton, a tal punto de producirle pesadillas, donde formas tenebrosas se alzaban de sus frondosos árboles dispuestos a hacerle daño, pero ahora que conocía los secretos que estos guardaban y las bestias que escondían bajo su velo, se hizo amigo de ellas y ya no los temía.
Llegó a la cocina, un espacio amplio con una isla en medio la cual rodeó para alcanzar la alacena y tomar un vaso, lo cargo con agua fresca que obtuvo del refrigerador y degustó la forma en que esta recorrió su garganta seca calmando el escozor que tenia.
En eso escuchó el sonido de unas garras rasgando el encerado piso, y no tardó en sentir una densa capa de pelo rozando sus muslos expuestos. Ashton no necesitaba voltear, sabia de quien se trataba.
Aun así lo hizo, el lobo gruñó demandando atención, y Ashton correspondió, porque no había fuerza en este mundo que lo hiciese negarse.
Los ojos dorados del lobo lo vieron fijamente, leyendo cada movimiento de su cuerpo, como un depredador lo haría con su presa, pero Ashton no le temía, nunca lo hizo, los lobos cuidaban con su vida de su compañero.
Dejó el vaso en el fregadero y se acercó al lobo, hundió sus manos en su frondoso pelaje y el lobo respondió ladeando su cabeza, buscando más contacto, Froy no era afectuoso como humano, pero su lobo era incapaz de ignorar el cariño y más si venía de su compañero, un rugido de puro placer se filtró por su garganta y Ashton sonrió, el lobo de Froy era su cosa preferida de la vida.
El lobo miró a Ashton una vez más antes de tomar distancia, Ashton con cautela retrocedió hasta que sintió la fría piedra de la isla contra sus muslos, de pronto el silencio en el que estaban sumidos fue interrumpido por sonidos de huesos cediendo y la carne reformándose, el lobo se irguió en dos extremidades mientras su piel ondulaba y consumía su pelaje blanco, pronto un chico tomó lugar donde antes hubo un lobo.
Froy estaba parado sobre sus dos pies frente a su compañero, sin prenda alguna, no era modesto, ningún licántropo adulto lo era realmente, Ashton por su parte no pareció avergonzado por la vista, había visto a Froy infinidades de veces de aquella manera.
El cuerpo de Froy era más desarrollado, visiblemente más formado que el suyo, y eso se debía en parte a su genética, toda su familia lucia mejor que el resto de las personas, como si tuviesen algo de sangre divina corriendo por sus venas, haciéndolos refulgir entre la multitud, pero también había algo de su propia naturaleza, ser un alfa, el heredero de su padre, le predisponía a ser el mejor de toda su manada, el más fuerte de todos ellos.
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Entre Nosotros Dos
WerewolfAshton es el brujo de la manada Krathov y el compañero del próximo Alfa, Froy. Froy y Ashton no se aman, en lo absoluto. Ashton mantiene humano a Froy. Froy protege a Ashton con su vida.