Diez horas antes de iniciar el plan de seguir al vecino.
Eran las tres de la tarde de un cálido sábado. Mis padres estaban en el trabajo y al ser hija única estaba totalmente sola en casa. Estaba terminando un proyecto escolar hasta que me llegó la idea de salir de casa y hacerle una visita al vecino. Sería muy extraño que después de vivir cinco años juntos y nunca haberle dirigido la palabra fuera allá como si nada sin siquiera saber su nombre. Pensé en comprar un pastel y llevárselo pero, ¿qué le diría?.
-Hola vecino. Le traje este pastel solo como una excusa para preguntarle qué a dónde se dirigía usted a la una de la madrugada. No se asuste, se lo pregunto solo por curiosidad. Y si, soy una acosadora y lo reconozco.
Sería muy extraño.
Mejor no. Me quedaré con mi monótona existencia y terminaré el trabajo escolar un sábado por la tarde quedándome con la duda sobre qué hará el vecino a la una de la madrugada.
Estaba escribiendo el ultimo párrafo de mi trabajo hasta que el timbre de la casa sonó. Solté el bolígrafo encima de la mesa y me dirigí hacia la puerta. Miré por la mirilla y la sangre se me heló
Era el vecino.
Pensé en si abrir la puerta o en si simplemente fingir en que no había nadie aquí.
Otra vez sonó el timbre. Lo ignoré totalmente y miré por la mirilla una vez más. Esta vez observé al vecino con mas detenimiento. Él estaba sosteniendo una caja. Me fijé en su rostro observando cada detalle. Sus cejas eran gruesas y oscuras. Sus labios carnosos. Sus pómulos eran pronunciados y su barbilla un tanto gruesa. Era hermoso.
Cuatro suaves golpes se estrellaron contra la puerta. Me espanté y dí un enorme salto hacia atrás perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo. Maldije a lo bajo y rogué por el que él no hubiera escuchado ningún sonido dentro de la casa.
Luego de esperar cinco segundos en el suelo me levanté y miré otra vez por la mirilla. Él se había dado la vuelta y estaba caminando hacia su casa. Entró y cerró la puerta.
Tomé un enorme suspiro e intenté relajarme. Mi corazón estaba acelerado. ¿Se habría dado cuenta de que yo lo espiaba por las madrugadas?.
Siete horas antes de iniciar el plan.
La puerta de la casa se abrió. Eran mis padres.
-Buenas tardes, Mack- Dijo mi padre poniendo su maletín de trabajo en una esquina cerca de la puerta.
-Hola, papá. Hola, mamá. -Respondí luego de que ambos entraran a la casa. Apagué la televisión y me levanté del sofá para darles un beso a ambos en la mejilla.
-Hola, querida. ¿Y este paquete en la entrada?, ¿tu ordenaste algo, Alonso?- Preguntó mi madre a mi padre. Ella estaba sosteniendo una caja.
-Deben ser las ampollas para el cabello que pedí. Se supone que llegarían la semana pesada. Ya lo iba a reportar la tardanza a la compañía. -Respondió. Tomó el paquete y se dirigió a la cocina a por un cuchillo para abrirlo.
-¿Ampollas?-Pregunté con curiosidad.
-Si, querida- Respondió mamá entre risas-. Tu padre se está quedando calvo. Ya está un poco viejo.
Ambas reímos y mi padre nos observó con una mirada retadora.
Recordé horas antes cuando el vecino tocaba la puerta. Pensé en que la caja que él traía eran las ampollas. Quizás habían llegado a su casa por error y por eso estaba tocando la puerta.
Me había creado la idea de que él se había dado cuenta de que yo lo espiaba por las madrugadas y venia a acusarme de loca.
-Si son las ampollas -Anunció mi padre al terminar de abrir el paquete. -. Díganle adiós a mi calvicie. -Dijo en un tono juguetón llevándose las ampollas a su habitación y dejando la caja encima de la encimera.
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HOMOOH
Genç KurguMackenssie ha estado observando a su vecino desde su ventana durante un largo tiempo. Siempre sale y regresa a una hora específica de la madrugada. Una madrugada; a la misma hora en la que su vecino tenía planeado salir, Mackenssie decide ir tras él...