Capítulo 2

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—¿Y tú porqué vienes con esa cara? —preguntó Dahyun al verla entrar a la clase.

—No dormí bien —se limitó a contestar la japonesa, dejando sus cuadernos encima de la mesa y sentándose, apoyando su cabeza encima de su mochila, cerrando los ojos.

—Eso es nuevo, tú nunca duermes mal —dijo pensativa su mejor amiga— De hecho, duermes más de lo recomendable.

—¿Me estás reprochando algo, Dahyun? —abrió los ojos y miró con recelo a su amiga.

—No-no, tranquila, puedes seguir durmiendo —una vez que Sana apoyó su cabeza en su mochila, el sonido de la puerta desconcertó a todos, menos a Minatozaki, puesto que tenía más ganas de dormir, que de ver quién había sido el dueño del portazo.

El murmullo que antes había en el salón se cortó de repente, dejando un silencio que podía ser cortado con un cuchillo.

Sana agradeció mentalmente a los dioses por hacer que, según ella, las personas dentro del salón tengan un poco de empatía y hayan cerrado sus bocas para dejarla dormir.

Pero la verdadera razón del silencio sepulcral en la clase estaba bastante alejado a lo que Sana estaba pensando.

Zhou Tzuyu, junto con dos de sus amigas, entraron a la sala, la primera dejando ver una mueca de molestia por el bullicio que había en esos momentos. Al parecer, todos se dieron cuenta de esto, por lo que prefirieron dejar de hablar y así, evitar la mirada furiosa de la más alta.

Dahyun, presa del miedo, escondió su rostro detrás de su cabello, haciendo lo posible por respirar más despacio, si es que eso era posible.

Tzuyu, al parecer un poco más tranquila, se sentó en su asiento habitual, al lado de la ventana, en el puesto de al medio.

—¿Vieron eso? —preguntó Mina un tanto asustada— Fue como si hubiera entrado un fantasma.

—Normal, a nadie le gustaría ver el rostro enojado de Tzuyu —comentó Chaeyoung, soltando una risa.

—Yo creo que sí se callaran, podría dormir unos minutos y así recuperar mi vitalidad —gruñó Tzuyu, dándole un manotazo en el hombro a Chaeyoung.

—¿Y tú porqué tienes esa cara? Pareces un mapache —dijo Chaeyoung, haciendo alusión a sus ojeras.

—Parece que tengo insomnio —dijo la taiwanesa con simpleza— Me dormí a las 2 de la mañana.

Chaeyoung y Mina se miraron asustadas, sabiendo que en lo que queda del día, iban a tener a una Zhou Tzuyu totalmente irritable.

—¿Y donde se supone que está Momo? —preguntó con molestia Tzuyu.

—Le hablé hace unos minutos y dijo que se quedó dormida —contestó Mina.

—Ah, que injusto, yo merezco esas horas de sueño, no ella —se quejó la más alta— Te juro que si se pierde la primera hora, tendrá que traerme el almuerzo por un mes.

Y cómo si la hubieran llamado; cosa que sí hicieron, en repetidas ocasiones, la puerta sonó estrepitosamente, para que seguidamente, una Momo totalmente desarreglada entrará corriendo, tomando asiento al lado de Tzuyu.

—Siento la demora, pero un perro pasó frente al bus y casi lo atropellan, así que bajé a ayudarlo y noté que tenía collar, así que contacte al dueño y le dije que encontré a su perro, él me dió las gracias y dijo que como compensación, me traería en su auto, por eso llegué tan tarde —dijo rápidamente, tomando aire al final— Así que aquí estoy.

—Momo, ya les dije a las demás que te quedaste dormida —Momo miró a la más alta con miedo, mientras cubría su rostro con las manos.

—Tranquila, no voy a matarte —Tzuyu apoyó su cabeza sobre su mano izquierda, disfrutando de sus próximos minutos de paz, hasta que llegue el receso— Todavía.

Y los siguientes minutos de clases de matemáticas, Tzuyu se las pasó durmiendo, de vez en cuando despertando para cambiar de posición.

La campana sonó, interrumpiendo el sueño de Tzuyu, quién, confundida, tomó su mochila y fue con sus amigas al patio.

