Yo sé que fue por mí que acabó esta historia
Y queda en manos de mi memoria
Que por las noches te pueda ver
27 de diciembre de 2018. Palau Sant Jordi de Barcelona. Aitana canta delante de aquel inmenso público que ha acudido a lo que sería el último (o penúltimo) concierto de la gira que había seguido a la experiencia que cambió para siempre la vida de 16 personas.
Especialmente la de dos de ellas.
En el backstage, dos figuras bailan al son de la canción de Aitana, una canción que describe por completo su historia.
¿Cómo es posible? Piensa Raoul. Que a pesar de todo, estén ahí, bailando. Después de aguantar lo inaguantable por mantener su relación, de estúpidas peleas y reconciliaciones, de meses separados creyendo que eso había acabado para siempre, ¿cómo es posible? ¿Cómo es posible que lo hayan logrado?
Piensa en todo lo que Agoney significa para él, piensa en cómo llegó a su vida y piensa también en cómo dejó que se fuera de ella. Los meses en los que le echó de menos, en los que no quería admitir que le necesitaba junto a él, pero en el fondo sabía que eso era así. Que había cometido el mayor error de su vida. Y lo mucho que se arrepintió. Fue su culpa, definitivamente fue su culpa. Ojalá no lo hubiera sido.
Ve pasar por su cabeza todos los momentos vividos juntos, tanto los buenos como los malos. Las noches en vela hablando con él cuando no podían verse, las tardes viendo el atardecer en una playa de Adeje. Todo aquello, los sentimientos que tenía en esos momentos, vuelven a él de golpe, como si fuesen uno. Un sentimiento mucho más fuerte que cualquiera de los que ya haya tenido antes.
Es consciente de lo feliz que es en ese instante, en el cual parece que el tiempo pasa para todo el mundo excepto para ellos dos. Ellos solo bailan. Bailan su historia.
¿Por qué nunca admití estar enamorada?
Siempre lo supe y no dije nada
Mi corazón se quiso esconder
La canción es su canción. Es la canción que habla de todos sus sentimientos escondidos, del miedo que pasaron ambos y de las turbulencias que afectaron a aquel viaje que habían emprendido juntos.
Por la cabeza de Agoney corren muchas sensaciones. La felicidad, al estar bailando con el hombre que ama, felicidad que se ve en la sonrisa que ha iluminado su cara desde el momento en que agarró la mano de Raoul para empezar a bailar. También la nostalgia, recuerda todos sus bailes juntos, cada uno más bonito que el anterior, pero ninguno tan sincero como el que están teniendo en este instante.
Pero, sobre todo, piensa en lo mucho que le quiere. Siempre le ha querido, y cada día le quería más. Él lo sabía. Pero Raoul nunca lo supo. Nunca se lo dijo, no tuvo el valor. ¿Se sentiría él igual? ¿Le querría tanto como le quiere él?
Esas dudas les separaron. Agoney sabe que fue su culpa, que de no ser por su cobardía no hubieran atravesado aquel bache que ambos creyeron que pondría fin a su historia para siempre. Fue su culpa, definitivamente fue su culpa. Ojalá no lo hubiera sido.
Pero ahí estaban.
Recuerda las noches y los despertares en la academia, recuerda la sensación cada vez que Raoul sonreía, y lo feliz que esa sonrisa le hacía a él. Todos los capítulos de su historia van pasando por su mente, les repasa todos y no puede evitar emocionarse por ellos. Quién iba a decir que después de todo, estarían ahí, como si nada hubiese pasado.
Es muy afortunado, y lo sabe. Sabe la suerte que tiene de poder acabar esta experiencia de la misma forma que la empezó: a su lado.
Vas a quedarte
Porque te juro que esta vez voy a cuidarte
A nuestra historia le hace falta una segunda parte
Aunque nos digan que eso nunca sale bien
Tanto tiempo ha pasado, tanto tiempo pasará y ellos seguirán sintiendo lo mismo. Saben todo por lo que han pasado, todas las vueltas que ha dado la vida, y que, aun así, están juntos. ¿Será el destino?
No.
Ellos no creen en el destino.
Pero cuando dos personas se complementan, cuando deben estar juntas, es lo que sucede. Ese destino puede ser la explicación para mucha gente, pero a ellos no les basta. ¿Y si el destino les quería separados?
¿Y si su destino no es estar juntos?
Sea cuál sea el futuro que les acontece, a ellos lo que les importa es el presente.
Una relación requiere ser cuidada, protegida de cualquier alteración externa. Y una relación como la suya no se puede acabar. Siempre toda historia puede ser reescrita, puede cambiarse un capítulo para llega al final que esta merece, no importa el tiempo y trabajo que lleve. Al final, si ellos están ahí, es porque la historia va por buen camino, ¿no?
No importa el pasado, los problemas, las rupturas. Tampoco importa qué vaya a suceder en un minuto, un mes o un año. No pueden saber dónde van a estar, pero sí que tienen una cosa clara: sea cuándo sea, estén donde estén, pase lo que pase, van a estar juntos. Porque es su historia, y ellos deciden cómo escribirla.
Como tantas veces hicieron antes, se miran a los ojos. Un intercambio de miradas que transmite todo lo que no se atreven a decir, todos los pensamientos que pasan por su cabeza cada vez que escuchan la letra de esa canción. Y sonríen. Una vez más.
Quizá sí que sea obra del destino, quién sabe. Quizá sí que deban estar juntos, después de todo.