1. Dos veces él

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Lo esperaba golpeando el piso con la punta de su zapato izquierdo y de brazos cruzados, controlando sus ganas de ir a buscarlo para exigir explicaciones. Sus largos cabellos negros estaban atados en una coleta alta, que acentuaba la expresión recriminatoria que dibujaba en su fino y etéreo rostro.

Desde que supo que Érebo se enteró de su origen, decidió seguir de cerca sus pasos, de manera de asegurarse que el muy bastardo no fuera a cometer una atrocidad. Pero ese día se había descuidado y el híbrido se esfumó de su radio de control, ingresando nuevamente a Eta para revolverlo todo. Ella lo observó atentamente a través del ventanal de dicho universo, en parte horrorizada al comprender su oscuro plan, y en parte intrigada por ver cómo se desarrollarían los acontecimientos a partir de ahora.

No obstante, parecía una eternidad desde que lo vio finiquitar su maquinación, y aguardaba que él regresara al templo, cuando por fin se dignó a aparecer en el panorama. Ondeaba su túnica oscura con aire triunfante sin notar que se encontraba acompañado por ella.

–No tenías derecho a hacer eso –le soltó Nix, revelando su presencia en el lugar–. Ese muchacho no tiene la culpa de tus demonios y lo único que has hecho es arruinarle la vida.

Érebo enfocó su atención en ella, provocándole un escalofrío. Sus ojos eran una mezcla de verde y avellana de una intensidad poderosa, capaz de desarmar con una mirada a cualquier rival que osara atravesarse en su camino. Sin embargo, Nix nunca había demostrado cuánto le afectaba su presencia. Es más, quizás era por eso que lo detestaba tanto, pues a pesar de su pasado humano, se comportaba con un desplante que era el justo medio entre Chaos y Chronos.

–No me hables de derechos, Nix –espetó él, esculpiendo una sonrisa sardónica en sus facciones–, que bien sé bien lo que hiciste en Zeta.

La mujer sobrenatural retrajo los labios en una mueca disconforme.

No esperaba que él supiera el único error que ella había cometido con los humanos, y eso le hacía perder la ventaja de una forma horrorosa. "¡Jodido híbrido!" exclamó mentalmente, mientras cambiaba el peso del cuerpo y colocaba ambas manos en sus caderas en pose ofensiva. Aunque ¿qué esperaba?, si los jefes lo habían transformado en la "oscuridad" para reemplazar a su verdadero y amado hermano, ambos tenían una misma forma de conspirar: desde las sombras.

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Se relamió al recordar su desliz en Zeta.

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–No fue intencional –se justificó sin mucho convencimiento–. Reacciono mal al rechazo. Pero lo tuyo fue ensañamiento, Érebo. Estás descarriado. Debo denunciarte ante Chronos, ya que, al parecer, Chaos te tiene malcriado.

Él rió sonoramente ante su amenaza, mientras caminaba hasta ella para afirmar su mentón con una ensayada sensualidad.

–¿Realmente crees que no lo saben? –le susurró en tono grave, erizando su piel–. ¿Que no saben lo mío? ¿Que no saben lo tuyo? Ellos eligen no ver, Nix. Ellos deciden no oír. En el fondo, les divierte y por eso no mueven un dedo. Así que cuando me pase de la raya, ellos serán los primeros en castigarme.

–Te crees demasiado, híbrido –le susurró ella de vuelta, modulando cada palabra de manera que su boca parecía un imán para sus ojos–. Te vas a quemar, Érebo, te vas a quemar. Y yo estaré en primera fila para presenciarlo.

Él dejó escapar un silbido incrédulo, bajando el rostro para darle un pequeño mordisco a ese insolente labio inferior que lo desafiaba.

–¿Lo prometes? –esbozó travieso.

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⏰ Last updated: Dec 31, 2018 ⏰

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