Pasaron unos meses y ahora, quien comenzó a tener problemas era yo, pues mi abuela, una de las personas más importantes y especiales en mi vida, quien jugó un papel fundamental en mi crianza y con quien había compartido tanto, había fallecido; y ,sin darme cuenta, me convertí en una persona negativa y cada vez menos social, ya no me sentía conforme con mi aspecto y perdí mucha seguridad en mi misma, mi autoestima bajó. Bajó tanto que ya no me animaba ni a salir, fui cayendo en un vacío, la depresión me empezó a consumir; Megan iba todos los días a visitarme, llevaba comida y películas para intentar subirme el ánimo. Mis notas en la escuela empezaron a bajar y yo a engordar, pues ya no quería siquiera salir de mi habitación.
Mis padres algo preocupados contactaron a un psicólogo, quién comenzó a visitarme todos los días sin falta, yo no he sido una persona muy abierta, casi no me gusta hablar sobre mis sentimientos con otras personas, por lo tanto le era algo difícil ayudarme.
La única que podía levantarme algo el ánimo era Megan, siempre se inventaba algo diferente para sacarme una sonrisa y no dejaba de repetirme que era una etapa de mi vida que iba a superar. Y así fué, luego de un par de meses ya me encontraba mejor, con un semblante diferente, las sesiones con el psicólogo habían ayudado, pero fué gracias a Megan en realidad que me recuperé.
No me imagino como habría sido mi vida sin Megan a mi lado.
Megan y yo conseguimos entrar a la misma universidad, ahí fué donde ambas nos enamoramos por primera vez, desafortunadamente del mismo chico. Su nombre era Tobías, este era de estructura delgada, alto, de cabello castaño y ojos verdes, y tenía una personalidad increíble.
Ella nunca supo que nos gustaba la misma persona, de lo contrario, nunca hubiera intentado nada con él para que yo fuera feliz, aún así preferí guardármelo, pues ya había hecho mucho por mi y era su turno de ser feliz. Megan y Tobías se hicieron novios, pero no por eso me dejó a un lado, nunca lo hizo, fueron muchas las veces que le rechazó algún plan para estar conmigo y gracias a eso tuvieron muchas peleas; me sentía culpable. Pero a pesar de las peleas nunca terminaron, puesto a que su amor era demasiado grande.
No les negaré que si llegaba a sentirme algo mal cuando los veía juntos, en su relación tan casi perfecta. Pero si Megan era feliz, yo también iba a serlo.
Yo conocí a un chico llamado Tom, nos conocimos en una feria del libro de la ciudad, tenía aproximadamente unos 18 años, me invitó a un café y nos hicimos amigos, nos empezamos a conocer un poco más hasta que nos enamoramos, o bueno, yo me enamoré perdidamente de él, él sólo simuló estarlo, puesto que un par de semanas después de empezar a salir me engañó con una chica, resultando ser una de mis amigas mas "cercanas". Quedé devastada, pues mi primer novio nunca me quiso de verdad, no le importó como me sentía, hizo lo que hizo y ni siquiera se arrepintió.
Megan, como siempre, estuvo ahí luego de mi ruptura, sin cansarse de repetirme que valía mucho, que iba a superarlo, que estaba segura de que iba a llegar el hombre que supiera valorarme y yo, al igual que desde que tengo memoria, estoy agradecida.
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Nunca me olvides.
De TodoAsí que la abracé, tan fuerte como pude e intentando no llorar, le dije: -Nunca me olvides, por favor.