Capítulo 9

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Con el paso de los días perdió la cuenta del tiempo que había pasado desde que Alucard desapareció.

La ropa que compraron para él aún seguía en su casa, metida en las bolsas, escondida en un rincón del vestidor de Eneida. Quería creer que volvería, como le había dicho.

Bajaba del ascensor al terminar su jornada laboral inmersa en sus pensamientos, mirando las noticias en su teléfono móvil cuando alguien llamó su atención.

- ¡Eneida!- era Cassy una de las recepcionistas, se conocían desde hacía mucho y podía decir que era la única persona a la que podía considerar su amiga. Era la única que la llamaba por su nombre en el laboratorio.- Al fin te encuentro, he ido a buscarte a la sala de reunión pero ya habías terminado y no sabía dónde te dirigías. Hay un hombre en recepción que ha pedido hablar contigo urgentemente.

- ¿Un hombre? ¿Sabes quién es?- Eneida se sorprendió, no se relacionaba con ningún hombre desde hacía mucho, más allá de lo estrictamente profesional, hasta que conoció a Alucard, los mantenía a distancia todo lo que podía pero con él era diferente.

- No, solo me ha dado su apellido, Belmont y que es algo relacionado con un tal Adrian Fahrenheit. Esto es muy extraño En, que yo sepa no te has relacionado con alguien del sexo masculino en cuánto, ¿años?

- Más o menos Cassy pero esto es diferente. ¿Dices que está en recepción? – dijo Eneida mientras se encaminaba hacia la entrada principal donde se encontraba la zona de recepción.

- Sí pero ¿qué pasa?- le preguntaba Cassy mientras la seguía.- Vamos En, hacía mucho que no escuchaba el nombre de ningún tío vinculado a ti y ahora no sólo aparecen dos sino que uno de ellos te busca y es increíblemente atractivo.

- ¿Realmente?- miró Eneida a Cassy, a lo que Cassy asintió con su cabeza.- Ni yo misma se lo que pasa.- respondió volviendo a mirar al frente para buscar al hombre al que se refería Cassy.

Ella le indicó quién era el susodicho, un hombre alto, tan alto como Alucard sin embargo se notaba más musculoso que él, aunque llevase puesta una chaqueta, vestía informal, con vaqueros, botas, camiseta y chaqueta deportiva. Tenía el pelo largo y rojo, muy rojo y una expresión seria en su rostro.

Eneida se tuvo que armar de valor para acercarse a él y vio como Cassy le dirigía una mirada de ánimo mientras se volvía a sentar tras el mostrador de recepción para volver a su trabajo.

- ¿Es usted el señor Belmont?- le preguntó Eneida tras inspirar profundamente intentando calmarse.- Soy Eneida Rose, creo que ha solicitado hablar conmigo.

- Es un placer señorita Rose.- dijo Belmont volviéndose hacia ella y tendiéndole la mano se presentó.- Mi nombre es Simon Belmont. Me gustaría hablarle de un asunto en un lugar donde no nos interrumpan.

- Vamos a la cafetería.- contestó Eneida, no iba a quedarse con alguien que no conocía a solas, no estaba preparada, aun no.- Allí estaremos tranquilos a esta hora y me apetece tomar un café.

Tras esto, ella se dirigió hacia la cafetería del laboratorio que, efectivamente, estaba casi desierta. Ambos se sentaron en una mesa apartada tras pedir unos cafés.

- ¿Y bien? ¿A qué se debe su visita señor Belmont?- inquirió con impaciencia Eneida.

- Veo que no es alguien que se ande con rodeos ¿verdad? Eso me facilita las cosas.- dijo Simon sonriendo de forma forzada.

- Me han dicho que ha venido preguntando por Adrian Fahrenheit.- Eneida fue al grano.- ¿Qué busca de él?

- ¿Buscar? Nada, sólo quiero cazarlo.

- ¡¿Cómo que cazarlo?!- exclamó Eneida, alzando la voz más de lo que quisiera.

- Lo que escucha. Mire, seré muy claro con usted. Tal vez Adrian la haya engañado pero debe saber que él no es lo que aparenta ser. Puede parecer muy humano pero realm...

- Sí, sí, lo sé. Ahórrese el sermón.- le cortó Eneida.- Se perfectamente que no es humano. Se lo que es y también se que no ha tenido intenciones de hacerme daño.

No podía evitarlo, tenía que defender a Alucard, aunque no supiese donde estaba. No entendía por qué esta persona quería matarlo, él tan sólo la había defendido de unos asesinos. Le debía eso al menos.

Simon la miraba realmente extrañado, era la primera vez que encontraba a alguien que defendiese a un vampiro, el resto los consideraban monstruos.

- Si ya sabe quién es él entonces es el momento de que me presente debidamente. Mi nombre ya lo sabe, Simon Belmont, mi familia, los Belmont, nos hemos dedicado a la caza de vampiros desde hace muchos siglos, luchamos contra Drácula hace mucho, mi antepasado Trevor Belmont luchó al lado de Adrian y, desde que decidió dormir, hemos estado esperando a que regrese.

- ¿Y si han luchado a su lado en el pasado por qué quieren matarlo ahora? ¡Alucard no ha hecho nada!

- Ya veo que sigue usando su antiguo apodo. Pues bien, Alucard no habrá hecho nada pero dele tiempo. Tarde o temprano lo hará, ese lado forma parte de su naturaleza también, el matar para conseguir sangre. Por mucho que descanse y se alimente como cualquier humano, su lado vampiro le requiere una cuota de sangre que debe saciar si quiere seguir despierto. No puede estar muchos días sin beber sangre.

- ¿Su lado vampiro?

Esa afirmación por parte del Belmont hizo que Eneida se preguntase si realmente no era un vampiro completo pero, si no lo era, qué era Alucard.

- Sí, Alucard es mitad vampiro, mitad humano.

- ¿Cómo puede ser eso?- preguntó más confusa aún.

- ¿Él no le ha contado?

- Apenas hemos tenido tiempo de hablar muchas cosas.

- Y aún así, usted lo defiende.

- Porque él lo ha hecho conmigo.

- Haga lo que haga no podrá esconderlo mucho tiempo. Lo encontraré.

- Yo...- Eneida no sabía qué decir pero se decidió.- No se donde está.

- No entiendo a qué se refiere, señorita Rose.

- No se cuánto tiempo lleva fuera. Hace días, semanas más bien, que no se de él.

- ¡Maldita sea! - el golpe que Simon dió en la mesa sobresaltó a Eneida.- Ha escapado cuando tenía una clara oportunidad.

Eneida se había quedado sin palabras, no sabía qué hacer, qué decir. Tan sólo había visto a Alucard beber sangre una vez, cuando la había salvado en el parque, no sabía cuánto llevaba sin beber sangre antes de eso. Además acababa de enterarse que Alucard no era completamente vampiro y se preguntaba porqué no se lo había contado él. Había confiado en él pero no se lo contó, quería pensar que, tal vez, fuese a hacerlo pero seguía sin saber por qué se marchó aquella noche sin darle explicaciones, tan sólo que no quería hacerle daño. ¿Qué daño?

Infinidad de preguntas se agolpaban en su mente, preguntas cuyas respuestas quería oír de Alucard pues no estaba dispuesta a seguir hablando con aquel Belmont. Se negaba a pensar que Alucard matase para alimentarse. Aunque la semilla de la duda ya germinaba en la mente de Eneida. 



Otro capítulo muy seguido del anterior, apenas dos días después. Estoy inspirada y con ganas de escribir, además de algo de tiempo libre pero no es lo más común así que voy a aprovechar todo lo que pueda!

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora