Veintiséis (Final)

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La luz de un cuarto de hospital es lo primero que mis ojos ven. Siento como si estuviese despertando de un largo y confuso sueño.

Duele mucho, joder. Mi cabeza, envuelta en vendas, está que da vueltas y no acabo de acostumbrarme a la claridad que hay en la sala.

Miro mis brazos, llenos de moretones y raspones, conectados a los tubos de las maquinas. Pero no puedo recordar con claridad qué ha pasado.

Hasta que un destello me viene a la mente, y como si estuviese allí, comienzo a recordar.

La fiesta... el accidente...Ella.

¿Donde está ella?

— ¡Janet!

Una enfermera se asoma en la puerta y acto seguido corre a avisar al doctor.

Un hombre y dos mujeres vestidos de blanco se dirigen hacia mí para atenderme.

Pero yo solo puedo pensar en ella.

— Janet, quiero ver a Janet ¿Dónde está ella? ¿Está bien?

El doctor me mira serio— ¿Quién es?
¿Tu hermana? ¿Tu madre?

Diablos, no. Ella es... Supongo que es mi amiga.

Pero ahora sé que no quiere verme. No después de lo que pasó.

— Ella... Estaba ahí cuando el accidente... ¿Donde está?— me muevo desesperado, a pesar del inevitable dolor que se apodera de mi cuerpo luego del movimiento brusco.

— Cálmate, niño. Tu amiga está bien ¿Y tú? ¿Quieres agua, o algo de comer? ¿Cómo te sientes?.

¿Que como me siento? El dolor físico no es nada comparado con el dolor del corazón.

Miro a las enfermeras y al doctor, que me atienden sin saber que realmente solo deseo salir de allí y estrecharla en mis brazos, y hacerle sonreír.  Tal y como estuvimos haciendo las ultimas semanas.

Quiero decirle que amo la forma que toma su rostro cuando se concentra en algo, y la pequeña, casi inexistente sonrisa que pocas veces surge en sus labios, solo cuando está feliz.

Quiero decirle que me duele verla a la hora del almuerzo solamente con una manzana porque tiene miedo a engordar, aunque cada vez la veo más delgada y pálida.

Quiero hacerle ver que es hermosa tal y como es, sin que crea en los comentarios hirientes de las personas que quieren dañarla y hacerle sentir mal.

Quiero decirle que aquel día en que la tomé entre mis brazos para evitar que cayera tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no besarla y que daría la vida y todo lo que tengo por volver atrás en el tiempo y hacerlo.

Quiero decirle que me quedé perdido en esos ojos grises y esa mirada melancólica y soñadora desde el día en que la ví.

Quiero decirle que es una chica diferente a cuantas he conocido, algo nuevo para mí, y que me pone muy nervioso, al punto de que a veces no sé que hacer  por temor a herirla, y que si empecé una relación con alguien más era para tratar de sacarme ese sentimiento de la cabeza.

Porque nunca había sentido nada igual antes, y me asustaba.

Por eso quería hacerlo especial, Janet. Quería decirle esa noche en frente de todos que eres la chica más hermosa, dulce, inteligente y sensible que he conocido en mi vida y que el hombre que estuviera contigo sería el más afortunado del mundo.

Y yo quería ser ese afortunado.

Porque lo que nunca te dije, Janet, es que me gustas mucho. No sabes cuánto.

Y ahora me arrepiento de no haberlo hecho antes.

Quien sabe si volveré a verte alguna vez.


Lo que nunca te dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora