A la mañana siguiente Eneida no tendría que trabajar así que pudo prepararse un café en casa, se dirigió a la mesa junto al gran ventanal donde tenía su portátil, dispuesta a trabajar un rato en unos informes cuando llamaron a la puerta. Extrañada, pues no esperaba visita, abrió la puerta y lo encontró de pie frente a ella.
- ¿Adrian?
- Sigo siendo el mismo.- respondió él arqueando una ceja.
- Quiero decir, no te esperaba. Pasa.- dijo echándose a un lado.- La verdad es que no se qué ofrecerte para desayunar.
-Lo imagino.- rió suavemente.- Café estará bien, creo que es lo que estabas tomando.
Eneida preparó rápidamente otro café para él y ambos se sentaron a la mesa junto al ventanal para disfrutar del desayuno.
- ¿Estarás bien aquí sentado? El sol da directamente donde estamos.
- Estaré bien, gracias por tu preocupación. Tan sólo soy mitad vampiro.
Tras esto, un breve silencio los envolvió, Eneida sólo acumulaba más cosas que preguntarle, ¿cómo se podía ser mitad vampiro? Hasta donde ella sabía, era imposible, pero Adrian no daba señales de querer explicar nada más, tras haberse quedado en silencio al decirle que era mitad vampiro.
- Supongo que estás aquí por lo que hablamos anoche sobre cambiar tus ropas.
- Sí.
- Bien, aunque no podremos salir de aquí contigo así vestido, puedo dejarte algo por el momento.
Dicho esto se levantó y fue hacia su habitación con Adrian tras ella. Buscó en su vestidor y sacó unos vaqueros, una camiseta y una chaqueta, algo de ropa interior también, porque imaginó que la usaría. Le tendió la ropa y él la tomó, sus manos se tocaron unos instantes, ella retiró las suyas ante la sensación de frialdad sobrenatural que le producía su tacto.
- Estás helado. – fue lo único que pudo decir en un susurro.
- Soy algo parecido a un vampiro, no estoy vivo. - Alucard la miró, en sus ojos una expresión de dolor aceptado.- Pero tampoco estoy del todo muerto.- terminó retirando su mirada de ella.
- Lo siento.- dijo Eneida a lo que no obtuvo respuesta alguna.- Puedes cambiarte aquí y darte una ducha antes, si quieres. Tendrás que conservar tus botas un poco más hasta que vayamos por otras. ¡Ah! Ahí está el baño.- terminó señalando una puerta en la habitación.
- De acuerdo. Gracias.
Fue lo único que respondió Adrian antes de dirigirse hacia el baño, dándole la espalda a Eneida, por lo que ella entendió que ya no necesitaría su ayuda, así que fue hacia su vestidor para prepararse también.
Estaba molesto, no sabía por qué pero lo estaba. Desde que Eneida sacó las ropas del vestidor, ropas que llevaban el aroma de otro hombre, aunque estaban lavadas después de haberlas usado, eso lo había enfurecido. ¿Por qué tenía ella aquellas ropas guardadas junto con las suyas? Sólo de pensar que otro hombre podía estar a su lado lo enfurecía. Apretó tanto la mano que tenía libre que clavó sus uñas en la palma y la sangre goteó al suelo, el olor de la sangre lo alertó, no se había dado cuenta de cuánto había apretado el agarre, y, dejando la ropa sobre un taburete, tomó un poco de papel para limpiar las gotas del suelo. Cuando hubo entrado en la ducha, las heridas de la palma de su mano ya se habían casi cerrado. La cicatrización era cada vez más lenta, necesitaba alimentarse con asiduidad después de llevar tanto tiempo en letargo, la recuperación de sus poderes requería más sangre.
Salió de la ducha preparado y encontró a Eneida en el salón concentrada en su ordenador pero cuando él se acercó, alzó la vista y sonrió levemente.
ESTÁS LEYENDO
Una nueva vida
Fanfiction"¡Corre!¡Por tu vida, corre y no mires atrás!" Una chica corría por el bosque, huía buscando desesperadamente salvar su vida. A lo lejos un castillo se alzaba en ruinas, era su única vía de escape.