—No puedo creer que durmieras toda la clase de matemáticas —comentó Chaeyoung, dándole un mordisco a su sandwich.

—Creo haber dicho que no dormí nada —contestó molesta la más alta, cerrando sus ojos y tratando de seguir durmiendo.

—Pues parece ser que Minatozaki está igual que tú —dijo Momo, mirando con recelo a la japonesa, quién se encontraba durmiendo plácidamente en las piernas de Dahyun.

Tzuyu, de repente llena de energía, levantó la cabeza, enfocando su visión en el dúo de amigas que se encontraban en lo alto de las gradas.

Dahyun, con la mano acariciando el pelo de Sana, parecía estar mirando fijamente el piso, al parecer, pensando.

Momo estaba a punto de quitar su vista de las dos amigas, cuando la mirada de Dahyun se enfocó directamente en los ojos de ésta, quién, asustada, apartó la vista y trató de esconderse detrás de Tzuyu.

—Parece ser verdad eso que dicen de Dahyun —dijo Momo, escondida debajo de la mesa— Siempre sabe cuándo la están mirando.

—Y ahora parece estar mirándome a mí —dijo Chaeyoung, escondiéndose rápidamente debajo de la mesa, junto a Momo.

Mientras tanto, Dahyun se encontraba riéndose estrepitosamente mientras veía a Momo y Chaeyoung escondiéndose debajo de la mesa.

—¿Dahyun?¿De qué te ríes? —Sana se levantó lentamente, restregandose los ojos y bostezando, para luego fijar su mirada en el grupo de chicas que estaban en las mesas de picnic.

Tardó un momento en darse cuenta de quiénes eran, pero al momento de reconocer a la taiwanesa, Sana se ruborizó furiosamente, recordando la razón de su somnolencia.

—¿Sana? ¿Estás bien? —preguntó preocupada Dahyun.

—S-si, tranquila, hace un poco de calor aquí, ¿Que tal si vamos a la sombra? —Sana lo único que quería era desaparecer de la vista de Tzuyu.

—Claro, vamos a las mesas de picnic —Sana miró a su amiga con miedo— O podemos ir a otro lado.

La más alta, le sonrió como agradecimiento, tomando la mano de su amiga y caminando hacia otro lado del patio donde Tzuyu no la pueda ver.

Sin embargo, a lo lejos, la taiwanesa miró la escena con el ceño fruncido.

¿Acaso la japonesa no tenía sueño?

El timbre del fin de la clases sonó causando que un mar de estudiantes salgan de sus aulas, de camino a la salida.

—Nos vemos mañana Dahyun —se despidió la japonesa, dándole un beso en la mejilla y separándose de su mejor amiga, para luego caminar hacia su casa.

—No olvides los apuntes de Matemáticas —gritó Dahyun, para luego también, caminar hacia su casa.

Se colocó sus audífonos con Bruno Mars sonando, para luego caminar tranquilamente por las aceras de la bonita ciudad de Seúl.

—¿Caminando sola? —la repentina voz de Hirai Momo sorprendió por completo a Dahyun, quién esperaba irse completamente sola y en silencio.

—Supongo —contestó la más baja, alzándose de hombros y quitándose un auricular.

—¿Te molesta si te acompaño? —la miró dudosa.

—No —se limitó a decir, y aunque la opción del "si" era bastante tentadora, pensó que le haría bien hablar con otra persona que no sea Sana.

Momo pasó todo el camino hablando de lo difícil que era el coreano y lo mucho que extrañaba Japón, Dahyun escuchándola atentamente y hasta apagando la música de sus audífonos para prestarle completa atención a la japonesa.

—Aquí vivo —anunció Dahyun cuando llegaron a su casa.

—¿En serio? Yo vivo en la otra cuadra —Momo le dió una sonrisa brillante y Dahyun no podía creer que había otra persona en este mundo, además de Sana, que fuera capaz de sonreír tan seguido.

Se despidieron y Momo cruzó la calle hasta su casa, con la mente hecha un caos y el corazón en la mano, sin poder creer que haberse atrevido a hablarle a la chica de sus sueños haya salido tan bien.

Insomnio » SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora