Capítulo 5

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Cuando llegaron dónde la profesora, ésta las miró con detenimiento, para luego castigarlas por llegar tarde, haciéndolas correr 10 minutos por la cancha.

Durante esos minutos, Momo y Tzuyu se encargaron de acercarse de vez en cuando al dúo de amigas que estaban sentadas en las gradas, atentas a las instrucciones de la profesora.

—¿Entonces le pediste el número de Sana Banana a Dahyun? —preguntó Momo mientras corrían.

—Si, tuve que decirle que la profesora me lo pidió —confesó la más alta.

—¿Y no podrías pedirle el teléfono de Dahyun a Sana Banana?

La mirada escéptica de Tzuyu fue suficiente para sonrojar a Momo, sin embargo, accedió.

—¿Y se puede saber por qué le dices así a Minatozaki?

—Nos sentamos juntas en Filosofía y pensé que su nombre rimaba bien así.

Tzuyu soltó una risa y pensó que quizás cuando la llame esa noche, le diría así.

Cuando pasaron los 10 minutos, la profesora ordenó hacer grupos de 6 para jugar voleibol.

Obviamente, Chaeyoung, la mente criminal del grupo, llamó a Dahyun y Sana para hacer grupo con ellas.

—Espera, ¡Chaeyoung!, ¿Estás loca? —susurró Tzuyu al verla llegar con las dos amigas.

La más baja sólo le dió un guiño y sonrió falsamente.

—Sana y Tzuyu, ustedes irán al frente porque son las más altas, junto con Mina —ordenó Chaeyoung, notando las miradas leves que se daban las más altas— Momo y Dahyun irán atrás conmigo.

La pelinegra casi suelta un grito al darse cuenta que Dahyun iría junto a ella en la parte trasera, pero un codazo en las costillas de Chaeyoung la hizo tranquilizarse.

El partido comenzó y el grupo de amigas iba perdiendo por 10 puntos, pero no parecía importarles, porque al perder, no iban a tener que jugar de nuevo.

—¿Qué pasó Minari? ¿No sabes saltar? —gritó Nayeon en medio del partido, causando el enfado de Mina.

—¿Y tú no sabes mantener tu boca cerrada? —gritó de vuelta Myoui, luego de haber perdido un punto.

—¿Por qué no vienes aquí y me enseñas? —las miradas de todo el salón estaban puestas en Mina, quién sonrojada, apartó la mirada de Nayeon y se enfocó en el juego.

El partido terminó, obviamente con las chicas como perdedoras, pero eso no pareció importarles mucho, bueno, a todas menos a Myoui, quién ahora quería estrangular a Im Nayeon.

—¡Im! —gritó Mina, persiguiendo a la recién nombrada por los pasillos vacíos.

—¿Si? —contestó la mayor con una sonrisa divertida en el rostro.

—¿Qué mierda te crees? —preguntó la  japonesa sin rodeos— Creo haberte dejado bien en claro que lo nuestro ya terminó.

—¿Y eso que tiene que ver? Sólo me gusta molestarte.

Mientras tanto, Tzuyu estaba parada en el casillero de Minatozaki, esperándola.

—¿Tzuyu? ¿Qué pasa? —preguntó Sana con extrañeza.

—Nada, solo quería agradecerte por tu buena voluntad al atender mis llamadas, sé que puede sonar egoísta, pero me gusta que me ayudes con mi insomnio —la más baja sonrió con ternura.

—No hay de que, después de todo, somos amigas —las palabras salieron solas de la boca de la japonesa, quién al procesar lo que acababa de decir, miró a la más alta con sorpresa.

Tzuyu, levemente desilucionada, sonrió forzadamente— Tienes razón.

Con un silencio incómodo, Sana decidió que era buen momento de despedirse.

—Nos vemos mañana, Dahyun me espera en la salida.

Sin embargo, Dahyun estaba ya bastante lejos de ese lugar.

¿La razón? Hirai Momo.

—Hirai Momo, tienes dos segundos para soltarme y explicarme porque estamos corriendo por toda la escuela —Dahyun, más que enojada, estaba completamente confundida y el hecho de que Momo le haya tomado la mano, no ayudaba mucho.

Momo no dijo nada, se limitó a seguir corriendo, con las mejillas sonrojadas y la respiración acelerada.

Cuando llegaron al patio trasero, se encontraron con que los árboles que rodeaban el patio estaban completamente florecidos, causando el asombro y la sonrisa de Dahyun.

—¿Ésto era lo que querías mostrarme? —preguntó la más baja mientras caminaba por el patio y miraba todos los árboles de distintos colores a su alrededor.

—Desde que me fuí de Japón, ésta es una de las cosas que más extrañé —tomó la mano de Dahyun, todavía sonrojada por la vergüenza y la actividad física previa—, te lo muestro porque desde que lo descubrí, no dejó de pensar que el paisaje se parece a tí.

La más pálida la miró extrañada y ladeó la cabeza.

—¿Por qué?

Momo miró el cielo, completamente despejado, y sonrió.

—Porque tú también eres hermosa.

Insomnio » SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora