Capítulo 8

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Escuchen la canción de la cabecera, me ayudó a escribir el final de este capítulo. WarCry es siempre una fuente de inspiración para mis novelas. 

Nota antes de que comiencen a leer: si les aparece que estoy editando el resto de capítulos, lo siento mucho, sólo es el título de cada uno de ellos. Perdonen T_T 

Con Eneida en sus brazos llegó a su apartamento

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Con Eneida en sus brazos llegó a su apartamento. Había volado entre los edificios, intentando no despertarla, corriendo el riesgo de asustarla aún más, pero quería poder dejarla descansar arropada entre sus mantas, en su cálida cama. Ella necesitaba ese descanso.

Abriendo el gran ventanal que daba a su habitación, entró. Con cuidado deshizo la cama para dejarla sobre ella y taparla. Necesitaba entrar en calor, el frío de la noche la había hecho tiritar.

Él se quedó contemplándola dormir, era tan inocente. No se dió cuenta cuándo su mano se acercó a su mejilla y la acarició suavemente con las yemas de sus dedos, Eneida abrió sus ojos poco a poco para encontrarse con aquellos iris dorados que la miraban fijamente.

- ¿Dónde estamos? – preguntó desconcertada.

- Estamos en casa, siento haberte despertado. - respondió retirando su mano.

- No tienes porqué disculparte. Tus caricias son amables.- dijo con voz tenue sin apartar sus ojos de los de Alucard. - Gracias por haberme traído de vuelta.- Le agradeció con una sonrisa.

Eneida se sintió extraña, añoraba volver a sentir su mano en su mejilla y pensó en cómo sería sentir esas mismas caricias recorriendo su cuerpo. Se sonrojó ante aquellos pensamientos y volvió su cara hacia su almohada deseando que Alucard no se hubiese dado cuenta, algo que era inevitable. Una sonrisa apareció en los labios del vampiro al contemplar la reacción de su rostro mientras la miraba con ternura. Esa muchacha no sabía cómo ocultar los sentimientos que Alucard provocaba en ella como tampoco sabía qué le pasaba, se encontraba en una encrucijada.

- Eneida.- llamó su atención Alucard, al mismo tiempo que respiraba profundamente.- Debo explicarte.

- No hay nada que debas explicarme.- cortó Eneida, mientras se incorporaba en la cama, aún sin dirigirle la mirada.

- Pero todo lo que has visto...

- ¡No quiero saber! Lo siento. No tendría que haberte gritado.- le dijo precipitadamente y mirándolo con expresión sorprendida.- No se qué me ha pasado y lo siento mu... ¡Tienes sangre!

En la camiseta que llevaba se podían distinguir pequeñas manchas de sangre, Alucard las miró sorprendido, nunca había sido tan descuidado.

- Sí...

- ¿Te han hecho daño?

Aquellas palabras sorprendieron a Alucard, pensaba que, después de todo, ella se habría asustado y huiría de él pero una vez más consiguió romper sus esquemas.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora