¡Por fin el cielo se había despejado! Sin embargo y pese al sol que ahora brillaba en el cielo, Tsukki había preferido quedarse en la casa de su hermandad del Karasuno leyendo un libro. Kageyama y Hinata habían salido a toda prisa de madrugada para ir a entrenar, ¡o eso le habían dicho! Puesto que él no les había visto en todo el rato hasta el partido de esos gatitos. Aun así, en cuanto el partido finalizó y tras haber disfrutado un par de horas con ellos en un bar, seguramente se habrían vuelto a marchar a entrenar. Esos dos sólo pensaban en voleibol.
- Así que aquí estabas – sonrió Yamaguchi al entrar por la puerta principal y ver a su amigo sentado en uno de los sillones de la sala común – creía que vendrías al bar a celebrarlo con los del Nekoma.
- Tenía cosas que hacer – fue su única respuesta, intentando volver al libro.
- Han preguntado por ti.
- No me interesan los eventos sociales.
- Pues Kuroo parecía un poco preocupado, aunque tampoco ha tardado mucho en irse, tenía una cita – comentó Yamaguchi sin darse cuenta del cambio en la mirada de su amigo, quien cerró el libro con fuerza movido por la rabia al escuchar esas palabras - ¿Estás bien?
- Sí. Voy a irme a entrenar.
- ¿Ahora? Tú nunca vas a entrenar después de las seis.
No hizo caso alguno. Dejó el libro sobre la mesa y subió las escaleras para ir a por su equipo de voleibol. Todo estaba perfectamente recogido y la bolsa de voleibol hecha. Tomó el asa entre sus manos y se la colgó del hombro para marcharse. Quizá sólo era una excusa para poder salir de allí, no soportaba la idea de que siguieran hablándole sobre Kuroo, sobre el Nekoma o sobre... esa dichosa cita que parecía tener Kuroo con su imitación barata. ¡Le enfadaba la sola idea de pensarlo!
Salió por la puerta principal sin decir palabra alguna, observando en el cielo cómo el sol empezaba su descenso para dejar paso a una noche más. ¡Esa maldita noche que Kuroo compartiría con otra persona! Movió la cabeza hacia los lados para sacarse esa idea, no podía seguir así, no después de haber destrozado su corazón, tenía que pensar en positivo. Seguramente debería decir algo como que "se alegraba de su felicidad", "de que encontrase a alguien que le hiciera sonreír de nuevo", pero la verdad era... que le dolía en el alma... no le dolía verle sonreír... ¡no! Le dolía ver a otra persona disfrutar de esas sonrisas que deberían ser suyas.
Caminó hasta el pabellón deportivo, pero al abrir la puerta metálica, los incesantes y molestos gritos de esos dos... le hicieron volver a cerrarla. ¡No era buena idea ir a entrenar! No si tenía que aguantar a dos personas tan intensas como Kageyama y Hinata. Eran dos torbellinos que no descansaban ni un segundo. Su cerebro estaba lleno de pelotas de voleibol.
Inició de nuevo la ruta, esta vez hacia el centro universitario. Allí estaban todos los locales, bares y restaurantes a los que tenían acceso. Algún sitio más o menos tranquilo encontraría para tomarse algo y alejarse de la gente.
Tras recorrer media calle, finalmente llegó al local que más ansiaba visitar. Por el cristal podía ver que había mucha gente, pero era su sitio favorito, así que entró en el local para pedir su tan ansiada tarta de fresa. Llegó hasta el mostrador y la pidió sin dilación alguna a la camarera que estaba allí. Tras recogerla, se movió hacia una de las mesas, dándose cuenta de una chica rubia al otro extremo que movía su brazo incesantemente como si le llamase. ¡No la conocía! Pero tenía cierto aire a sí mismo, lo que le hizo tensarse, más al ver a Kuroo sentado frente a ella, mirándole con sorpresa.
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Apuntando a la luna (Haikyuu)
Fiksi Penggemar¡Sólo era su ex novio! Tsukishima le había dejado, utilizado y tirado, pero en aquella lluviosa noche, observándole mojarse y deprimido como estaba, sentado en el bordillo de la acera y sin querer marcharse, no pudo hacer otra cosa que abrirle la pu...