Eneida seguía sin poder concebir lo que estaba pasando. El lúgubre sonido había cesado pero una sensación de frío glacial se extendió por toda la sala.
Los hombres que estaban ante ella no hablaban, no se movían, no hacían nada, simplemente miraban hacia el frente con una máscara de terror en sus rostros. Instantes después del cese del sonido, una silueta apareció entre los perseguidores y el ataúd de piedra, descendiendo ante ellos.
"Espera un momento, ¿qué? Te tienes que estar volviendo loca. ¿Estaba volando? Si, ya. ¿Y qué será lo próximo?".
Ella sólo alcanzaba a ver unas botas ajadas y viejas y un trozo de un pantalón negro igual de antiguo junto a unos jirones de lo que parecía ser una chaqueta larga. Se encontraba observando esto y a los hombres cuando de pronto ese ser, porque no podía llamarlo de otro modo, comenzó a hablar. Una voz grave, ronca, que resonó en todos los rincones de ese frío lugar.
- ¿Quiénes sois y por qué osáis molestar mi descanso?
Su voz la estremeció, infundía miedo y respeto.
Eneida observó la reacción de los tres hombres que sólo atinaban a mover sus bocas produciendo quejidos sin significado alguno, aún no salían de su estupor por lo ocurrido.
- Está bien, no me dejáis más remedio. Si no obtengo una explicación la tomaré yo. Aunque no os considero personas afables visto que habéis acudido armados. – dijo la criatura, con el mismo tono de voz cortante y frío.
La chica se quedó petrificada, no hacía más que preguntarse cómo iba a escapar de esa, siguió observando lo que ocurría, no podía apartar la vista, si finalmente iba a morir, al menos sabría de antemano cómo.
Aun así, no estaba preparada, ni mucho menos, para lo que ocurrió.
La criatura se movió veloz, sus pies no tocaban el suelo, arremetió contra el primero de aquellos hombres, cogiéndolo por el cuello y acercando su rostro a él. El hombre puso una expresión de horror aún más marcada y comenzó a gritar. Sus gritos eran desgarradores. En ese momento, los otros dos que estaban con él parecieron salir de su estupor y, gritando, intentaron alcanzar la puerta lo más rápido que pudieron. No lo consiguieron.
- No podéis escapar de mí.
Fue lo único que se escuchó en la sala antes de que la puerta se cerrase sola y los dejase allí encarcelados a merced de la criatura.
Eneida no podía creer lo que estaba viendo, el hombre que tenía la criatura entre sus garras había dejado de moverse y gritar, en ese momento lo tiró hacia su espalda, llegando a caer al lado del ataúd de piedra, frente a ella. Ante esta visión solo se acrecentó su miedo. El hombre estaba muerto. Más que muerto, estaba pálido, tenía un color enfermizo y su piel se había arrugado, como si le hubiesen drenado la sangre de las venas. Fue en ese momento que lo vio. Vio la marca de su cuello. Dos puntos oscuros que le respondían a más de una pregunta.
"No. No. No. No. Esto es imposible. No sólo vuela sino que ahora chupa sangre. Sólo conozco a una criatura capaz de hacer eso y es imposible. ¡No existen! ¡Esas cosas no existen! Ya es definitivo En, te estás volviendo total y absolutamente majareta."
El ser despiadado se abalanzó contra otro de los hombres que pronto se convertiría en su próxima víctima. Cuando lo alcanzó, procedió del mismo modo, le absorbió hasta la última gota de sangre y lo tiró igualmente a otro lugar de la sala para volverse hacia el último de ellos. Por más que aquel hombre corría no tenía escapatoria. En un último intento desesperado intentó abrir la puerta pero era inútil, esta no se movió ni un milímetro. Al volverse, pudo ver a la muerte cara a cara pues estaba justo frente a él.
Cuando todo hubo terminado, la criatura se quedó estático frente a la puerta. Eneida no sabía qué hacer, apenas veía, su móvil se había apagado hacía rato y no se atrevía a moverse para alcanzar alguna de las linternas que esos hombres habían dejado caer. Estaba pensando qué podía hacer cuando la puerta retumbó en la habitación, no podía moverse petrificada por el miedo como estaba, estática con la espalda pegada a la fría piedra del ataúd.
Largos minutos pasaron hasta que se atrevió a volverse y mirar, encontrando la puerta abierta y una suave y cálida luz que venía del otro lado.
Eneida se armó del poco valor que le quedaba y se puso en pie, sujetándose a la fría piedra del ataúd. Con su mano izquierda apoyada sobre este no se atrevía a soltarse, pensaba que si lo hacía sus piernas fallarían pero debía salir de aquel lugar antes de que aquel ser volviera. Y así lo hizo, corrió tanto o más que cuando escapaba de sus captores. Las antorchas del pasillo, antes apagadas, estaban encendidas permitiéndole ver por dónde iba, pero no se detuvo a cuestionárselo, ya lo haría después cuando se encontrara sana y salva en su hostal.
Corría por aquel pasillo que se le hacía eterno, no lo recordaba tan largo en su carrera anterior, empezaba a pensar que no saldría de aquel lugar pero una puerta se dibujó en su campo de visión, la salida hacia el bosque estaba entreabierta. Recordando que su móvil había quedado sin batería y que no tendría ninguna forma de ver en el camino de vuelta, retrocedió para tomar una de las antorchas que colgaban de la pared, era pesada pero tendría que aguantarlo si no quería perderse.
Al salir al bosque, el frío y el silencio de la noche la recibió. Faltaba poco para el amanecer, pues apenas se veían ya estrellas en el cielo entre los escasos huecos que dejaban las copas de los árboles.
Caminaba con prisa pero con cuidado, fijándose dónde pisaba y atenta a cualquier sonido extraño a su alrededor. Por suerte, no sucedió nada, salió del bosque en los límites del pueblo y apagó la antorcha para dejarla allí, era extraño ver a alguien portando una en estos tiempos, no quería que la interrogaran.
Minutos más tarde, cuando se encontraba tendida en su cama después de una ducha reparadora, se preguntó si todo aquello había sido real, si no habría sido más que un loco que se creía vampiro. La única forma de comprobarlo era volver al castillo. No. No lo haría. Era curiosa, sí, pero no estaba loca, desde luego. Fuera lo que fuese lo que vivía allí, allí se quedaría.
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Una nueva vida
Fanfiction"¡Corre!¡Por tu vida, corre y no mires atrás!" Una chica corría por el bosque, huía buscando desesperadamente salvar su vida. A lo lejos un castillo se alzaba en ruinas, era su única vía de escape.